Química
El misterio de los guerreros de terracota que parecían viajar en el tiempo
Las armas de los guerreros de Xian se han conservado demasiado bien durante dos milenios. ¿Cuál es su secreto?
1974. La región de Shaanxi, en China, vivía una de sus peores sequías en décadas. Los pozos se habían secado, y la única esperanza de los campesinos consistía en cavar pozos de agua cada vez más profundos. En uno de ellos, un agricultor encontró algo extraño. Al retirar su pala, notó que sobresalía una curiosa forma circular de la tierra. Empezó a tirar con las manos, pensando que sería algún cuenco antiguo que en ocasiones se encontraban, pero no pudo moverlo. Excavando poco a poco alrededor de la forma se dio cuenta de que no era un cuenco, sino algo mucho más grande: el cuello de un soldado hecho en terracota a casi tamaño natural. Fue el primer guerrero de Xi’an en ser desenterrado. Tras él, se encontraron bajo tierra más de ocho mil figuras.
El ejército de terracota de Xi’an es uno de los descubrimientos del siglo pasado más interesantes a nivel arqueológico. Las excavaciones mostraron varias salas, con miles de soldados de terracota que incluyen todo lujo de detalle en sus vestimentas, armas e incluso caras. Cada soldado es único y diferente, y probablemente fueran representaciones de personajes reales del ejército chino. El objetivo póstumo de estas figuras era proteger la tumba contigua de Qin Shi Huang, el primer emperador de la China unificada.
Aunque las figuras datan del 200 antes de cristo, estaban en buen estado, lo que ha permitido a los arqueólogos y antropólogos entender mejor la antigua cultura asiática, conociendo detalles sobre su industria, sus vestimentas e incluso la distribución militar habitual según la cercanía de cada figura a la tumba del emperador.
Pero había algo raro. Cuando se desenterraron los soldados, muchos arqueólogos acostumbrados a este tipo de yacimientos se dieron cuenta de que las armas de los saldos de terracota estaban muy bien conservadas. Demasiado bien. Las armas de bronce que portaban deberían estar oxidadas y desgastadas, mostrando el color verdoso que habitualmente se puede ver en los museos. Sin embargo, algunas de ellas conservaban su aspecto bronceado, e incluso mantenían su filo y adornos. No parecían armas de dos milenios de antigüedad.
Al analizar la composición química, comprobaron que el bronce incluía una pequeña proporción de cromo, otro metal que usamos hoy en día para crear el acero inoxidable. Esto explicaría la conservación de no ser por un detalle: el cromo no fue descubierto hasta 1789, y no se empezó a usar como aleación antioxidante hasta comienzos del siglo XX. ¿Cómo lograron usarlo dos milenios antes?
El bronce que no debía existir
El descubrimiento del cromo en las armas hizo plantearse la posibilidad de que China hubiera desarrollado alguna técnica avanzada a su tiempo para hacer bronce inoxidable. No sería tan descabellado, ya que aunque el cromo como metal puro no había sido descubierto, sí que existían minerales con una alta proporción del mismo como la cromita. Añadir este mineral dentro del horno con el bronce en la proporción adecuada y a la temperatura correcta habría dado una aleación inoxidable.
Esta idea era apoyada por el hecho de que el bronce es un metal blando, y lo habitual es que los herreros formen una aleación combinando pequeñas cantidades de otros metales para modificar su dureza. La formación de aleaciones es una técnica que prácticamente nació a la vez que la metalurgia, ya que era algo tan sencillo como juntar dos metales en el mismo horno y ver si se formaba algo nuevo. Tenemos pruebas del uso de aleaciones incluso desde el Antiguo Egipto, donde se usaba en la falsificación de oro.
Pero esta explicación empezó a hacer aguas rápidamente. Si realmente un herrero había descubierto por casualidad la receta para lograr el bronce inoxidable, no tenía mucho sentido que hubiera sido descartada y olvidada. Además, sólo las armas de los guerreros estaban en ese estado de conservación y no se encontraron objetos de bronce con cromo en otros yacimientos cercanos.
Pero lo más extraño de todo era que el cromo no estaba en todas las armas, solo en algunas, y en ciertos lugares concretos, como las empuñaduras. Las armas de metal suelen forjarse a partir de una pieza única, para evitar que tengan zonas de fractura. Es posible que haya cambios en su composición química en diferentes lugares del metal, pero no tiene sentido que siempre se encuentre más cromo en la empuñadura. Esto llevó a pensar que el cromo se había puesto después sobre las armas y no formaba parte de ellas al principio. Para explicarlo, dejaron de mirar los hornos y minerales cercanos, y empezaron a fijarse en lo que no podían ver: las pinturas de los guerreros de terracota.
Las armas y herramientas antiguas que están expuestas en los museos suelen estar incompletas. El metal permanece hasta nuestros días, pero las partes de madera o tela son de material orgánico que se pudre con el paso del tiempo hasta desaparecer. Por ese motivo, los arqueólogos no solo se fijan en lo que está, sino también en lo que falta. Las armas de los guerreros de terracota debían tener empuñaduras y fundas de madera precisamente en los mismos lugares en los que habían encontrado cromo. La hipótesis actual es que estas partes de madera debían haber sido pintadas con alguna pintura rica en cromo, que al pudrirse acabaría mezclándose con el bronce de la espada, generando una contaminación accidental que desconcertaría a los científicos de dos mil años en el futuro.
Pero la explicación de la procedencia del cromo levanta un misterio mayor. Si este fue añadido posteriormente con el paso del tiempo, entonces las armas de bronce deberían haberse oxidado. Habían vuelto al punto de partida y tenían unas espadas conservadas que no lograban explicar… hasta el año pasado.
Cosas de la tierra
Ante la falta de pistas, un equipo de científicos creó una especie de máquina del tiempo arqueológica. Consistía en una cámara con condiciones de humedad, temperatura y presión muy agresivas para los metales, provocando que se oxidaran rápidamente. Un arma de bronce como la de los guerreros de terracota aguantaba solo un par de semanas en la cámara hasta degradarse a un estado similar al que tendrían al pasar dos milenios.
Probaron a introducir diferentes muestras de bronce con diferentes aleaciones, pinturas y otros compuestos químicos que pudieran estar presentes junto a los guerreros de terracota. De este modo podían comprobar la posible causa de la falta de degradación. Tras varios experimentos fallidos, descubrieron que la clave había estado delante de sus ojos todo este tiempo: era la propia tierra de la zona, aquella que quitaba el agricultor con su pala.
La tierra del yacimiento está compuesta por minerales ácidos pulverizados en un grano muy fino. De este modo, si un metal es enterrado a la profundidad suficiente quedará sellado herméticamente y protegido de la humedad y el oxígeno. Además, la acidez de la tierra es demasiado baja para atacar al metal, pero justo lo suficiente para complicar el crecimiento de microorganismos que afecten al deterioro. Son las condiciones ideales para generar una capsula del tiempo arqueológica, en la que vivieron los guerreros de terracota durante dos milenios.
Irónicamente, desde que salieron de su sello, las armas y los guerreros han pasado a vivir en museos y exposiciones, y se están degradando a gran velocidad. Ahora el nuevo misterio no es relativo a su buena conservación, sino en hacer que lo sigan estando.
QUE NO TE LA CUELEN:
- La tierra de la región de Shaanxi que ha favorecido la conservación tiene una composición apropiada para la conservación por azar. Esta composición viene determinada por los minerales cercanos de la región y el grado de pulverización. Es posible encontrar más regiones con estas condiciones, pero no tienen por qué tener un yacimiento de armas de cobre debajo.
- Sigue habiendo cierto misterio sobre la presencia de cromo en la pintura. Los creadores de los guerreros de terracota tuvieron que usar de alguna manera minerales con cromo para hacer los tintes, pero se desconoce el motivo y la composición exacta de estos.
REFERENCIAS:
- Martinón-Torres, Marcos, et al. “Surface Chromium on Terracotta Army Bronze Weapons Is Neither an Ancient Anti-Rust Treatment nor the Reason for Their Good Preservation.” Scientific Reports, vol. 9, no. 1, Nature Publishing Group, Dec. 2019
- Li, Xiuzhen Janice, et al. “Inscriptions, Filing, Grinding and Polishing Marks on the Bronze Weapons from the Qin Terracotta Army in China.” Journal of Archaeological Science, vol. 38, no. 3, Academic Press, 2011
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