Asia

Aldeas de Bangladesh pagan el gran coste de cambio climático

Los efectos del calentamiento global, en especial el incremento de los ciclones y de las inundaciones costeras y de las mareas que llevan agua salada tierra adentro, están devastando Bangladesh

02 November 2021, Bangladesh, Dhaka: A worker washes empty oil drums ahead of recycling it at a warehouse. Photo: Md Manik/SOPA Images via ZUMA Press Wire/dpaMd Manik/SOPA Images via ZUMA Pr / DPA02/11/2021 ONLY FOR USE IN SPAIN
02 November 2021, Bangladesh, Dhaka: A worker washes empty oil drums ahead of recycling it at a warehouse. Photo: Md Manik/SOPA Images via ZUMA Press Wire/dpaMd Manik/SOPA Images via ZUMA Pr / DPA02/11/2021 ONLY FOR USE IN SPAINDPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

(AP). Con cada marea, Abdus Satter ve cómo el mar erosiona un poco más de su vida.

Vive en Bonnotola, un poblado de calles embarradas y casas con tejados de hojalata en el suroeste de Bangladesh donde antes vivían unas 2.000 personas. La mayoría eran agricultores, dijo Satter, de 58 años. Entonces el mar empezó a subir y envenenó la tierra con agua salada. Dos ciclones en los últimos dos años destruyeron los diques de tierra que protegían al pueblo de las mareas.

Ahora quedan apenas 480 personas, después de que el mar dejara al resto sin hogar.

Los efectos del calentamiento global, en especial el incremento de los ciclones y de las inundaciones costeras y de las mareas que llevan agua salada tierra adentro, están devastando Bangladesh y destruyen los medios de vida de miles de personas, dijo Mohammad Shamsuddoha, director general del grupo sin fines de lucro Centro para Investigación de Desarrollo Participativo.

“Es una grave preocupación para un país como Bangladesh”, señaló, añadiendo que las estimaciones eran que unos 30 millones de personas podrían verse desplazadas en las regiones costeras del país.

Mientras líderes mundiales se reunían esta semana en Glasgow, Escocia, para una conferencia climática de Naciones Unidas, países como Bangladesh presionaban para conseguir más apoyo financiero que ayude a lidiar con el calentamiento global.

El acuerdo alcanzado hace una década, según el cual los países ricos darían 100.000 millones de dólares anuales a las naciones pobres para hacer el cambio a las energías limpias y adaptarse al cambio climático, no se ha cumplido. Incluso el dinero que llega -unos 80.000 millones en 2019- queda demasiado repartido como para marcar una gran diferencia sobre el terreno.

En Gabura, otro poblado en el delta del río Bengal, Nazma Khatun, de 43 años, tiene problemas para conseguir comida para sus dos hijas. La mitad de sus escasos ingresos diarios -menos de 3 dólares de coser y vender ropa- va a medicinas para las enfermedades cutáneas que según dice, todo el mundo tiene en el poblado debido a la subida del nivel del mar, que ha contaminado el agua y la tierra.

“Tenemos agua en todas partes, pero ya no hay una gota para beber en los lagos o los pozos”, dijo.

Esta tierra era fértil antes. Khatun dijo que los árboles de jacas y mangos florecían y todo el mundo cultivaba vegetales en su jardín y conseguía agua para beber en lagos, ríos y pozos.

“Ahora es imposible. Mire el lago de allá, el agua dulce ha desaparecido”, dijo.

En 1973, 833.000 hectáreas (3.216 millas cuadradas) de terreno estaban afectadas por la entrada de agua de mar. El proceso se ha acelerado por los ciclones más frecuentes y mareas más altas, que han contaminado los acuíferos. Era una superficie algo menor que la isla de Puerto Rico.

Esa cifra pasó a ser de 1,02 millones de hectáreas (3.938 millas cuadradas) en 2000 y 1,056 millones de hectáreas (4.077 millas cuadradas) en 2009, según el Instituto de Desarrollo de Recursos de Tierra de Bangladesh. La salinidad de la tierra ha subido en un 26% en los últimos 35 años.

En el poblado de Bonbibi Tola, las mujeres se reúnen a diario en un pozo con bomba de mano y recogen agua para beber y cocinar. Cada día caminan hasta 4 kilómetros (2,5 millas) con el agua.

Pero esto no durará. Los pozos de la región sólo tienen agua dulce en los meses tras las lluvias del monzón. En verano, cuando baja el caudal de los ríos del Himalaya, el agua dulce escasea, dijo una de las mujeres, Maheswari Halder.

“Este es el destino al que todos nos rendimos”, dijo.

Los tres poblados están en la región suroccidental de Shyamnagar, donde viven 400.000 personas. Las autoridades dicen que el gobierno bangladeshí no tiene fondos para más plantas desalinizadoras, que convierten el agua salada en dulce.

“La zona necesita quizá 500 plantas desalinizadoras. Pero sólo tenemos unas 50″, dijo Alamgir Kabir, director de una ONG local, la Fundación Nawabenki Ganomukhi.

Aunque su producto interno bruto ha crecido de 6.200 millones de dólares en 1972 a 305.000 millones de dólares en 2019, Bangladesh no puede pagar por su cuenta el coste del calentamiento global. Sólo hay seis países en el mundo más afectados por el cambio climático entre 2000 y 2019, según el Índice de Comportamiento de Cambio Climático de 2021 elaborado por el grupo sin fines de lucro Germanwatch. En esos años, Bangladesh perdió el 0,41% de su producto interno bruto debido al cambio climático, y un único ciclón en 2019 causó pérdidas de 8.100 millones de dólares.

Tampoco debería cargar con todos los costes, afirmó Abul Kalam Azad, enviado especial del país al Foro Vulnerable del Clima, un grupo de países especialmente expuestos a los efectos previstos de un futuro más cálido. Bangladesh, un país de unos 160 millones de personas, ha aportado apenas una pequeña parte de las emisiones históricas del mundo, y sin embargo se ve devastado por el cambio climático, afirmó Azad.

Las ayudas en forma de préstamos costosos no servirán, señaló, aunque préstamos barato combinados con donaciones ayudarían.

Los activistas medioambientales dicen que hace falta un cambio drástico en el debate sobre la ayuda climática para asegurar un incremento continuado del financiamiento a países pobres y vulnerables procedente de diversas fuentes públicas y privadas.

“También tienen que asegurarse de que al menos el 50% de los fondos van a la adaptación (al cambio climático) porque la gente está en primera línea”, señaló Jennifer Morgan, directora de Greenpeace International.

En declaraciones el lunes ante otros líderes, la primera ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina, planteó el espinoso tema de que los grandes contaminantes paguen compensaciones por la destrucción provocada por el calentamiento global.

“La cuestión de las pérdidas y los daños debe abordarse, incluida la distribución global de la responsabilidad por los migrantes climáticos y los desplazados por la subida del nivel del mar, el incremento de la salinidad, la erosión de los ríos, inundaciones, sequías”, dijo.

El Acuerdo de París de 2015 ya contiene una cláusula al respecto. El Artículo 8 establece que los miembros del pacto “reconocen la importancia de atajar, minimizar y abordar las pérdidas y los daños asociados con los efectos adversos del cambio climático, incluidos fenómenos climáticos extremos y procesos lentos, así como el papel del desarrollo sostenible en reducir los riesgos de pérdidas y daños”.

“Por desgracia, no se ha pagado ni un centavo por pérdidas y daños”, dijo Saleemul Huq, director del Centro Internacional de Cambio Climático y Desarrollo, con sede en Bangladesh, en un documental reciente.

Huq señaló que un fondo de compensación por derrames de petróleo ofrece un ejemplo sobre cómo los grandes contaminantes, especialmente empresas de combustibles fósiles, podrían ofrecer financiamiento a las naciones que han visto islas arrasadas o granjas convertidas en desiertos como resultado del calentamiento global.

Los países ricos como Estados Unidos miran con recelo a cualquier sugerencia de que podrían incurrir en responsabilidades legales por emitir durante décadas gases de efecto invernadero que aún siguen en la atmósfera.

Pero abordar estas cuestiones en Glasgow sería crucial, dijo Huq. “De lo contrario, los países en desarrollo, especialmente los países más vulnerables, considerarán la (cumbre) como un fracaso”.

Para Satter, podría ser demasiado tarde.

Cada mañana, las olas se adentran en su hogar y pronto él, su esposa y sus dos hijos tendrán que huir. El mar se ha llevado su futuro y su pasado, dijo, señalando a una zanja embarrada que antes era el jardín donde estaban las tumbas de sus padres.

“Es sólo una cuestión de tiempo”, dijo.