Teatro

La bailarina con coronavirus que puso en cuarentena a 76 miembros de “El fantasma de la ópera”

El montaje es el único gran musical todavía en cartel en todo el mundo y muestra el camino a seguir ahora que los teatros volverán a abrir

Los dos protagonistas de la compañía de Andrew Lloyd Webber que interpreta "El fantasma de la ópera"
Los dos protagonistas de la compañía de Andrew Lloyd Webber que interpreta "El fantasma de la ópera"La RazónArchivo

El 14 de marzo, el mismo día en que en España se declaraba el estado de alarma y se confinaba a todo el mundo en sus casas, en Seul se estrenaba una nueva y espectacular versión de “El fantasma de la ópera” en el teatro Blue Square. A pesar de que Corea del Sur fue uno de los primeros países en sufrir los estragos del coronavirus, se permitió al teatro abrir respetando todos los protocolos sanitarios establecidos desde el primer brote de la enfermedad. Y no sólo se estrenó, sino que lo hizo con un increíble éxito, demostrando que el público coreano confía en sus autoridades sanitarias.

Sin embargo, dos semanas después, una de las bailarinas de la compañía aseguró sentirse indispuesta. Ante gran desconcierto, le hicieron las pruebas del COVID-19, y por la mañana ya tenía los resultados. Había dado positivo. El miedo empezó a circular por toda la compañía. Los responsables del teatro informaron inmediatamente a las autoridades y en cuestión de segundos los 76 miembros de la compañía fueron puestos en cuarentena en sus domicilios.

Por supuesto, la función tuvo que cancelarse durante 15 días y comprobar cómo habían podido llegar a esta situación. De inmediato, se hicieron tests, del virus y de anticuerpos, a los miembros de la compañía y sólo otro actor dio positivo, a pesar de ser completamente asintomático. También se pusieron en cuarentena y les hicieron tests a todos los trabajadores locales del teatro. No hubo más positivos.

La noticia de que había un caso de coronavirus en “El fantasma de la ópera” corrió como la espuma y un día después el teatro donde se realizaba “Drácula, el musical”, también cerró. Ahora había que saber qué ocurriría con las personas que habían visto el montaje durante aquellos días. Más de 8.000 personas recibieron inmediatamente un mensaje de las autoridades en su móvil asegurándoles que habían estado expuestos a la enfermedad tras ir a ver “El fantasma de la ópera” y que por tanto debían hacer cuarentena.

Después de los 15 días, nadie más desarrolló la enfermedad, lo que demuestra que los protocolos sanitarios funcionan. El teatro volvió a abrir el 23 de abril, día de Sant Jordi, y desde entonces está lleno hasta un 85 por ciento. “Las bailarines son un cuerpo muy unido. Comparten vestuario, calientan juntas, actúan una junto a otra, y cuando acaban la función tienen muy buena relación. Son amigas, vamos. Si los protocolos no se respetasen, todas deberían estar enfermas de coronavirus a estas alturas”, dijo Serin Kalif, vicepresidente de la compañía de Andrew Lloyd Webber.

En la actualidad, el musical sigue abierto sin incidentes y es la única producción de estas características que se puede ver en todo el mundo. Han prorrogado hasta agosto porque el montaje que tenía que sustituirles en junio canceló. “Creo sinceramente que no debemos sólo cruzarnos de brazos y lamentarnos. Hemos de trabajar para volver nuestros teatros seguros y Seul es el camino a seguir”, señaló el mismo Andrew Lloyd Webber la semana pasada el compositor.

Los protocolos sanitarios para que esto sea posible son muy estrictos. Las directrices del gobierno han sido claras desde el primer día, no como en España, y esto ha posibilitado que todos sepan que hacer. Su sistema de test, detección rápida y cuarentena ha funcionado a la perfección, a pesar de puntuales rebrotes. En particular, para los teatros, a todo el público que entra dentro del local se les rocía primero con desinfectante, además de unos sensores termales que controlan la temperatura de todos los asistentes. Lo mismo que ahora, por ejemplo, está llevando acabo el Palau de la Música.

Al público se les hace completar un rápido formulario de síntomas y lugares en los que ha estado recientemente. Además, hay líquido hidroalcóholico por todas partes y recordatorios que han de llevar mascarilla todo el rato. Sólo la primera fila de la platea se quitó para que el escenario esté a una distancia de más de cinco metros del público. El resto de filas permanecen con diferentes grados de separación entre personas o grupos.

En el backstage, no hay abrazos, ni apretones de manos, ni ningún contacto físico imprescindible. Nadie comparte comida ni bebida, el vestuario, el atrezzo y las pelucas son desinfectadas cada 45 minutos y lavadas a altas temperaturas con jabón desinfectante. Los actores llevan mascarilla todo el rato salvo cuando los maquillas o cuando salen a escena

Los actores no cambian sus interpretaciones, incluso se besan si toca. Los fraseos enunciados al cantar pueden hacer que las gotas de saliva tengan mayor alcance, pero según los estudios no hay una incidencia mayor. El único cambio, avisan desde la compañía, es la respuesta del público, más comedida, como si tuviesen más respeto de mostrar su entusiasmo en público. No hay ovaciones como antes. Esta es la nueva normalidad, pero al menos nos informa de que volver a los teatros con seguridad es posible.