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Esta planta podría estarte observando con sus primitivos “ojos”

Todavía desconocemos mucho sobre los sentidos de las plantas, pero ¿es posible que cuenten con una suerte de visión? La Boquila trifoliolata podría tener la respuesta.

Fotografía de la selva valdiviana (Chile)
El Sáhara podía tener este aspecto hace millones de años.anónimoCreative Commons

Los titulares en prensa tienden a ser muy rimbombantes o sensacionalistas. Juegan con las palabras y usan las comillas como comodín para cualquier barbaridad, pero en este caso no es así. Cuando decimos “podría estarte observando” es porque existe una especie, la Boquila trifoliolata, que, aunque los botánicos no lo saben con seguridad, podría contar con un rudimentario sistema de visión, con algo así como “ojos” en tanto que captan una imagen del mundo empleando la información que contiene la luz. Pero ¿por qué sospechan esto?

Pues resulta que la Boquila es una maestra del disfraz. Es capaz de copiar el color y el aspecto de las hojas de otras plantas cercanas sin necesidad de tocarlas, algo que ninguna otra planta conocida puede hacer. Casi como si fuera Mística, de los X-Men, la Boquila puede cambiar de identidad para pasar desapercibida entre la multitud. Y no hablamos de transformaciones menores, sino que llegan a multiplicar su tamaño por 10 y desarrollar contornos lobulados o formas estrelladas. No obstante, aunque la hipótesis de la visión todavía no ha sido descartada, tampoco es la única, así que hay dos preguntas en el horizonte. ¿Cómo lo consigue? y ¿qué gana una planta camuflándose como otra?

Las ventajas de parecerse a otro

En la ciencia hay muchas historias a medias en las cuales faltan esas respuestas contundentes que tanto nos gustan. Para los aficionados puede ser frustrante, con lo rápido que parece avanzar la ciencia ¿cómo es posible que sigamos desconociendo tanto? En realidad, no hay contradicción alguna entre lo rápido que avanzamos y lo lento que descubrimos cosas. El motivo es que el mundo ahí afuera está mucho más lleno de información, de datos y de conceptos, de lo que podemos imaginar. Ni siquiera los científicos nos hacemos una idea, porque el volumen de información es inconmensurable.

Cada vez avanzamos más, pero lo que sabemos sigue siendo apenas una gota en lo que sería no uno, sino los océanos de tres o cuatro planetas. Por eso no es raro que, a pesar de que hace años que conocemos la extraña facultad mimética de la Boquila, todavía no entendamos ni siquiera qué beneficios saca de ello. Piensa en la cantidad de especies de plantas que conocemos. Ahora piensa en los poquísimos botánicos que conoces (si es que conoces a alguno) ¿A qué ritmo pretendes que trabajen?

Así pues, volviendo ya a nuestra pregunta, y aunque no tenemos una respuesta clara, sí tenemos dos grandes hipótesis. Partimos de la base de que algo ha de obtener la Boquila de todo esto, porque el gasto energético que supone transformar tus hojas no es baladí, ni siquiera en el nutritivo vergel de la selva valdiviana. De este modo, es posible que lo que la Boquila esté intentando es, simplemente volverse indistinguible de la planta en torno a la que se enreda, para así evitar que sus hojas llamen la atención. Es lo que se llama “cripsis”.

Imágenes de hojas de Boquila trifoliolata mimetizándose con otras especies, publicada en el artículo: Leaf Mimicry in a Climbing Plant Protects against Herbivory
Imágenes de hojas de Boquila trifoliolata mimetizándose con otras especies, publicada en el artículo: Leaf Mimicry in a Climbing Plant Protects against HerbivoryErnesto GianoliCreative Commons

Por otro lado, es posible que la respuesta sea algo más complicada y lo que realmente intente es parecerse a plantas de sabor amargo o directamente tóxicas, aquellas que muchos herbívoros rechazarían comer. Esta estrategia de parecerse a algo peligroso o desagradable se conoce como mimetismo batesiano y es lo mismo que hacen los sírfidos (moscas que parecen abejas) o la falsa serpiente coral (Lampropeltis triangulum) El problema de esta hipótesis es que, en ese caso, más que esperar a encontrar algo tóxico a lo que imitar, podría tener de partida el aspecto de una planta venenosa, como hacen los animales que hemos nombrado antes.

En cualquiera de los dos casos, es muy probable que el fin último sea el mismo, evitar ser devorado por herbívoros, de hecho, así lo plantearon Gianoli y Carrasco-Urra cuando reportaron por primera vez esta extraña propiedad de la Boquila, en 2004. Dicho lo cual, ha llegado la hora de tratar la segunda pregunta: ¿cómo lo hacen?

Imitando por olfato

Este es el verdadero tema estrella, el que ha supuesto un rompecabezas para los expertos y que todavía no estamos ni siquiera cerca de comprender. ¿Cómo es capaz la Boquila de saber la forma y el color que ha de darle a sus hojas para mimetizarse? Lo primero en que pensaron los expertos era que, tal vez, las raíces que la Boquila eran capaces de extraer algún tipo de información de la planta que parasitaran. Quizá, ciertas sustancias químicas propias de cada una, o el material genético de estas, pudieran despertar ciertos cambios en el aspecto de la Boquilia que hubieran sido condicionados a lo largo de generaciones. De tal modo que la imitación sería completamente mecánica.

Sin embargo, había un problema. La Boquilia no necesitaba estar en contacto con la planta a imitar. Sabemos que algunas plantas responden a sustancias que otras de dispersan en el aire, aunque tal vez no de una forma tan específica como requeriría este proceso de mímesis. Así que, incluso en el caso de tratarse de una suerte de sentido del olfato tremendamente fino, casi a la altura de un pomposo sumiller, esta planta estaría poniendo contra las cuerdas la fisiología vegetal que conocemos. Por supuesto, en el caso de que esto fuera la explicación, no podemos esperar que la Boquilia sea capaz de deducir la forma y color de otra planta a través de una pequeña nube de moléculas. Ni siquiera en los mayores laboratorios se puede deducir tal cosa sin haber experimentado empíricamente con ello, algo que, de ningún modo, está al alcance de la Boquilia. Así pues, si la clave está en el olfato (y parece ser de lejos la opción más probable) volvemos a encontrarnos con un proceso puramente mecánico.

Imágenes de hojas de Boquila trifoliolata mimetizándose con otras especies, publicada en el artículo: Eyes in the Chameleon Vine?
Imágenes de hojas de Boquila trifoliolata mimetizándose con otras especies, publicada en el artículo: Eyes in the Chameleon Vine?Ernesto GianoliCreative Commons

Finalmente, llega la hipótesis estrella de los medios, aunque no la favorita de los expertos en Boquilia: la visión. Sabemos que algunas plantas tienen algo parecido a lo que entendemos como oído. Son capaces de detectar ondas sonoras y actuar en consonancia. Aunque seamos sinceros, hablar de visión suena bastante más extraño ¿verdad? Los investigadores culpables de haber sacado la visión vegetal a la palestra son Baluška y Mancuso, que han recuperado la antigua hipótesis de ocelos (ojos muy sencillos que responden casi únicamente a los cambios de luminosidad) vegetales. Esta idea de apoya en la idea de que, ya que plantas, animales, cianobacterias y dinoflagelados venimos de un antepasado común, y excepto en las plantas, en los otros tres grupos nombrados hay ocelos ¿no es normal lógico pensar que, por el principio de parsimonia, las plantas pudieran tener algo parecido?

Claro que esto no es un argumento rotundo en favor de los ocelos vegetales, solo en contra de su imposibilidad biológica. Aunque el propio Ernesto Gianoli, descubridor de esta extraña propiedad mimética, rechaza la idea de los ocelos, todavía es pronto para afirmar o negar nada de esto. Es cierto que, siguiendo el principio de la Navaja de Ockham: en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable. Y eso nos hace decantarnos por el olfato antes que, por la especulativa visión, pero las cosas podrían cambiar pronto abriendo las puertas a todo un nuevo mundo en la fisiología vegetal.

Sobre todo, porque a diferencia del “olfato”, la “vista” podría dar pistas directas sobre el color y la silueta de las hojas, haciendo que el proceso de mímesis fuera menos mecánico, menos basado en condicionamientos innatos y más en una especie de aprendizaje en vida. Sea como fuere, es increíble cómo podemos vivir rodeados de plantas desde que el mundo es mundo, depender completamente de ellas y, aun así, desconocer algunos de sus secretos más fundamentales.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • No se sabe a ciencia cierta si la Boquila trifoliolata es capaz de ver o siquiera de oler. Son especulaciones más o menos sensatas de profesionales de la botánica que, hasta ahora, no han sido falsadas mediante estudios suficientemente sólidos. Para tener una respuesta en firme necesitaremos tiempo e inversión. Puede que terminemos descubriendo que la clave estaba en la visión, o tal vez en el “olfato”, pero también es posible que descartemos ambas o que encontremos que la respuesta está en la cooperación de ambos sentidos.

REFERENCIAS (MLA):