Prevención

Más patologías crónicas que transmisibles en los países pobres

Novartis llevará tratamientos contra las enfermedades crónicas a los países en vías de desarrollo para ayudar a reducir las cifras de mortalidad, 28 millones de personas al año

Un médico local realiza una prueba de diabetes a un pequeño en una localidad de Kenia
Un médico local realiza una prueba de diabetes a un pequeño en una localidad de Kenialarazon

Novartis llevará tratamientos contra las enfermedades crónicas a los países en vías de desarrollo para ayudar a reducir las cifras de mortalidad, 28 millones de personas al año

En un plazo corto, de cinco a diez años, la población de los países en vías de desarrollo tendrá un grave problema de salud a causa de enfermedades crónicas, propias de los países desarrollados –diabetes, hiptertensión, insuficiencia crónica...–, en vez de las transmisibles –malaria, dengue...–. Cada año esto supone la muerte de 28 millones de personas en países de renta baja y media, como se apuntó en la presentación del ambicioso programa de RSC de Novartis para evitar un incremento de esta terrible cifra. Juergen Brokatzky-Geiger, director global de Responsabilidad Corporativa de Novartis, explicó que desde la compañía se trabaja por «el derecho a la salud de los pacientes como un derecho fundamental». Por eso se ha puesto en marcha un proyecto ambicioso, Novartis Access, con el que pretende tratar de aquí a 2020 unos 20 millones de pacientes de 30 países gracias a su programa de medicamentos (con patente o genérico) a un dólar (0,90 euros) puesto en marcha el año pasado, para favorecer el abordaje de diferentes enfermedades crónicas en aquellos países con rentas más bajas. «Uno de los retos es hacer un seguimiento del programa, de saber si el fármaco llega a los pacientes que lo necesitan», subrayó Jesús Acebillo, presidente de Novartis España.

En este sentido, el primer país en el que se ha puesto en marcha la iniciativa es Kenia, donde se evaluarán todas las necesidades y se medirán, con indicadores, la efectividad y eficiencia del programa. De momento, en esta región africana se han demandado más de 100.000 tratamientos mensuales para cinco medicamentos y se esperan cubrir 47 demarcaciones regionales a finales del años 2017.

La «Lista de Medicamentos Esenciales» que elabora la OMS ha servido de base para seleccionar los medicamentos incluidos en el programa, cuyo empaquetamiento es diferente para evitar así el mercado negro, y entre ellos están los más recetados de marca: Diovan, un antihipertensivo; Galvus, un antidiabético vildagliptina; y Femara, o letrozol, para el cáncer de mama. Entre los genéricos de Sandoz (filial del laboratorio suizo) se halla amlodipina, bisoprolol y HCTZ, para el fallo cardíaco e hipertensión; furosemida, para problemas cardiovasculares; ramipril, para la hipertensión; la simvastatina para la dislipidemia; la glimepirida y metformina para la diabetes; el anastrozol y tamoxifeno para el cáncer de mama; el salbutamol inhalado, para el asma, y la amoxicilina en comprimidos dispersables, para la EPOC e infecciones respiratorias.

Este tipo de proyectos resulta ambicioso en el momento en que hay que trabajar con las autoridades locales, con las ONG y los organismos sanitarios de cada país porque cada uno cuenta con una idiosincrasia diferente y tiene unas necesidades especiales. La detección y el seguimiento de las patologías crónicas no resulta sencillo en países con infraestructuras de atención médica deficitaria, como expuso Brokatzky-Geiger en su presentación, pero desde el laboratorio se prestan como guía para conseguir sentar las bases y los pilares de los tratamientos. «Trabajamos con la población local y con ONG para poner en marcha las infraestructuras que hacen falta para llevar los tratamientos a los pacientes. Esto es lo complicado», concluye Brokatzky-Geiger.