Exposición
Opisso, el artista que dibujó para contarlo
Una exposición ofrece una completa mirada a la obra del artista que se formó con Gaudí y fue fundador de la revista «TBO»
En los últimos años, la obra de Ricard Opisso, pese a que todavía no ha sido objeto de la retrospectiva que se merece en el Mnac, se ha convertido en objeto de deseo de no pocos coleccionistas. Eso ha hecho que, además de recuperar su abundante producción como dibujante, también se haya rescatado su memoria. Hace poco tiempo que la sala barcelonesa Gothsland acometió el nada fácil proyecto de rescatar las memorias inconclusas de Opisso, un documento de primera mano para conocer las interioridades del arte catalán entre finales del siglo XIX y mediados del XX, desde los primeros momentos de la construcción de la Sagrada Familia de la mano de Gaudí hasta la creación de la mítica revista «TBO» pasando por las aventuras bohemias de un jovencísimo Picasso en la Barcelona de «Els 4 Gats». Pero Ricard Opisso también estuvo en el París del Moulin Rouge cuando en aquel local era fácil coincidir con Toulouse-Lautrec y por las calles de la capital francesa era fácil coincidir con el último Oscar Wilde. Todo eso lo contó y lo dibujó.
En sus memorias, redactadas al final de su vida en los años cincuenta, el artista contaba cómo empezó todo y cómo fue el poder trabajar con Antoni Gaudí en la basílica de la Sagrada Familia lo que lo salvó. Así lo escribía en esas hojas autobiográficas: «A mis catorce años, mi familia, asustada de mis locuras, suplicó a Gaudí que me retuviera hasta las nueve de la noche, hora en que Gaudí salía junto con los demás empleados del equipo técnico. Esta orden severa aceleró más mis deseos de chulería, pues en cuanto dejaba a Gaudí al pie de su casa de la calle Diputació, y a dos pasos de la de mis padres, salía a galope tendido hacia Eldorado».
La pasada semana se inauguró en esta misma galería una exposición en la que se recogen algunos de los mejores dibujos de Ricard Opisso, una completa mirada a los temas que le interesaron, al tiempo en el que vivió y a su destreza ante la hoja en blanco. Para ello se han reunido una treintena de trabajos y que ayudan a aproximar al gran público a este artista. El conjunto es una suerte de memoria visual de este creador en un camino en el que podemos caminar por la recreación de sus primeras andanzas hasta la maestría del genio con un envidiable talento para el lápiz.
Uno de los originales más interesantes en la exposición es un retrato de Joaquim Mir, el gran paisajista a quien Opisso vio muchas veces pintando en los alrededores de la llamada «catedral de los pobres» o, lo que es lo mismo, la Sagrada Familia. De hecho, en el dibujo al pastel en Gothsland puede verse tras Mir una torre que podría recordar la del último gran proyecto gaudiniano.
Igualmente fascinante resulta la invitación que se nos hace en la galería a que entremos en una de las noches de bohemia y absenta en el interior del Moulin Rouge. Es evidente que Opisso, en esta ocasión, se inspira abiertamente en los personajes del célebre cartel de Toulouse-Lautrec «La Goulune», el primero de los que ejecutó para el Moulin Rouge. Sin embargo, Opisso sitúa a los dos bailarines – la Goulue y Valentin–desde otro punto de vista, aunque logrando dar un gran dinamismo a la composición.
El movimiento, esa capacidad de crear con tinta china o lápiz dinamismo, es otro de los grandes triunfos del Opisso dibujante y en la exposición es visible en algunos de los originales. Tampoco faltan sus representaciones tan aplaudidas de multitudes, como una cómica escena de playa elaborada con sumo detalle.
✕
Accede a tu cuenta para comentar