Méritos e infamias
Otra vez Sevilla
Tiene razón Antonio Muñoz en que Sevilla merece otro lugar en el panorama de las grandes ciudades españolas. En eso no le vamos a contradecir porque es cierto que a poco que viajes se nota a leguas la distancia entre el progreso verdadero y el fingido por los gobernantes. Al alcalde hispalense, que no es lo mismo que sevillano, sí habría que recordarle que para lanzar una ciudad a la cima se necesitan transportes a la altura de los tiempos, una infraestructura empresarial real que dignifique la vida de sus habitantes y un corpus social educado y con la suficiente cultura, pero de la de verdad, no la que nos cuentan en Canal Sur en cuanto les dejan. Recuerden el numerito, montado por todos, con el ficus de la calle San Jacinto de Triana. ¿Se imaginan ese bochorno en Berlín, Londres, París o Bruselas? Yo tampoco, pues en este tipo de incidentes se calibra por dónde se navega en la capital de Andalucía, donde Pedro Sánchez vino ayer a no contar nada, como siempre, y a cargar contra la oposición delante de una audiencia de bocadillo, autocar y carné de partido.
Vino a regalarnos el oído a los sevillanos recordando los años de las vacas gordas del mangazo de la EXPO’92 y volver a enfrentarnos con el resto de andaluces que tanto «cariño» tienen a la ciudad de la Giralda. Si parte de su gobierno ha sido descentralizar la Administración sacando sedes de Madrid, cómo nos cuentan ahora que Sevilla merece un estatuto mejor que el resto de capitales andaluzas, donde ya se afilan los cuchillos de envidiar. No hombre, no, lanzarle la patata caliente al Parlamento con la Ley de Capitalidad, que sólo refrescará viejos enfrentamientos y rencillas para salir bien en la foto de los vendedores de humo. Suelten la pasta para que el metro crezca y se termine, favorezcan la llegada de empresas que de verdad acaben con esta economía chusquera que muere y eduquen a sus ciudadanos. Hasta entonces no seremos de verdad Europa.
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