Animales

La ciencia es tajante y desmonta un mito de siglos: la jirafa que conoces no existe

Lo que creíamos saber sobre las jirafas ha cambiado para siempre. La ciencia confirma que no hay una, sino cuatro especies, con una brecha genética entre ellas mayor que la que separa a un oso pardo de uno polar

Jirafa bebiendo en el río
Jirafa bebiendo en el ríoPEXELS (Harvey Sapir)

La concepción popular de la jirafa, ese animal esbelto que domina el paisaje de la sabana africana, ha sido desmontada por la ciencia. Durante siglos se ha asumido la existencia de una única especie, pero la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha reconocido oficialmente que en realidad existen cuatro especies bien diferenciadas. Esta decisión pone fin a un largo y complejo debate en la comunidad científica, redefiniendo por completo nuestro conocimiento sobre uno de los mamíferos más emblemáticos del planeta.

De hecho, esta conclusión no es fruto de una simple observación, sino el resultado de un meticuloso trabajo de investigación genética y morfológica. Los científicos han analizado un ADN de casi dos mil jirafas y han escaneado con detalle más de quinientos cráneos para alcanzar esta certeza. Las pruebas han resultado ser incontestables, demostrando que los distintos grupos de jirafas no se han cruzado entre sí durante miles de años, un aislamiento reproductivo que confirma su separación como especies distintas. Estos avances en el análisis genético están revolucionando la taxonomía, permitiendo recientemente el hallazgo de especies sorprendentes como una nueva y gigantesca tarántula en lugares ya estudiados.

Para ilustrar la magnitud de este descubrimiento, Para ilustrar la magnitud de la divergencia, la diferencia genética entre algunas especies de jirafa supera incluso la que se observa entre un oso pardo y un oso polar. Se trata de una revelación que subraya la profunda divergencia evolutiva, tal y como recogen desde NPR, lo que confirma que no estamos ante simples subespecies, sino ante linajes evolutivos completamente distintos.

Un cambio de paradigma para la conservación

En este sentido, la nueva clasificación trasciende el ámbito puramente académico y tiene implicaciones directas y urgentes para la protección de estos animales. Este cambio de paradigma permite a los conservacionistas enfocar sus recursos y estrategias de manera mucho más precisa, dirigiendo los esfuerzos hacia las poblaciones que se encuentran en una situación más crítica. Saber que se enfrentan a cuatro desafíos de conservación distintos, y no a uno solo, transforma por completo el panorama.

Un claro ejemplo de esta urgencia es la situación de la jirafa del norte, una de las especies ahora reconocidas. Con una población que apenas supera los siete mil ejemplares en estado salvaje, se encuentra en un estado de amenaza considerable. Su protección se convierte ahora en una prioridad específica, una batalla que se debe librar con herramientas y planes adaptados a su realidad única, y no como parte de un esfuerzo genérico que diluía su vulnerabilidad. Esta lucha por la supervivencia es un desafío constante para la biología, similar a la que enfrenta otro exótico animal en peligro de extinción que ha cautivado a los científicos.

Asimismo, este hallazgo no solo redefine el futuro de la jirafa, sino que también sirve como advertencia sobre otras especies ampliamente conocidas que podrían esconder una diversidad biológica mayor de la que se presupone. La reclasificación de un animal tan familiar como la jirafa pone de manifiesto que nuestro conocimiento del mundo natural está en constante evolución y que aún quedan muchos secretos por desvelar en los rincones más estudiados del planeta.