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'Donde las prisas se van'

Alba Belastegui, sus raíces en esta zona aragonesa y Salada: "Nace desde esa tierra donde todo cuesta más, pero todo vale la pena”

"Cataluña me dio visión, Ibiza me da expansión, pero Ladruñán me dio fuerza", analiza la reconocida especialista en dermocosmética

Alba Belastegui en el Maestrazgo Alba Belastegui

Si le mencionas Ladruñán, su cara se llena de orgullo. Alba Belastegui es ‘hija’ de esta pequeña pedanía de Castellote, en el Maestrazgo turolense. Su profunda conexión con esta población donde no viven más de 20 personas durante todo el año, le ha servido además como fuente de inspiración en su primer producto como especialista en dermocosmética. ‘Salada’ es la crema solar de la montaña, del agricultor, del implacable sol de agosto en Teruel. También es ‘esencia’ de nostalgia.

“Ladruñán es ese rincón escondido que no sale en las guías pero que se te queda grabado en el alma. Ahí el tiempo no corre, se saborea. Para mí, crear un producto con propósito tenía que partir de un lugar real, que me devolviera a la esencia (...) Y Salada nace desde ahí, desde algo íntimo, honesto y sentido. Desde esa tierra donde todo cuesta más, pero todo vale la pena”, comenta la enfermera especializada en dermocosmética avanzada que actualmente reside en Ibiza.

"Porque aunque viva rodeada de mar, mis raíces están hechas de montaña y de polvo seco”

Porque ella ha nacido y vivido en Barcelona, pero su madre le permite enorgullecerse de sus raíces aragonesas. No las olvida. “Ladruñán ha sido siempre el punto de anclaje entre todas mis etapas. Cataluña me dio visión, Ibiza me da expansión, pero Ladruñán me dio fuerza. Allí se aprende que lo importante es trabajar la tierra, cuidar lo tuyo, proteger lo valioso. Esa esencia de cuidado lento, de respeto por el entorno y por la piel misma, es lo que he querido plasmar en mi primer producto. Porque aunque viva rodeada de mar, mis raíces están hechas de montaña y de polvo seco”, se sincera en ‘La Razón’.

La también docente en el máster de Enfermería Estética, Micropigmentación y Tricología menciona casi sin darse cuenta a sus abuelos turolenses. ”Eran personas de campo”, dice, “de manos agrietadas, de madrugar sin reloj, de darlo todo sin pedir nada. Gente que entendía que la tierra no se domina, se respeta. Y Salada lleva esa filosofía. Un fotoprotector puede ser técnico, eficaz, pero también puede tener alma. La dureza de esa tierra, lo que cuesta sacarle fruto, me inspiró para hacer algo que también protegiera con nobleza. Porque si algo aprendí de Teruel es que lo auténtico siempre perdura.

"Salada es una nueva crema solar pensada para resistir, proteger y cuidar"

Una amor por el Bajo Aragón que, hoy por hoy, es casi tan intenso como su pasión por el estudio de la piel y su protección y mejora. “La piel en montaña está expuesta a radiación intensa, a cambios de temperatura, a viento, a sudor… Es uno de los entornos más agresivos para la piel. Un error común es creer que solo en la playa hace falta protección solar. En realidad, la altitud potencia el daño solar. Mi fórmula está pensada para resistir, proteger, y al mismo tiempo cuidar. Justo como la gente que camina esas montañas: fuerte por fuera, sensible por dentro”, comparte.

Su corazón dividido entre su pasado y la dermocosmética deja hueco, evidentemente, al cuidado del planeta. El majestuoso entorno natural de Ladruñán que ha aprendido a valorar desde su infancia, seguramente le haya ayudado a concienciarse casi inconscientemente con el medio ambiente. “He cuidado que los filtros usados respeten los estándares ambientales, y aunque aún estamos trabajando en fórmulas futuras aún más puras, esta versión ya refleja ese compromiso. El packaging es reciclable, no usamos envases sobredimensionados, y el producto está diseñado para generar impacto en la piel, no en el mar. Porque proteger la piel no debería implicar dañar el entorno”, sentencia.

Para terminar, la catalana comparte lo que supone para ella uno de los momentos más emotivos que vive en Calanda, municipio también del Maestrazgo. Con la ‘Rompida de la hora” me emociono. Romper la hora es un latido ancestral. Es decir: Aquí estamos. Seguimos vivos. No olvidamos de dónde venimos”. Porque Alba también es madre, y todo lo bueno que ofrece la generosa Ladruñan también lo quiere para sus hijos. “Lo que más deseo es que crezcan sabiendo que uno puede llegar muy lejos sin olvidar su punto de partida. Que hay belleza en las raíces, aunque estén cubiertas de polvo. Que lo auténtico no necesita adornos”.