Cuando se viaja, no solo se busca paisajes de ensueño o monumentos de postal. También se quieren probar nuevos sabores que hablen de la tradición y de la identidad del lugar. Así lo entiende National Geographic, que ha puesto su lupa sobre Tejeda, una joya situada en la cumbre de Gran Canaria, para revelar uno de los secretos mejor guardados del archipiélago canario: su cocina “de altura”.

Tejeda, un municipio que parece suspendido entre barrancos y al abrigo del majestuoso Roque Nublo, símbolo por excelencia de la isla, ha sido protagonista de un reportaje que exalta tanto su belleza natural como su riqueza culinaria. Las calles que serpentean desde la iglesia principal conservan una estampa digna de óleo: casas encaladas, tejados de barro y pequeños jardines donde las macetas florecen como testigos del tiempo. En este entorno sereno se alza el Museo de las Tradiciones, un edificio que invita a conocer el modo de vida rural que ha forjado la identidad del pueblo a lo largo de generaciones.

Pero si algo ha llamado poderosamente la atención de los expertos de la revista, es la gastronomía local. Papas, quesos, vinos, mieles… y por supuesto, la almendra, alma de la repostería tradicional de Tejeda. Platos como el potaje de berros, el caldo de papas o la carne de cabra son verdaderas delicias que resumen la esencia de la tierra.

Entre los rincones destacados, La Cueva de la Tea emerge como un imprescindible para los paladares exigentes, donde se pueden degustar delicias como las célebres papas a la Bentayga. A esta experiencia gastronómica se suman las bodegas Bentayga y Peña Rajada, así como tiendas tradicionales como La Tienda de Paco, y queserías artesanales como Naroy, El Roque, Cuevas del Rey, El Toscón de Tejeda o El Manjar de Tejeda, verdaderos templos del sabor isleño.

Las mejores palmeras de Canarias

Pero si hay un lugar que simboliza el sabor dulce de Tejeda, ese es la Dulcería Nublo. Fundada en 1946 por Dolores Navarro, esta dulcería es ya una institución en el territorio canario. Sus palmeras, con más de veinte sabores, junto a polvorones, bollos, mazapanes y dulces de almendra, han convertido este rincón en parada obligada para turistas y locales.