
Sociedad
La "madurez" de la autonomía de Castilla y León y su lealtad a España frente a la confrontación
Las Cortes acoge la presentación del libro "40 años de autonomía"

Las Cortes de Castilla y León han acogido este martes la presentación del libro "Castilla y León: 40 años de autonomía" auspiciado por el Consejo Consultivo y que reúne a más de 40 autores, que ha reunido a la flor y nata de la política de la Comunidad durante la democracia, desde el primer presidente, el socialista Demetrio Madrid, hasta Juan Vicente Herrera, el antecesor de Fernández Mañueco, además del ex secretario regional del PSOE, Jesús Quijano; o la expresidenta del Consejo Consultivo, María José Salgueiro.
Todos ellos, además del profesor titular de la Universidad de Valladolid Enrique Berzal, debatían en una mesas redonda sobre la construcción de la autonomía, mientras que después se celebra otra sobre las señas de identidad de Castilla y León con el catedrático de la Universidad de Alcalá, Javier Rivera Blanco; el exrector de la Universidad de Salamanca, Ignacio Berdugo; y los catedráticos de la USAL, María Jesús Mancho; de la UBU, Santiago Bello; y de la ULE, Susana Rodríguez. Esta segunda mesa está moderada por el periodista de RTVCyL José Luis Martín.
Antes, el presidente del Consejo Consultivo de Castilla y León, Agustín Sánchez de Vega, abría esta jornada de presentación del libro reivindicando el “ejemplo de lealtad, tranquilidad y calma” que supone la autonomía de esta tierra frente a la “confrontación” y la búsqueda de “disgregaciones” de otros territorios, en alusión a Cataluña o País Vasco.
En este sentido, destacaba, en declaraciones recogidas por Ical, que tras cuatro décadas de desarrollo autonómico, Castilla y León “ha llegado a un nivel techo importante y amplio, al mismo nivel que el resto de comunidades”, con la diferencia de que en la castellana y leonesa “siempre ha habido lealtad al sistema constitucional y la tendencia a buscar lo que nos une y no las disgregaciones”.
Asimismo valoraba que la Comunidad "siempre" ha tenido una idea integral de lo que es España, el conjunto de los españoles y la Constitución española, que impide situaciones de segregación o autodeterminación.
Todo ello pese a contar recientemente con un intento de desagregación procedente del leonesismo, que no impide, en su opinión, que en los 40 años de autonomía se haya logrado “un desarrollo de un cierto sentimiento e identidad de Comunidad Autónoma”. Y reivindicaba que el mundo es la seña de identidad de Castilla y León en cuestiones como la lengua o la universidad.
Por otro lado, advertía de la irrupción de formaciones que “plantean posiciones populistas o extremas”, algo que “tensa la situación" aún más si cabe.
En cualquier caso, Sánchez de Vega defendía la “madurez” de la autonomía de la Comunidad.
E vicepresidente primero de las Cortes, Francisco Vázquez, también participaba en esta jornada, en la que agradecía a los presentes su presencia y su participación en el libro “desde la discrepancia política” pero con “talante”, algo que, según decía, parece que es "imposible en estos tiempos de polarización”.
Respecto al libro, se divide en cuatro capítulos, de tal manera que en el primero se analizan los primeros pasos de la autonomía y el diseño del Estatuto para pasar después a analizar los pilares estatutarios sobre los que se sostiene Castilla y León. El tercer bloque analiza las instituciones autonómicas y sus formas de gobierno y el último capítulo aborda el ejercicio de las competencias autonómicas durante los últimos 40 años.
Ofrecer un análisis profundo y riguroso sobre el proceso de construcción autonómica y analiza logros como el progreso económico de sectores como la agricultura y la ganadería, el sector servicios y la industria, así como los desafíos y retos que enfrenta Castilla y León como la centralización o descentralización administrativa, las tensiones entre provincias, la despoblación, el envejecimiento o la falta de oportunidades para los jóvenes que “ha llevado a una notable emigración”, según Vázquez.

Tender puentes
El expresidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, firme defensor del autonomismo útil en su trayectoria política, advertía en la mesa redonda que no se pueden endosar a las autonomías los problemas o desequilibrios que hoy tiene España.
A su juicio, “autonomías y modernización van de la mano”, del mismo modo que, en España, "sucede con autonomismo y democracia”, y con “autonomías y estado del bienestar”. “Yo no era una persona con enormes convicciones regionalistas, pero durante mi trabajo he desarrollado un sentimiento de Comunidad. Ese sentimiento sí existe, pero hay que trabajarlo, con compromiso, con iniciativas públicas y privadas, a través de la educación y otras herramientas”, decía.
A su juicio, “lo mejor para Castilla y León y para España está por venir”, si bien para ello realizaba un “llamamiento a los responsables políticos actuales”, instándoles a “reconstruir puentes”. “Hay que hablar mucho más de puentes que de muros. Debemos ser más conscientes de la importancia de lo que nos une que de los que nos separa, para afrontar las reformas imprescindibles y necesarias”.
En términos similares se expresó Jesús Quijano, que pedía “tender puentes y eliminar trincheras” como leitmotiv principal de la actividad política. En su aportación al libro, con el título ‘La gestación del estatuto, relato de un testigo presencial’, desgranó cómo fue el “dificultoso” proceso “hasta el alumbramiento”, desde los momentos iniciales, con dos partidos principales, UCD, mayoritario entonces, que “entró en el proceso con enormes inseguridades” mientras afrontaba el inicio de su “declive”, y el PSOE.
“Los desacuerdos iniciales se centraban en asuntos como el propio modelo de comunidad. La idea inicial de la UCD era hacer algo igualitario de provincias, una especie de mancomunidad, y no tanto un entramado institucional con su propio parlamento y gobierno. Había una confrontación ahí que se saldó con el tiempo”, comentó antes de explicar que el Estatuto de Castilla y León fue el único que no precisaba de antemano las sedes de las instituciones. Además, señaló que “no hubo acuerdo previo en algo tan fundamental como el sistema electoral de la Comunidad”, ya que “UCD quería que cada provincia tuviera el mismo número de procuradores”, mientras que los socialistas optaban por que cada provincia tuviera la representación que correspondiera por su población, asegurando un mínimo por provincia.

Demetrio Madrid recordaba que en esa época de los primeros años de la Democracia "queríamos vivir y construir un país nuevo, diferente, democrático, un Estado moderno, europeo en definitiva. Eso vino a dar respuesta a la Constitución de 1978, de la cual dimana el conjunto de todos estos deseos y sentimientos perentorios”, comentaba.
También reconocía que hubo alguna dificultad en el terreno de la conformación de las instituciones dentro de la Comunidad. "Había dos posiciones que nos separaban bastante y nos detuvieron de forma que al final el estatuto de autonomía de Castilla y León fue el último que se aprobó de los 17 de toda España, relacionadas con el papel de las diputaciones”, apuntaba.
El encargado de cerrar las intervenciones fue el profesor de la Universidad de Valladolid Enrique Berzal, que ahondaba en cuestiones como el papel de la historia, la filosofía de la descentralización en España y por qué fue el último estatuto en aprobarse. A su juicio, “el historiador debe desdramatizar los procesos”, ya que “nada existe desde tiempo inmemorial, ni las naciones, ni las autonomías”, que “son construcciones históricas y procesos políticos administrativos” en cuya configuración “hay mucho azar histórico”. “Se dice que Castilla y León es una comunidad artificial, pero ¿cuál no lo es?”, cuestionó antes de sentenciar que “los sentimientos se construyen”. En su opinión, la descentralización puede obedecer a dos premisas: procurar el bienestar de los ciudadanos o dar satisfacción política a nacionalismos subestatales preexistentes, y para él el inicio del proceso en España obedeció a ese segundo anhelo.
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