Figura a recordar

La recuperada memoria histórica de Antoni Benaiges

El éxito de la película «El maestro que prometió el mar» demuestra el interés por la fi gura del maestro asesinado

Uno de los cuadernos que editó Antoni Benaiges documentado por Sergi Bernal
Uno de los cuadernos que editó Antoni Benaiges documentado por Sergi BernalSergi Bernal

En cuanto empezó la Guerra Civil, un día después del golpe de Estado en la Península, un 19 de julio de 1936 desaparecía un maestro de escuela, convertido en una de las primeras víctimas de la contienda que se extendería en 1939. Antoni Benaiges, natural de Mont-roig del Camp (Tarragona), fue destinado a un pequeño pueblo en la provincia de Burgos, en 1934, en Bañuelos de Bureba. Allí se hizo cargo de su Escuela Nacional Mixta dando una dimensión humanista a sus alumnos, un aspecto prácticamente inédito en los colegios rurales de la época. Pero no pudo acabar su trabajo porque fue asesinado y lanzado su cuerpo a una fosa común.

Su historia y su legado es ahora motivo de una película, «El maestro que prometió el mar», dirigida por Patricia Font y con cinco nominaciones a los próximos Premios Goya. Es el salto a la gran pantalla después de que la saga de Benaiges se convirtiera en una obra de teatro, «El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca», de Alberto Conejero, además de algunos libros e, incluso, un cómic. En estos días, Blume acaba de publicar «El maestro que prometió el mar», un pequeño gran volumen con textos de Francesc Escribano, Queralt Solé, Francisco Ferrándiz y Sergi Bernal

Precisamente fue Bernal el primero en empezar a divulgar y divulgar lo que ocurrió en Bañuelos de Bureba con Benaiges. En 2010, cámara en mano, llegó hasta los montes de La Pedraja, en Burgos, para poder informar sobre la apertura de una fosa común con los restos de numerosos republicanos que habían sido asesinados allí. Gracias a la ayuda de Queralt Solé, pudo poder conocer a los responsables del trabajo que se estaba llevando allí de la mano de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. «De allí salió un hilo del que sigo tirando», comentó a este diario Sergi Bernal.

Tras pasar una semana allí y ya de regreso a Barcelona, recibió una llamada. «Me dijeron que una persona se había acercado a la fosa para decir que allí estaba enterrado un paisano mío, es decir, que allí había un catalán. Era un maestro que se llamaba Antoni Benaiges», comentó. Ese fue el punto de partida de una investigación apasionante que ha servido para sacar del anonimato a aquel hombre. Bernal comenzó indagando gracias a Google llegando hasta un blog mexicano en el que se narraba la historia del maestro.

Cuando se le pregunta cómo era Antoni Benaiges, qué retrato puede dibujar de aquel hombre después de lo mucho investigado, apunta que era «un maestro vocacional y vital dispuesto a quemar toda su energía en esa escuela de un pueblo de solamente 200 habitantes. Era una persona moderna que hubiera necesitado vivir en una ciudad. Cuando el Frente Popular gana las elecciones de 1936, gracias a su tío, hermano de su madre, podría haber obtenido una plaza en Barcelona o Mont-roig, pero decidió no, que tenía que seguir en ese pueblo porque poco a poco se había hecho un espacio. Desde un pueblo como Bañuelos de Bureba se podía iluminar el mundo». Una de las grandes herramientas con las que contó fue una imprenta con la que, junto con sus pequeños alumnos, realizó una serie de trece cuadernos, cuatro de ellos monográficos, y que vieron la luz entre enero de 1935 y julio de 1936. Uno de ellos se titulaba «El mar. Visión de unos niños que no han visto el mar». «Antoni Benaiges comprendió que la imprenta era una buena herramienta para dar la palabra al niño, pero la guerra y el fascismo destruyeron todo lo que hizo en ese terreno», explica con pesar Sergi Bernal.

«El mar será muy grande, muy ancho y muy hondo. La gente va allí a bañarse. Yo no he visto el mar. El maestro nos dice que iremos a bañarnos», escribía la niña Lucía Carranza en el cuaderno citado. Esa manera de educar, contraria a las normas más férreas de ese tiempo prebélico, es uno de los grandes legados de Benaiges. Pero todavía queda mucho por saber sobre él. «No sabemos cuál es el lugar exacto en el que fue asesinado y enterrado. Tenemos información sobre su vida, pero nadie ha dicho quién lo mató, nadie ha querido facilitar información sobre sus últimos momentos, sobre lo que le ocurrió. Sabemos quién era el jefe de milicias falangistas en la ciudad de Briviesca, lugar de detención de Benaiges, pero de lo ocurrido a partir del 19 de julio tenemos muy pocas noticias, se destruyó todo intencionadamente, pero no las hemerotecas, los diarios contienen nombres propios y cargos, datos que permiten continuar investigando. Me gustaría saber qué le hicieron, dónde acabó, quién lo asesinó en una vorágine de terror y gritos», concluye el biógrafo del maestro que quiso que sus alumnos conocieran el mar.