Medio Ambiente

Veta la Palma, el «salvavidas» de Doñana

El gestor de la finca anexa al Parque Nacional asegura que la Junta «ha hecho una magnífica compra»: «Hemos sido la salvación para las aves ante la sequía»

Vista de la finca Veta la Palma que la Junta de Andalucía va a comprar para ampliar el terreno de Doñana
Vista de la finca Veta la Palma que la Junta de Andalucía va a comprar para ampliar el terreno de DoñanaCedida

El gran humedal artificial de la fincaVeta la Palma se ha convertido en el salvavidas de Doñana. Esta finca propiedad del Grupo Hisparroz está ubicada en el término municipal de Puebla del Río y forma parte del espacio del Parque Nacional. De las casi 11.000 hectáreas que la componen, 3.200 de ellas se inundaron de agua para la acuicultura y se han convertido hoy día en uno de los humedales más importantes no solo de Andalucía, también de España y de toda Europa.

La pertinaz sequía que ha dejado vacías las próximas marismas de Doñana ha provocado que la población ornitológica que normalmente se abastecía de sus aguas se haya desplazado a las balsas de Veta la Palma, convirtiéndose en un gran refugio de aves, muchas de ellas en peligro de extinción. Ahora, la Junta de Andalucía ha comprado parte de la finca para mantener el rico ecosistema de Doñana.

La Unión Europea lleva tiempo con su foco puesto en el Parque Nacional. De hecho, su Tribunal Superior de Justicia ya condenó a España por no salvaguardarlo al no tener en cuenta, denunció, los efectos del turismo masivo de Matalascañas, ni la cantidad de pozos ilegales que proliferaron con la fiebre del fruto rojo en Huelva.

Además, la Comisión Europea sigue de cerca la nueva ley de regadíos para las zonas ubicadas en la corona norte de Doñana, que el PP de Juanma Moreno sacó adelante en la anterior legislatura con Vox y que prosigue su trámite para ser aprobada el 10 de octubre, pese a las reticencias de Europa. Moreno defiende que la ley no permite a los regantes recurrir a aguas del subsuelo, sino que solo podrán hacer uso del agua superficial, a través del trasvase del Río Tinto-Odiel. Y denuncia que la Unión Europea está muy condicionada por la posición del Gobierno, que muy previsiblemente recurrirá la ley de regadíos.

En medio de la tormenta, la Junta de Andalucía ha movido ficha para poner a salvo su mayor joya medioambiental –y que Europa no le despoje del sello verde como reserva de la Biosfera– con la compra de una parte de la finca Veta la Palma al grupo Hisparroz. En total, se hará con 7.500 hectáreas, de las que 3.200 son húmedas, por un importe ligeramente inferior a 70 millones de euros, tal y como anunció de manera sorpresiva el presidente andaluz el 12 de septiembre. El objetivo es ampliar un 14% el terreno de Doñana y «blindar los valores ecológicos del Parque Nacional». A los pocos días del anuncio, el Gobierno de España dio el visto bueno a la transacción y también al modelo de pago que le propuso la Junta de Andalucía: el 60% del importe se abonará con fondos europeos y el 40% con fondos propios.

«El Gobierno andaluz ha hecho una magnífica compra», apunta Ricardo Araque, gestor de Veta la Palma, ante las voces suspicaces, entre ellas la del Grupo Adelante Andalucía, que planteaba directamente su expropiación. La Junta de Andalucía reveló que la compra de esta finca para anexionarla al Parque Nacional de Doñana llevaba sobre la mesa un par de años, teniendo en cuenta la pérdida de rentabilidad de la piscifactoría. Hay que tener en cuenta, prosigue Araque, que no se está vendiendo una piscifactoría, sino una finca, «una brutalidad de terreno». «El precio es alto porque, además de ser una finca muy grande, hay que contar con la cantidad de inversiones que llevamos hechas en todos estos años: cientos de kilómetros de caminos y canales, estaciones de bombeo, instalaciones y edificios, criaderos, zonas de investigación, líneas eléctricas, etc».

Fue en 1990 cuando Hisparroz puso en marcha la actividad acuícola en la finca, con 600 hectáreas iniciales hasta conformar actualmente una zona de 3.200 hectáreas inundadas con agua «de inmejorable calidad», que alberga una nutrida población de peces y crustáceos que son la base de los cultivos acuícolas. No obstante, y debido a la pérdida de rentabilidad, el grupo Hisparroz empezó un proceso de reestructuración, ya que los cultivos de lubina, dorada y corvina, a los que se dedicaba desde un inicio, estaban dejando de ser competitivos. Sin reducir ni una sola de las balsas –45 en total, con una extensión de 70 hectómetros cúbicos- modificaron el modelo de cultivo hacia uno menos costoso, con especies naturales adaptadas al entorno, como camarones y albures. Con esta reestructuración hubo reducción de personal y actualmente quedan una veintena de trabajadores en la piscifactoría.

Conservación de aves

En todo caso, la actividad acuícola en Veta la Palma ha favorecido la presencia de especies nidificantes y migratorias. La población total de aves en las balsas de esta finca alcanza aproximadamente los 600.000 pájaros e incluye casi 250 especies, de las que más de 50 presentan algún tipo de amenaza en el resto de su área de distribución. El humedal artificial de esta finca juega un papel primordial para la conservación de las aves europeas, asegurando el alimento tanto a las especies que completan su ciclo de desarrollo juvenil y pueden luego migrar, como a aquellas que, estando ya en migración entre África y Europa, se instalan temporalmente allí para obtener alimento. En un estudio realizado por la Estación Biológica de Doñana, se señala que «para mantener la abundancia y diversidad de aves acuáticas en el Parque Nacional de Doñana, es evidente la necesidad de gestionar zonas como Veta la Palma para que proporcionen una alta biomasa de alimento (invertebrados y macrófitos) para las aves».

Según diversas investigaciones, la superficie inundada artificialmente juega un papel de extrema importancia en la protección de la fauna piscícola propia del estuario del Guadalquivir: especies migratorias como la anguila o los albures; otras que pasan parte de su ciclo natural en el estuario como el lenguado, la corvina o la lubina; y especies marinas como el boquerón o la acedía.

«Realmente, Veta la Palma ha sido la salvación para las aves de Doñana», asegura Areque. «El aumento de la afluencia de población ornitológica en los últimos 30 años ha sido brutal y mucho más en esta última época, en la que las aves no tenían donde ir debido a la sequía», incide. Por eso, resulta fundamental mantener Veta la Palma, para que las aves acuáticas sigan siendo la seña de identidad de Doñana».

A partir de ahora, el Ejecutivo andaluz gestionará la parte dedicada a la acuicultura, pero el Grupo Hisparroz seguirá manteniendo la actividad agrícola, entre la que se encuentra el cultivo del arroz, y también la parte de ganadería extensiva.

La compra de una parte de la finca es solo el primer paso para la Junta. El futuro de los terrenos se debatirá en una comisión técnica conformada por investigadores de las universidades y técnicos. El Gobierno andaluz deberá buscar alternativas al negocio de las piscifactorías, que hasta ahora garantizaban el bombeo de agua desde el río Guadalquivir.

Los técnicos también deberán decidir cómo gestionar los terrenos

La parte inundada de la finca es esencial para proteger la fauna piscícola del estuario del Guadalquivir

para mantenerlos inundados. Uno de los proyectos más ambiciosos sería de este modo la renaturalización completa del espacio para que vuelva a nutrirse de las aguas del río sin necesidad de bombeo.

«No tenemos un cálculo de lo que nos va a costar, pero será un dinero bien invertido», expuso el martes el portavoz del Ejecutivo autonómico, Ramón Fernández-Pacheco, convencido de que Doñana «necesita más pactos y menos polémicas». Con esta compra lo que se persigue, recordó, es «blindar Doñana, preservar sus valores ecológicos y hacer todo el parque mucho más resiliente a los efectos que el cambio climático tiene sobre la región».

Esta semana, el Gobierno reprochó a la Junta que la compra de Veta la Palma no se hubiera incluido en el plan de choque anunciado por el Estado en la zona. El Ministerio ya pretende recuperar la cuenca del Guadiamar y el Brazo de la Torre, un antiguo brazo del río que marca el límite de la finca adquirida por la Junta con el Parque Nacional. La colaboración entre administraciones permitiría un proyecto más ambicioso, según el Consejo de Participación de Doñana.