Opiniones
Una escritora revela el aspecto en el que Barcelona es superior a Madrid: "Jamás nos ganaréis, la gente flipa"
En 2020 sufrió un accidente en Estados Unidos que la dejó sin visión durante un tiempo
Marta Bustos Góngora es una escritora barcelonesa que es un claro ejemplo de superación. Su principal obra ha sido aquella que tuvo que ver con su peor experiencia a nivel personal, la cual está titulada como 'Cuando perdí mi ojos marrones'. A sus 24 años, Marta sufrió un accidente en Estados Unidos y terminó montando una campaña basada en donaciones monetarias por parte del público, la cual tenía como objetivo conseguir los mejores tratamientos para curarse.
Su vida dio un vuelco de 180 grados en 2020. Mientras estaba en Seattle, ciudad en la que residía con su actual marido de origen estadounidense, la escritora era una aficionada a la producción de cosméticos naturales. Hacía pastas de dientes, detergentes y jabones, algo que puede parecer de lo más inofensivo. No obstante, mientras un día estaba fabricando una tanda de jabones, la mezcla le explotó en la cara.
Un accidente doméstico por el que perdió la vista
Las consecuencias fueron verdaderamente severas, ya que las gafas que llevaba puestas se le saltaron y se terminó quemando la cara. Esta reacción química también entró en contacto con sus ojos, lo que provocó que se quedara "ciega prácticamente de inmediato", según informó al medio La Voz de la Salud.
Posteriormente, la trasladaron al hospital y, por el shock, no sabía como digerir lo que le estaba pasando en ese momento. De hecho, durante las primeras 24 horas, estaba segura de que se "iba a morir del dolor". Inevitablemente, eso fueron "las peores horas de mi vida". El diagnóstico revelo que era "muy grave" lo que le había pasado y cuya causa fue la manipulación de sosa caustica, un elemento químico muy corrosivo.
El reconocimiento de Doña Letizia
Al estar alojada fuera de España, "no podía acceder a un seguro médico y estando en el hospital, como medida desesperada, hicimos una campaña de recolección de fondos". Esto generó la recaudación de mucho dinero a corto plazo, lo cual posibilitó recibir el mejor tratamiento posible. Además, a partir de ahí comenzó a redactar su libro, una historia que también se la entregó firmada a Doña Letizia.
En la actualidad, Marta ha recuperado la visión en su ojo derecho gracias a una operación de queratoprótesis (implante de córnea artificial), pero en el izquierdo aún continúa sin visión. Puede ver colores, formas, expresiones y leer textos, como también puede tener su faceta de creadora de contenidos en redes sociales. Uno de los temas más destacados que ha comentado ha sido sobre esa comparación entre Barcelona y Madrid, dos grandes ciudades españolas.
"En Madrid jamás nos ganaréis con la accesibilidad"
En uno de sus vídeos, esta escritora catalana explica que "mucha gente se indigna cuando en Barcelona o en otras ciudades no pitan los semáforos", algo que puede desencadenar en una percepción negativa en cuanto a la accesibilidad. La contraparte de Madrid es que estos dispositivos sí que hacen ruido, lo cual es de verdadera ayuda para personas con discapacidad visual o para aquellas personas con un sentido de la orientación menor.
Sin embargo, la opinión de Marta con respecto a esto es clara. Revela lo siguiente: "Dejadme deciros que en Madrid nos ganaréis con el agua, nos ganaréis con las calles limpias, pero jamás con la accesibilidad". Asegura que Barcelona está mucho mejor exponiendo la siguiente situación: anima a la audiencia a ponerse en la situación de una persona ciega.
"Da gusto y la gente flipa"
"Imagínate que vives al lado de uno de esos semáforos y que pasa una persona con discapacidad visual o un usuario con bastón. Imagínate estar escuchando un pitido constantemente. Al final, la accesibilidad tiene que ser cómoda para todo el mundo", explica. Aquellas ubicaciones en las que este sonido no está activo, como es el caso de Barcelona, funciona de la siguiente manera: "Nos dan un mandito que activa algunos semáforos principales".
El procedimiento es el siguiente: el usuario le da al mando y "el semáforo pita como, ey, sé que estás aquí". Una vez se pone verde, es cuando empieza a pitar, algo que Marta indica "que da gusto y la gente flipa". Además, no todos los semáforos disponen de esta tecnología, ya que podrían inducir a error en aquellas ubicaciones en los que haya dos o más muy cerca. Tan solo, "suelen estar los de las grandes avenidas".