
Cultura
Tutankamón, la momia «viral» con la que se obsesionó la prensa española
Cruceros de lujo, reportajes de humor, moda e incluso Imperio Argentina forman parte del legado que dejó en España el hallazgo de la tumba del faraón egipcio

«Crucero a Oriente en el Yacht de lujo Reina María Cristina con escala en el Carnaval de Niza, Nápoles, Atenas, Constantinopla, Palestina, Jerusalén, el Cairo –con pirámides y visita a los tesoros de Tutankamón–, Lúxor, Malta, Túnez, Argel y Palma de Mallorca». Así rezaba uno de los anuncios publicados en la prensa española en 1928, muestra tangible de hasta qué punto el descubrimiento de la tumba de Tutankamón traspasó los límites del hallazgo arqueológico para convertirse en un fenómeno de masas que impactó en sectores como en aquel incipiente turismo. «Se realizaban viajes para visitar la tumba del faraón específicamente», aunque, como aclara Elías de Mateo, autor del libro «El impacto en España del descubrimiento de la tumba de Tutankhamón» publicado por Fundación Unicaja, sus precios prohibitivos —1.905 pesetas por persona cuando el jornal diario era de apenas cinco— solo eran accesibles para una élite.
El 4 de noviembre de 1922, el arqueólogo inglés Howard Carter y su equipo abrieron la puerta a un universo desconocido. Encontraron una tumba casi intacta que pertenecía a un faraón «que había tenido muy poca relevancia en la historia de Egipto», adelanta De Mateo. Tutankamón había muerto joven, reinado apenas una década y habría pasado desapercibido si no fuera porque aquella cámara funeraria custodiaba un tesoro impensable en una época dominada por los expolios: joyas, carros de guerra, cerámicas, ropajes, sarcófagos o la propia momia, entre otras cosas.
El autor subraya que el descubrimiento «trascendió del mundo de la arqueología» para convertirse en una cuestión de interés general. Lo que hoy llamaríamos «tema viral», compara el profesor, cobró vida gracias a la prensa española de los años 20 y 30, que «recogió pormenorizadamente todas las noticias referidas al hallazgo de la tumba y las repercusiones que tuvo». Y no fueron pocas.
Revistas ilustradas como Blanco y Negro (vinculada a ABC), La Esfera, el semanal Mundo Gráfico, Nuevo Mundo, Alrededor del Mundo o publicaciones regionales como D’Ací i d’Allà (en español, De Aquí y Allá) editada en Barcelona y Semana Gráfica (Valencia), ponen en contacto a los españoles con las imágenes del descubrimiento. También «los grandes periódicos españoles como La Correspondencia de España, ABC, Sol de España (Málaga) y toda la prensa de provincias» ofrecieron una cobertura continuada entre 1922 y 1936, hasta los umbrales de la Guerra Civil.
Los medios cubren «todo lo relativo al descubrimiento» durante casi 20 años, hasta la Guerra Civil
Uno de los aspectos más visibles de esta repercusión fue su reflejo en la moda y el diseño. En plena era del Art Decó, los modistos de París y Nueva York hallaron en los atuendos de Tutankamón una nueva fuente de inspiración, lo cual no pasó desapercibido para publicaciones especializadas como la revista Vogue, que «se hace eco de cómo estos descubrimientos influyen en el diseño de la moda femenina», explica De Mateo. La joyería tampoco escapó a esta fascinación. Como se recoge en el libro, «Cartier hizo un famoso broche de un escarabajo egipcio inspirado en lo que se había encontrado en la tumba». Se instauró una estética egiptizante que impregnó también el diseño de muebles, la decoración y la arquitectura, sobre todo en Estados Unidos, donde «los teatros se construyen con el estilo de arquitectura egipcia», destaca el también doctor en Historia Contemporánea.
Ocurre lo mismo en la literatura, el teatro y el cine. El escritor Ramón Gómez de la Serna «imaginó un encuentro humorístico» entre Carter y Lord Carnarvon, el noble que financió la excavación de la tumba. El novelista ruso exiliado Dimitri Merejkovsky publicó «Tutankamón en Creta», un bestseller traducido a varios idiomas. Vicente Blasco Ibáñez relató su visita a la tumba en «La vuelta al mundo de un novelista» y en los escenarios madrileños se estrenó «Tutankamón en la Corte del Rey poeta», con la presencia ya de una joven Imperio Argentina.
Una de las claves: el misterio de la maldición

El cine recogió pronto el legado del hallazgo con las primeras películas de momias que, décadas después, siguen alimentando el misterio de la maldición que comenzó con la muerte de Lord Carnarvon poco después del hallazgo. «Quizás tenía tuberculosis», asegura De Mateo, pero su muerte «repentina y natural» levantó la sospecha de una venganza. «Surge la leyenda de que todo el que ha estado en la tumba le perseguirá la maldición», lo que alimenta a la prensa amarilla de aquella España que, insiste, «está muy abierta a lo que pasa en el mundo». Muchos aristócratas británicos tras visitar Egipto y llevarse recuerdos se apresuraron a «donarlos al Museo Británico» para esquivar esa creencia, una anécdota recogida en la prensa de aquel entonces que llamó especialmente la atención del autor.
Asimismo, el investigador documenta cómo Carter fue invitado a dar conferencias en Madrid por iniciativa del Duque de Alba. «A ellas acuden incluso los Reyes y las conferencias son leídas en toda España», asegura. Lejos de ser meras anécdotas diplomáticas, consolidaron el interés del país por la arqueología egipcia. «Para las clases más ilustradas de la época se abrieron los ojos hacia lo que había sido esta milenaria civilización», pero también fue un «fenómeno de masas», reitera el autor.
Hasta entonces la imagen de Egipto era inseparable de las Pirámides de Giza, pero «a partir de ese momento tiene que convivir con la máscara en oro de Tutankamón». Se amplió el imaginario colectivo y, como recuerda el divulgador, no se trató de una fiebre pasajera. La influencia cultural se extendió en el tiempo llegando hasta autores como Agatha Christie o Hergé, el creador de Tintín.
Preguntado por cómo afecta la situación política en la que transcurren los hallazgos –recordemos que no se descubre todo a la vez–, el autor explica que «España vive la dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República, aunque ninguno de los dos sistemas influye de una forma decisiva» en la cobertura que se ofrece. Lo que sí resulta relevante, deja claro, es que «no existe censura sobre este tema».
Y así fue. El país vivió su propia fascinación sobre esta fiebre egipcia que, como muestra Elías de Mateo en su nuevo libro, todavía proyecta su sombra sobre nuestra cultura.
La investigación, llevada a cabo en hemerotecas como la Biblioteca Nacional y la Biblioteca Digital de Prensa Histórica, ha permitido al autor ofrecer «una panorámica muy concreta de lo que ocurre en España» y señala cómo la suma de riqueza, exotismo y muerte resultó irresistible para un periodismo que utilizó estos factores como un recurso de venta mientras realizaba un ejercicio de divulgación sin precedentes.
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