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Vida en viñetas

Ian Gibson: "Lorca escribe del amor que no pudo ser"

El hispanista firma con el dibujante Quique Palomo el cómic "La vida incombustible de Salvador Dalí"

Ian Gibson Matias ChiofaloEUROPAPRESS

En enero de 1986, un ya muy enfermo y agónico Salvador Dalí pidió al hispanista Ian Gibson que fuera a verlo a Torre Galatea, la que fue su última residencia en Figueres y en la que vivía recluso. El pintor no quería saber nada de nadie y quien fue un hombre que había dedicado buena parte de su vida a los medios de comunicación se había alejado de ellos. Pero esa gélida mañana de enero decidió hacer una excepción porque pensaba que era el momento de contar la verdad de su relación con Federico García Lorca.

Este es uno de los capítulos clave de «La vida incombustible de Salvador Dalí», la adaptación en viñetas de las investigaciones de Gibson sobre el surrealista y que ha llevado a cabo con mano maestra el dibujante Quique Palomo. El libro, publicado por Planeta Cómics, es un recorrido por la vida desaforada de Dalí, con una especial atención a dos personajes fundamentales, como son Lorca y Gala, la eterna musa, confidente, esposa y casi madre del mejor pintor que ha dado la comarca del Empordà.

El veterano investigador, en conversación con este diario, al ser preguntado por lo que le queda por saber de Dalí reconoce que «casi todo, lo mismo que con García Lorca. Llevo años estudiándolo, así como a sus amistades múltiples, pero ves que llegar al final del pozo es imposible. ¡Si no nos conocemos ni a nosotros mismos! De Gala, por ejemplo, ¿dónde están sus diarios? Nunca concedió una entrevista ni habló de su relación con Dalí. Es algo que no he podido seguir investigando, pero me fascina aquella relación de pareja. Gracias a su hija Cécile Éluard y a su sensatez, a la que pude conocer por Rafael Santos Torroella, podemos saber algo de la relación epistolar con Paul Éluard. Yo no puedo seguir investigando, pero Dalí y Gala son personajes de fábula».

Hay más enigmas a los que Gibson ha intentado dar respuesta en los últimos años, pero sin suerte. Uno de los que más le inquietan es la falta de una parte de la correspondencia que el autor del «Romancero gitano» mantuvo con el padre de los relojes blandos. «¿Dónde está la correspondencia con Federico? Menos mal que Lorca la guardaba, pero falta la otra mitad. No la tenemos», asegura. Es verdad porque en la Fundació Gala-Salvador Dalí hay pocas, muy pocas cartas del granadino al ampurdanés, aunque parece que Gala y sus tijeras se encargaron de hacer desaparecer parte del epistolario.

El libro, como ya se ha dicho, contiene la última entrevista que Dalí concedió y que fue a Ian Gibson. «Yo no quería salir, pero Quique Palomo me convenció. Dalí, a través de Antoni Pitxot, me llamó. Pitxot le había leído pasajes de mi biografía de Lorca en la que comentaba su relación con él. “Si no vienes hoy, a lo mejor el señor Dalí dirá que no. Ayer echó a patadas al director del Prado”, me dijo», rememora Gibson. Cuando lo vio, apunta el hispanista, «estaba hecho una ruina. No me lo creía. Al comprobar su condición física me sorprendí al ver a una figura temblando por el párkinson. Él deseaba decirme la verdad, que quería a Lorca, aunque no podía satisfacer su deseo. Me produce una gran alegría haber hablado con Dalí y vincular la obra de Lorca con su homosexualidad. Ningún creador inventa desde el vacío. La temática no se elige y Lorca escribe sobre el amor que no pudo ser».

Tras salir de la Torre Galatea, Gibson supo que dedicaría todos sus esfuerzos a acabar sus investigaciones sobre Lorca y empezar otras dedicadas a la vida de Salvador Dalí y Luis Buñuel. «Fue un impulso», asegura este maestro que sigue al pie del cañón, con la misma curiosidad de siempre, aunque ahora acercándose a su compatriota James Joyce.