Naturaleza
El rincón de España que luce como un cuento de Disney: dunas, faros y un oasis auténtico
Un triángulo perfecto de naturaleza se abre paso junto a un faro del XIX y kilómetros de playa
Quien llega al sur de Gran Canaria descubre un espacio natural con tres piezas que encajan sin esfuerzo aparente. Un campo de dunas que cambia con el viento. Una laguna salobre conocida como La Charca que sirve de parada para aves migratorias. Un palmeral que fija el suelo y recuerda que aquí conviven mar y tierra. Todo está dentro de la Reserva Natural Especial de las Dunas de Maspalomas que suma algo más de cuatrocientas hectáreas y que el Gobierno de Canarias protege como área singular.
El visitante suele empezar por la arena. La primera sensación llega al pisar los caminos balizados que atraviesan el mar de dunas. No es un capricho. Mantenerse en las rutas señalizadas ayuda a que la duna siga su ciclo y evita erosión innecesaria. La luz cambia a lo largo del día y el perfil de cada lomo se mueve con los alisios. A pocos pasos aparece La Charca. Allí descansan garzas y otras especies que usan el corredor atlántico. Es un observatorio a cielo abierto que exige distancia y paciencia. La recomendación es mirar y no invadir.
El faro marca el horizonte y también el ritmo de la jornada. Se encendió por primera vez en 1890 tras casi tres décadas de obras y hoy es uno de los hitos del litoral grancanario. Diferentes fuentes sitúan su altura en torno a los 150 metros. También recuerdan la dificultad constructiva por la falta de vías terrestres en la época y la necesidad de traer materiales por mar. La torre sigue en pie como referencia para navegantes y como punto de encuentro para quienes pasean por Meloneras al atardecer.
Clima
El clima explica parte del éxito. Las temperaturas medias se mueven entre valores suaves en invierno y cálidos en verano. La estadística sitúa el rango habitual entre 16-27ºC con poca lluvia anual. Para quien busca playa en enero o una caminata temprana en octubre las probabilidades juegan a favor. Las autoridades insulares venden este rasgo como una ventaja competitiva que permite actividades al aire libre durante todo el año.
Turismo
Maspalomas pertenece al municipio de San Bartolomé de Tirajana. La institución local trabaja desde hace años con un dilema claro. Cómo sostener la economía turística y a la vez mejorar la vida del residente y cuidar el entorno. En 2025 el alcalde defendió un plan con vivienda pública, nuevas infraestructuras y mejoras de eficiencia que buscan fijar población y no limitarse a la lógica de destino vacacional. La discusión pública no es menor. Incluye la regulación del alquiler vacacional, la gestión de eventos y el uso del espacio público en zonas de alta afluencia.
El debate no invalida la visita. La matiza. Hay margen para disfrutar y también para hacerlo con cabeza. Las recomendaciones básicas son claras. Mantenerse en pasarelas y senderos. Respetar las áreas cerradas en La Charca. Evitar residuos que el viento puede desplazar hacia el sistema dunar. Elegir alojamientos con políticas ambientales verificables. Todo suma para que el ecosistema siga funcionando y para que la experiencia del viajero no deteriore aquello que vino a ver. Las campañas de información del propio destino insisten en estos puntos y agradecen la colaboración de quien llega desde fuera.
Cúando venir a Maspalomas
El cuándo depende de cada agenda. En verano el baño es casi seguro y las tardes invitan a quedarse en la orilla. En primavera y otoño el paseo por la duna resulta más cómodo y el viento suele dar respiro. En invierno se puede combinar un chapuzón breve con una ruta a pie por el litoral. Todo ello con un ojo en los avisos meteorológicos cuando se anuncien episodios de calima o lluvias intensas que a veces afectan al archipiélago. La norma general aun así es de estabilidad.
Recomendaciones
Queda la mirada de quien cuenta la historia. Maspalomas tiene imagen de escenario de cine por la combinación de arena, agua y piedra. Pero funciona como territorio vivo. A media mañana los corredores cruzan el paseo. En La Charca los prismáticos buscan siluetas quietas. En el faro se hacen fotos de grupo y se toma un respiro. El lugar admite el turismo pero reclama cuidado. El reto de los próximos años pasa por mantener esta ecuación. Si se logra, la noticia será sencilla. Un destino que sostiene empleo y que preserva un sistema natural único. Una suma que interesa al residente y al visitante. Una forma de viajar que no borra lo que hace especial a Maspalomas.