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¿Qué es esta extraña avispa que cava agujeros en nuestros jardines?
Su actividad airea el suelo y mejora el drenaje, procesos clave para la salud del sustrato y el crecimiento vegetal

En los meses cálidos, no es raro descubrir pequeños montículos de tierra fresca en el césped o entre las macetas del jardín. Si uno observa con paciencia, pronto aparece la protagonista: una diminuta avispa que entra y sale del suelo con sorprendente energía.
Lejos de representar una amenaza, esta actividad corresponde a las avispas excavadoras, insectos solitarios de las familias Sphecidae y Crabronidae, que cada vez ganan más reconocimiento como valiosos aliados de la biodiversidad y de la jardinería ecológica.
La labor de estas avispas es doblemente positiva. Por un lado, excavan túneles donde depositan sus huevos junto a presas paralizadas, que suelen ser larvas, moscas y pequeños ortópteros. Con ello ayudan a mantener a raya a insectos que, sin control, podrían dañar cultivos y plantas ornamentales. Por otro, su actividad excavadora airea el suelo y mejora el drenaje, procesos clave para la salud del sustrato y el crecimiento vegetal.
El temor generalizado hacia las avispas pierde fundamento en el caso de las excavadoras. Estas especies rara vez muestran agresividad y solo recurren a la picadura si son manipuladas de forma brusca o aplastadas accidentalmente. No forman enjambres ni buscan instalarse dentro de viviendas, de modo que su presencia no compromete la seguridad de las personas.
Cómo disuadirlas sin dañar el entorno
En situaciones puntuales donde su actividad resulte molesta, existen métodos sencillos y respetuosos: regar con frecuencia el suelo, cubrir con plantas rastreras o compactar ligeramente la tierra. Estas prácticas reducen la atracción del lugar sin perjudicar a la fauna local.
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