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¿A qué sabe una de las pocas frutas azules comestibles del mundo?

Se conocen como «dedos de muerto» y son unas bayas azules nativas de Asia.

Los frutos azules de la Decaisnea fargesii, también llamados «dedos de muerto».
Los frutos azules de la Decaisnea fargesii, también llamados «dedos de muerto».MPF/Wikimedia

La naturaleza está llena de frutos salvajes con tonalidades rojizas y negras. Hay muchos factores que influyen en la prevalencia de estos colores, pero una de las razones principales es que se trata de las tonalidades que las aves frugívoras eligen con más frecuencia. Como resultado, las plantas que producen frutos rojos o negros tienen un mayor éxito reproductivo porque sus semillas cuentan con una probabilidad más alta de ser consumidas por algún pájaro y excretadas lejos de su lugar de origen.

Si tenemos en cuenta las variedades de fruta domesticadas que consumimos los seres humanos a diario, la lista de colores se expande rápidamente y empezamos a encontrar tonos amarillentos, anaranjados, verdosos, violetas o negros. Pero, curiosamente, en nuestra dieta no hay ni rastro de frutas de color azul. Algunos frutos como los arándanos son vagamente azulados, por supuesto, pero se trata de tonalidades que tienden más hacia el violeta o el negro.

Lo cierto es que existen muy pocos ejemplos de plantas que producen frutas azules y aún menos que, además, se puedan comer. Uno de los pocos ejemplos que he podido encontrar es la Dianella caerulea, una planta nativa de Australia que proporciona unas bayas azuladas comestibles. Pero hay otro tipo de frutos azules que, por su aspecto, llaman mucho más la atención: los que produce el arbusto de la especie Decaisnea fargesii.

Racimos de bayas azules producidos por un ejemplar de Decaisnea fargesii.
Racimos de bayas azules producidos por un ejemplar de Decaisnea fargesii.MPF/Wikimedia

«Dedos de muerto»

Viendo la imagen anterior, no os extrañará que este fruto se haya ganado el apodo de «dedos de muerto» gracias a su tétrico color azulado, la forma de sus bayas y su tendencia a crecer en racimos. El secreto tras esta tonalidad tan inquietante está en las llamadas antocianinas, unos compuestos químicos que están presentes en los tejidos de muchas frutas, flores y hojas coloridas.

El color que proporcionan las antocianinas depende del pH del ambiente en el que se encuentran. En medios ácidos, estas sustancias proporcionan el color rojizo característico de las cerezas y las frambuesas, además de ser parcialmente responsables del color anaranjado que adoptan las hojas en otoño antes de caer. En cambio, si el pH es neutro, las antocianinas tiñen el tejido vegetal de color morado. Este sería el caso de los arándanos o de los pétalos de algunas flores, como por ejemplo los pensamientos:

El color morado de los pétalos de la flor del pensamiento es un resultado de la presencia de antocianinas.
El color morado de los pétalos de la flor del pensamiento es un resultado de la presencia de antocianinas.jacilluch/Flickr

Finalmente, las antocianinas adoptan un color azulado en condiciones básicas (o, lo que es lo mismo, cuando el pH es alto). De hecho, el origen del color azul de los frutos de la Decaisnea fargesii se encuentra precisamente en las antocianinas cristalizadas que alberga en la capa que hay justo debajo de su epidermis.

Ahora bien, conviene señalar que existe otra variedad de esta planta llamada Decaisnea insignis que produce frutos que tienen una morfología idéntica, pero un color amarillento, en lugar de azul. Dado que parece que el color de la fruta no es una característica lo bastante distintiva por sí misma como para justificar la separación de dos especies, algunos autores se refieren conjuntamente a la variedad amarilla y la azul como Decaisnea insignis. Aun así, para no liar la perdiz, seguiré refiriéndome a la planta que produce bayas azules como Decaisnea fargesii en este artículo.

El sabor del fruto azul

Al parecer, la Decaisnea fargesii es una planta decorativa relativamente común porque, al provenir de altitudes de entre 900 y 3600 metros, es capaz de soportar condiciones frías y las heladas. Como resultado, parece que mucha gente ha probado sus frutos azules y ha contado su experiencia en internet.

Uno de los testimonios más detallados que he encontrado es el del morfólogo de semillas Wolfgang Stuppy. Como explica en la web del Real Jardín Botánico de Kew, los frutos azules contienen dos filas de semillas redondas y planas inmersas en una pulpa gelatinosa comestible. Según sus propias palabras, la gelatina tiene un sabor «agradable y sutil, principalmente dulce, quizá con un toque de melón o pepino». Aun así, parece que no existe una unanimidad al respecto y otras fuentes describen su sabor como «delicado» o «insípido».

Curiosamente, el hecho de que el fruto de la Decaisnea fargesii sea comestible sugiere debe existir algún animal en el ecosistema natal de esta planta que se ve especialmente atraído hacia estas bayas azules y contribuye a la dispersión de las semillas. Como comenta el Stuppy, la forma de las vainas y la «dificultad» que entraña abrirlas sugieren que la morfología de este fruto se ha co-adaptado a algún tipo de primate con cierta habilidad manual, una suposición encaja con el hecho de que se han observado a monos de nariz chata consumiendo este fruto. Pero, al parecer, estos animales son capaces de ver los mismos colores que nosotros y su dieta es variada, así que esta hipótesis no explica qué tipo de presión evolutiva ha impulsado a la Decaisnea fargesii a producir frutos con una tonalidad azulada.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • No os comáis ningún fruto azul que os encontréis por el campo a menos que vayáis con un experto en la materia. Que dos plantas se parezcan superficialmente no significa que compartan la característica de ser comestibles.

REFERENCIAS (MLA):