El secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Luis Argüello, ha protagonizado este lunes el Ciclo de Formación Permanente de la Diócesis de León celebrado en el Seminario Mayor San Froilán de la capital leonesa, donde se ha referido a la polémica Ley de Eutanasia que entraba en vigor hace uno meses en España.

“El sufrimiento de cada uno es tierra sagrada y debemos ser muy comprensivos, aunque ante la persona que sufre lo que hay es una fuerte llamada al cuidado, al acompañamiento, al respeto y a animar a vivir su propia existencia sabiendo que nosotros no somos dueños de nuestra propia vida”, señala el también obispo auxiliar de Valladolid, en declaraciones recogidas por Ical, para quien hay personas “que son incurables pero no incurables”.

“Hay personas que sufren y hay que atender el sufrimiento y no únicamente abrir la puerta de la muerte como única solución”, insistía Monseñor Argüello, mientras explicaba que esa línea roja de la vida “es un punto firme de apoyo para la construcción del bien común”.

En este sentido, apuntaba que las personas no son individuos aislados ya que forman parte de una trama de relaciones y con vínculos y que las decisiones que adoptan afectan a los demás.

“Es comprensible que una persona que sufre diga que quiere autodeterminarse sobre su propia existencia, pero eso, en el derecho a la libre decisión no es un valor absoluto sino que hay que ponerlo siempre en relación con aquello que se decide y con las consecuencias que tiene para otros en la trama de relaciones de la que todos formamos parte y que constituye, seguramente, lo mejor de la vida porque parte de un don que recibimos de esa misma trama de relaciones”, finalizaba.

Franco

Por otra parte, preguntado por la celebración de misas en honor a Francisco Franco y a sobre si la Iglesia se plantea no autorizar las que no sean solicitadas por la familia sino por colectivos de ultraderecha, Monseñor Argüello apuntaba que, en su opinión, rezar por los difuntos es algo bueno. “Todo lo que sea rezar por ellos, pedir la misericordia de Dios, porque todos somos pecadores y necesitamos de ella, nos parece oportuno”, decía, aunque, por el contrario, advertía de las celebraciones de los difuntos como acto político. “En este como en cualquier otro caso no nos parece oportuno”, decía.