Novedad editorial

Una mirada a la Generación del 27 con ellos y ellas

Una antología ofrece una dimensión diferente y más completa sobre el legendario grupo poético

Una imagen de familia del grupo del 27 durante la presentación de «La realidad y el deseo» de Luis Cernuda, en 1936
Una imagen de familia del grupo del 27 durante la presentación de «La realidad y el deseo» de Luis Cernuda, en 1936Víctor Fernández

Cuando Federico García Lorca fue asesinado, en agosto de 1936, no sabía que formaba parte de un grupo llamado Generación del 27. Fue mucho tiempo después cuando uno de sus miembros, Dámaso Alonso, creó esa denominación que no fue del agrado, por ejemplo, de Luis Cernuda, otro de los históricos del llamado 27. El histórico homenaje a Luis de Góngora en el Ateneo de Sevilla, en diciembre de 1927, con la plana mayor de los jóvenes poetas, y la antología que Gerardo Diego lanzó en la editorial Signo en 1931 sirvieron de alguna manera para construir el discurso literario e histórico que ha perseguido a aquellos creadores.

¿Y las creadoras? ¿Y aquellas mujeres que se dedicaron también a escribir versos en un tiempo que se ha denominado la Edad de Plata? Diego no incluyó a ninguna de ellas y eso que había muchas voces femeninas. Es arriesgado calificar ese criterio editorial como olvido. Afortunadamente, este hecho ha cambiado en los últimos años gracias, sobre todo, al documental «Las Sinsombrero» de Tània Balló, Serrana Torres y Manuel Jiménez Núñez. Tampoco se puede olvidar la gran antología poética «Peces en la tierra» en el que Pepa Merlo reunía las poetas más importantes desde finales del siglo XIX hasta los primeros compases de la Guerra Civil.

Con todo esto, lo que faltaba era darle forma y crear una nueva mirada más amplia a ese concepto denominado «el 27». Eso es lo que aporta un libro publicado por Alba en su colección de poesía –dirigida por Gonzalo Torné– bajo el título «Las Sinsombrero y un nuevo 27». Al cuidado de Ana Fernández-Cebrián, debe decirse que el volumen abre nuevas e interesantes puertas, yendo más allá de aquella dimensión canónica que nos dieron hace años José Luis Cano o Vicente Gaos quienes seguían los pasos del citado Gerardo Diego.

En este libro están ellos y ellas, aunque con criterios que pueden ser también objeto de debate. Porque se trata de una antología de, como dice la editora, «algunos de los poetas que transformaron la imaginación poética en España desde el primer tercio del siglo XX», encabezado con Juan Ramón Jiménez como faro, título que también podrían compartir fácilmente tanto Rubén Darío como Antonio Machado.

No encontraremos tampoco todos los poetas del 27, es decir, no están aquellos que seleccionó Diego, pero sí los esenciales como Federico García Lorca, Luis Cernuda y Vicente Aleixandre, además del siempre injustamente olvidado León Felipe. Llamativa es la inclusión de Miguel Hernández como compañero de estos poetas, pese a que suele ser incluido en el grupo poético nacido poco antes del estallido de la Guerra Civil.

Pero lo más interesante de esta innovadora propuesta es que ellos dialogan con ellas. Es decir, Lorca dialoga con Concha Méndez al igual que Aleixandre lo hace con Ángela Figuera Aymerich y Luis Cernuda con Elisabeth Mulder. También tenemos a Ana Martínez Sagi, Josefina de la Torre, Josefina Romo Arregui y Lucía Sánchez Saornil. Leídas ellas junto a nombres tan reconocidos y aclamados se constata que el silencio que sufrieron fue injusto y que su valor poético es sólido tantas décadas después.

Por eso, se agradece que Ana Fernández-Cebrián nos dibuje una cartografía diferente a lo que viene siendo habitual de un río que nace en el acto del Ateneo de Sevilla de 1927 y que acaba desembocando de alguna manera con el golpe de Estado de Franco y sus generales, los mismo que con sus actos, entre otras cosas, hicieron que muriera para siempre aquella Edad de Plata.

El 27 de este libro nos parece más abierto, repleto de espigas frescas, sin la polvorienta capa de las lecturas académicas y cerradas. No deja de ser curioso que, pese a las muchas ediciones y antologías, no hayamos tenido hasta ahora esta visión de conjunto, sin diferencias entre ellos y ellas, y con el denominador común de la modernidad, así como la devoción por los clásicos. Tampoco tenemos, y eso chirría mucho, una «biografía» completa escrita de ese grupo. Tal vez gracias a «Las Sinsombrero y un 27» alguien se anime a dar ese paso. Ojalá.