Cristóbal Colón

Cristóbal Colón, un símbolo de amor y odio para el independentismo

La estatua del almirante en Barcelona sigue siendo objeto de controversia entre el separatismo

La ola de indignación desatada contra la muerte de George Floyd a manos de la Policía en Estados Unidos ha derivado en un tsunami de protestas a nivel mundial contra el racismo que ahora está volcando parte de su ira contra algunas estatuas de figuras del pasado. Las estatuas dedicadas a Cristóbal Colón se han convertido en uno de los principales centro de los ataques: en Estados Unidos ya se han derribado cuatro. Barcelona alberga precisamente el monumento a Colón más icónico del mundo y la tentación del independentismo más radical (CUP) por retirarlo ha sido recurrente en los últimos años pese a su gran significado.

Y es que si hay un monumento que define Barcelona y que se ha convertido en un icono internacional ese es el dedicado a Colón y que da la bienvenida a los que llegan a la capital catalana por el puerto. El conjunto escultórico de 57 metros de altura, inaugurado el 1 de junio de 1888 con motivo de la Exposición Universal, está coronado por la imponente escultura en bronce del descubridor realizada por Rafael Atché. En su base hay representaciones de personajes vinculados con el descubrimiento de América, en su mayoría catalanes que tuvieron un papel muy destacado en esa aventura.

Con el paso de los años, Cristóbal Colón ha generado odios y aplausos en Cataluña, una relación ambigua que se ha traducido en el deseo de algunos de echar abajo el monumento y en el intento de convertir en catalán al genovés por parte de otros. Buena prueba de ello es que durante años en el puerto barcelonés pudo visitarse una réplica de la Santa María, la carabela con la que Colón fue hasta el nuevo continente, y que se había usado en el rodaje de la película “Alba de América”. Terra Lliure provocó varios incendios en la nave por considerarla, según sus palabras, un símbolo de “la españolización de nuestras tierras”. La Diputación de Barcelona decidió finalmente hundir el barco ante el elevado coste de la restauración.

Hay otros independentistas que ven con mejores ojos a Colón. Es el caso del controvertido Institut Nova Història capitaneado por Jordi Bilbeny. Este historiador se dio a conocer públicamente con la pintoresca teoría de que en realidad el almirante se llamaba Joan Colom Bertran y pertenecía a una noble familia de Barcelona. Las tres naves habrían zarpado no del puerto de Palos sino de Pals. Este planteamiento ha sido muy criticada por historiadores catalanes, como recientemente han expuesto un grupo de ellos en el volumen “Pseudohistòria contra Catalunya”.

Pese a que el Instituto Nova Història cuenta con subvenciones públicas y cierto eco social entre el independentismo, no ha conseguido que ese posicionamiento haya calado suficientemente y no ha impedido que el separatismo también demonice y asocie a Colón a la “leyenda negra española”. El partido que con mayor firmeza ha abanderado esta postura ha sido la CUP, que en los últimos cinco años ha situado de forma recurrente el debate sobre Colón en el escenario político: de hecho, ha propuesto hasta en dos ocasiones que se retirara la icónica estatua de Barcelona.

La primera vez fue en un Pleno del Ayuntamiento de Barcelona celebrado el 27 de septiembre de 2016. La segunda, también en el Consistorio, el 12 de diciembre de 2018. Los anticapitalistas plantearon readaptar el espacio y sustituirlo por un “símbolo de la resistencia americana contra el imperialismo, la opresión y la segregación indígena”. En ninguna ocasión concitaron el apoyo del resto de grupos. JxCat, por ejemplo, tildó la iniciativa de “frivolidad”, mientras que Esquerra lo consideró innecesario porque no había “presión social” y era un debate “artificial y estéril". En cualquier caso, los dos principales partidos separatistas se alinearon en que la estatua es un “símbolo de la ciudad”, que sobrepasa su propio significado.

Pese a que la retirada de la estatua no ha generado apoyo unánime entre las filas del independentismo, otras iniciativas parecidas y relacionadas con Colón sí han tenido más acogida. Por ejemplo, convertir el 12 de octubre en jornada laborable, algo en lo que sí que se han puesto de acuerdo las tres formaciones independentistas. De hecho, es muy recurrente ver a consellers de Govern o a Quim Torra yendo a trabajar el 12-O bajo el eslogan “nada que celebrar”. Asimismo, el conseller de Políticas Digitales y Administración Pública, Jordi Puigneró, anunció el año pasado que el Govern aprobaría un acuerdo de gobierno que habilitara la fórmula legal para que el personal de la Generalitat pudiera trabajar el 12-O, iniciativa que se le acabó volviendo en contra por el rechazo de los principales sindicatos.