
Educación
El pacto para retrasar la entrega del teléfono móvil a los 16 años ya llega a 113 centros escolares de Castilla y León
Valladolid, con 64 colegios e institutos, y Burgos, con 53, encabezan el movimiento Adolescencia Libre de Móviles en la Comunidad

Acaba la Primaria, comienza la Secundaria, con 12 años, y la ‘bomba’ cae en sus manos. La ‘bomba’ no es otra cosa que el teléfono móvil que en algunos casos llega como regalo de Comunión, a los 9 años. Muchas familias se ven forzadas a comprar a su hijo el primer smartphone por la presión social y el temor de quedarse aislado, cuando los expertos y los estudios recomiendan retrasar, todo lo posible, la entrega de un teléfono con acceso a internet. No en vano, la sobreexposición de un niño a una pantalla genera serios problemas del desarrollo, en un momento en que el cerebro está en plena formación. De ahí que padres de toda España se hayan unido al movimiento Adolescencia Libre de Móviles (ALM), que surgió a finales de 2023 en Barcelona. Hoy, casi dos años después, familias de alumnos de 3.206 colegios e institutos del país han firmado un pacto para retrasar la entrega de un teléfono móvil, al menos, hasta los 16 años y reducir la presión social de quienes consideran que sus hijos no están preparados para contar con este dispositivo. En Castilla y León, son 113 centros, de los que mayor parte están en las provincias de Valladolid (64) y Burgos (53).
Hasta la fecha, la asociación ALM ha logrado 14.738 pactos de familias en España que defienden la medida de retrasar lo máximo posible la compra del primer smartphone con acceso a internet para sus hijos. De ese total, según la información consultada por Ical, 495 corresponden a Burgos, que se sitúa en la quinta provincia con más apoyos del país, solo por detrás de lugares mucho más grandes como Madrid (3.160), Barcelona (3.091), Sevilla (1.059) y Valencia (686). Por su parte, Valladolid aparece en el séptimo lugar, con 432 pactos. Todos los territorios de la Comunidad están representados aunque en mucho menor volumen como Soria (69), León (25), Palencia y Salamanca (23, en cada caso), Zamora (14), Ávila (12) y Segovia (11).
En cuanto al ranking de centros, el Colegio FEC Santa Joaquina de Vedruna en Madrid lidera los pactos a nivel nacional, con 212, seguido del CEU San Pablo en Sanchinarro, también en la capital española, con 125, y Escuela 2 de Paterna (Valencia), con 122. El CEIP Miguel Delibes de Valladolid ocupa el puesto 14, con 76 pactos, repartidos en nueve cursos. El listado de los 50 primeros también incluye al CEIP Sierra de Atapuerca de Burgos, con 42 acuerdos.
La Plataforma ALM reconoce entre sus principios que no es partidario de prohibir y apuesta por que cada padre y madre eduque a sus hijos “como considere”. Eso sí, defiende que la familia tenga a su disposición “toda” la información sobre los efectos nocivos que tiene un smartphone para las personas y, en mayor medida, a los niños y adolescentes. No en vano, buscan concienciar y generar conciencia crítica a los padres y los centros educativos y “empoderarlos” para retrasar la edad. Una de las portavoces del movimiento Adolescencia Libre de Móviles en Valladolid, Noelia Muelas, ha realizado charlas en las universidades públicas de Salamanca (Usal) y Burgos (UBU) y en el Espacio Joven Norte Valladolid, ubicado en el barrio de La Rondilla, además de numerosos centros educativos, tras contactar las ampas y las familias con la plataforma.
El 15 de noviembre ha participado en una mesa redonda en el centro comercial Vallsur de Valladolid, enmarcada en la campaña Zona Cero Pantallas. Reconoce que solo -algo que es tremendamente complicado- reducir la exposición a las pantallas y retrasar, lo máximo posible, la edad de acceso al primer teléfono móvil. En este sentido, subraya a la Agencia Ical que la clave es que la mayor parte de las familias de una clase decida no entregar el dispositivo hasta los 16 años. “Es la única manera de evitar que un niño o adolescente sea el rarito, por no tener un smartphone y estar excluido de las comunicaciones”, precisa.
El retraso de la entrega del móvil no afecta, de manera directa a Noelia, ya que cuenta con unos mellizos de seis años, matriculados en el CEIP Raimundo de Blas Saz en La Flecha (Valladolid), pero es consciente que hay muchos padres que con hijos de esas edades entregan una tableta o un móvil para que estén tranquilos y no molesten. “Llevo dos años metida en la Plataforma y he comprobado que las normas para limitar el uso de las pantallas y la concienciación van muy lentas en España y Castilla y León, en particular. De ahí la importancia de la necesidad de dar mucha información a las familias para que, luego, decidan”, lamenta.
Abuso pizarras interactivas
Pone el ejemplo de las pizarras interactivas que han llenado los colegios, que facilitan el trabajo de los profesores pero que, a su juicio, perjudican el desarrollo cerebral de los niños, sin olvidar los dibujos animados que ven algunos, tanto en el programa Madrugadores como durante algunas clases. Además, algunas tareas se tienen que hacer con tabletas en casa, tras “arrinconar” lo tradicional como el libro y el cuaderno. “Les estamos robando su infancia ya que no juegan con otros niños y parece que solo saben entretenerse delante de una pantalla. Creíamos que los peligros estaban fuera, en la calle, y se optó por que se quedaran en casa pero la realidad es que los verdaderos peligros están en las pantallas. Es muy triste”, sentencia.
En todo caso, la asociación deja claro que “no son antimóvil ni anti tecnología” ni buscan culpables como instituciones, organismos, gobiernos, centros educativos, familias que hayan dado un móvil a edades tempranas y los propios adolescentes. “No somos antitecnología por que estamos a favor de las clases de informática o robótica. Para algo que sea productivo pero no para juegos”, añade Noelia Muelas.
Además, solicitan a las instituciones leyes y una regulación que protejan, de “forma efectiva”, a los menores de edad de aplicaciones, redes sociales y contenido inapropiado. “Castilla y León es lenta a la ahora de tomar medidas, por lo que somos conscientes que la presión debe empezar con las familias y desde abajo”, confiesa la representante de ALM en Valladolid. La Junta asegura que el uso de los teléfonos móviles en las aulas está regulado en los centros de la Comunidad desde el año 2007, ya que su uso está prohibido excepto para fines educativos.
Y que Adolescencia Libre de Móviles muestra su preocupación por el contenido sexual inapropiado, el riesgo de adicción a juegos de azar, la violencia en línea, la exposición a publicidad engañosa, el peligro de ciberbullying, la interacción con desconocidos, el peligro de grooming (acoso y abuso sexual online), la facilidad de acceso a contenido relacionado con conductas autodestructivas y la amenaza de sufrir sexting (envío de imágenes o vídeos íntimos o con connotación sexual), entre otras.
También, mencionan la falta de privacidad, el riesgo de trastornos del sueño, el impacto en el rendimiento académico, el impacto en la concentración y atención, la exposición a la desinformación y las dificultades para desconectar. Y todo ello desde una ‘bomba’ en manos de un niño o adolescente.
Informe Unicef
El informe de Unicef ‘Impacto de la tecnología en la adolescencia en Castilla y León’, con encuestas realizadas en 2021, recogía que el uso del teléfono móvil y las tecnologías entre los adolescentes estaba “claramente” generalizado desde edades muy tempranas. Y es que los niños de Castilla y León tenían su primer teléfono móvil a los 11 años. Algunas de las conclusiones del trabajo fueron que cuatro de cada diez adolescentes de entre 11 y 18 años de la Comunidad reconocía haber recibido mensajes de contenido erótico o sexual, además de ser una práctica cada vez “más habitual”, mientras que un 18 por ciento aseguraba que había quedado con gente que conoció a través de las redes sociales e internet.
La organización alertaba del uso “intensivo” del móvil y la tecnología y con poca o nula supervisión de las familias. No en vano, solo el 32 por ciento de los encuestados en la Comunidad reconocía que les ponían límites o normas sobre su uso de internet y pantalla.
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