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Violencia de género

No son monstruos

«Los pedófilos suelen parecer hombres encantadores que tienen en un altar a los críos»

Foto: Gtres
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«Los pedófilos suelen parecer hombres encantadores que tienen en un altar a los críos»

Escribía en mi anterior artículo sobre la enormidad de delitos sexuales a menores. Me preguntaba cómo es posible, y entendía que debajo de todo subyace una cultura de la violencia; una necesidad de poder, una cierta condescendencia social que nos lleva a no dar crédito a los pequeños. A pesar del proverbio de que los niños siempre dicen la verdad, la verdad es que en gran parte de los casos no se les cree o se minimiza su declaración. Es parecido a lo que ocurre con el maltrato a las mujeres. Se duda de sus declaraciones, se las desampara y, como estamos viendo con espanto, a veces se las asesina impunemente. A ellas o a sus hijos. A veces me pregunto si no será que muchos de los escépticos, de esos que mienten asegurando que hay tantas denuncias falsas, de aquellos que desprecian el problema e incluso culpan a las propias mujeres, no habrán cometido o deseado cometer ese delito. Me pregunto, teniendo en cuenta que ambos atentados se comenten casi en el 90% por varones, si no será que esa necesidad de poder que nuestra cultura les inculca penosamente, les hace silentes y cómplices de sus congéneres. Porque verán, según dicen los expertos, tampoco los abusadores de menores son monstruos. Todo lo contrario, los pedófilos suelen parecer hombres encantadores que tienen en un altar a los críos. Son depredadores sexuales que no creen estar haciendo nada malo y se justifican alegando que los niños y niñas les seducen. Los abusadores circunstanciales, progenitores en muchos casos, no se sienten atraídos hacia la infancia, si esto ocurre es por un impulso con el que canalizan la hostilidad que no han podido sacar de otro modo. Este tipo de agresor está detrás de la mayoría de abusos sexuales a menores. Esta aparente normalidad y su poder social, es un motivo importante para pensar que no se de crédito ni a mujeres ni a niños. Si no, ¿por qué no se resuelve? Hondo, hondo es el impedimento.