Opinión

La batalla final

Sánchez saldrá repudiado por sus leales, abandonado por los socios de legislatura, después de esquilmarle, y demolido por el PP

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro SánchezEuropa Press

No han pasado ni veinticuatro horas de la comparecencia de Sánchez y los dirigentes del PSOE han transitado de un estado de euforia a la preocupación por el goteo de información sobre la investigación de la UCO.

Por un lado, el Supremo ya ha puesto el punto de mira en la posible financiación irregular del Partido Socialista, por desajustes en las cuentas investigadas a Ábalos y un medio de comunicación digital publica que Zapatero, el único expresidente que apoya a Sánchez, intervino como mediador en el rescate de Plus Ultra.

A pesar de que desde Moncloa se dio por superada la crisis con el debate parlamentario del miércoles, en realidad, Sánchez vive una lenta agonía en la que cualquier información comprometedora le puede sacar de la política.

Su situación es extremadamente delicada, depende de la velocidad con la que evolucione la investigación abierta. Si se vislumbra financiación ilegal del partido, habrá convocatoria electoral o cuestión de confianza, ni Rufián se va a quedar sujetando la vela socialista.

Sánchez atacó a Felipe González, vengándose de la entrevista en la que afirmó que no le votaría. Enumeró los casos de corrupción, en los noventa del siglo pasado, con gobierno socialista, intentando deslegitimar a González, pero olvidó que tuvieron un precio alto en términos electorales. De hecho, el PSOE fue segunda fuerza en las elecciones de 1996.

Aunque Aznar no tuvo mayoría absoluta, González, consecuente con la derrota que había recibido en las urnas, permitió que el PP ganase la investidura y gobernase. Aznar cayó por las mentiras en los atentados del 11M y Rajoy sufrió una moción de censura por la corrupción en el PP.

Todos los gobiernos han caído por mentir o por casos de corrupción. Sánchez cree que su gabinete va a ser el primero que salga ileso de un caso de corrupción económica que afecta a contratos con la administración, al PSOE, a las dos personas que han tenido las mayores responsabilidades políticas en el Ejecutivo y en Ferraz, a la expresidenta de ADIF y al exdirector general de carreteras.

Se equivoca Sánchez con aguantar numantinamente, cuanto más tiempo transcurra, mayor será el desastre electoral. Feijóo ha visto el hueco y ha sacado toda su artillería contra el socialista, incluso se ha deslizado hacia los negocios del padre de Begoña Gómez, lo que viene a significar que ha empezado la batalla final.

Sánchez saldrá repudiado por sus leales, abandonado por los socios de legislatura, después de esquilmarle, y demolido por el PP que está golpeando duro en el último asalto. Sánchez ya intuye como pasará a la historia.