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Crisis

Nueva fractura en el independentismo: la ANC acusa de "sumisión" a los líderes y llama a la desobediencia civil

La entidad acusas a Junts y a ERC de haber conseguido acuerdos "de broma" con el PSOE

El presidente de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Lluís Llach ASSEMBLEA NACIONAL CATALANAEUROPAPRESS

La Assemblea Nacional Catalana (ANC) ha lanzado un duro alegato contra los dirigentes independentistas a quienes acusa de haber “escogido la vía de la sumisión en lugar de la confrontación democrática”. En el manifiesto ‘Tenim més motius que mai’, difundido con motivo de la Diada del 11 de septiembre, la entidad reclama “salir en masa a ocupar las instituciones” y defiende la necesidad de preparar un nuevo choque con el Estado.

La ANC denuncia que, desde el año 2018, los partidos soberanistas han renunciado a mantener la confrontación política abierta tras el referéndum del 1-O y se han limitado a “alimentar una ruta de la normalización estéril y engañosa, basada en mesas vacías, promesas falsas y pactos sin cumplimiento real”. Según la organización, Junts y ERC “han cambiado la voluntad del pueblo por sillas, por sueldos, por cuotas de poder”.

En el texto, se lanzan reproches directos a los acuerdos alcanzados con el PSOE. “La amnistía es un fraude. El catalán en Europa es humo. El traspaso de Rodalies, una broma. Y la financiación ‘singular’ es una burla disfrazada de concesión”, señala el manifiesto, en referencia a las negociaciones abiertas por los partidos independentistas en Madrid.

Frente a esta estrategia, la ANC apuesta por impulsar la desobediencia civil organizada y por promover la “ruptura política, institucional y social con España”. Aseguran que “hay más motivos que nunca para preparar un nuevo embate, más fuerte, más valiente y más definitivo que el de 2017”, en clara alusión al referéndum unilateral celebrado el 1 de octubre de aquel año.

Un movimiento en decadencia política

La llamada a la movilización se produce en un momento de evidente desgaste del movimiento independentista, que atraviesa su etapa más complicada tanto en las instituciones como en la sociedad civil.

En el plano parlamentario, el independentismo ya no suma mayoría. Junts y ERC han visto cómo sus resultados electorales se reducían elección tras elección, hasta perder la Generalitat, lo que ha debilitado su capacidad de influencia en la política catalana. Lejos quedan los tiempos en los que el bloque soberanista dominaba el Parlament y marcaba la agenda política catalana.

Además, las continuas pugnas entre las formaciones han minado cualquier posibilidad de estrategia unitaria. La desconfianza mutua, los reproches cruzados y las distintas apuestas tácticas han terminado por resquebrajar la coordinación que en otros momentos les permitió avanzar de forma conjunta.

El retroceso también se refleja en la calle. Según el último barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), el apoyo a la independencia ha caído a su nivel más bajo desde que se mide, alrededor del 40%. La movilización social, que en otros años llenaba plazas y avenidas, ha perdido fuerza y capacidad de arrastre. Incluso la Diada, convertida durante una década en la gran demostración de poder del independentismo, ha ido diluyéndose en participación y en impacto político.

El declive alcanza también a las principales organizaciones de la sociedad civil que fueron motor del procés y del postprocés. Tanto el Consell de la República como la propia ANC arrastran meses de pérdida de afiliados, divisiones internas y críticas a sus liderazgos. Los proyectos que en su día se presentaron como instrumentos de unidad hoy aparecen fragmentados y sin un horizonte claro, mientras crecen las dudas sobre su capacidad real de movilización.