Ciencia

Un aliado invisible en el cambio climático

Un estudio comprueba que el plancton marino es más importante de lo esperado en la reducción del cambio climático

Peces nadan alrededor de una bolsa de plástico en el Mar Rojo cerca de Naama Bay en Egipto.
Peces nadan alrededor de una bolsa de plástico en el Mar Rojo cerca de Naama Bay en Egipto.MIKE NELSONAgencia EFE

Si en algún momento ha podido observar una gráfica relacionada con el cambio climático, se habrá dado cuenta de que incluye un margen de error considerable. Nuestros modelos de predicción de la temperatura del planeta, o del crecimiento de los mares, se vuelven peores a medida que miramos hacia el futuro. Esto es debido a la falta de información sobre cómo afecta el cambio climático a algunas zonas del planeta, especialmente a los océanos.

Sin nuestros mares, el cambio climático sería muchísimo peor de lo que es. La enorme cantidad de agua que nos rodea actúa como un pulmón, capaz de absorber el dióxido de carbono de la atmósfera y retrasar su efecto en el medio ambiente. El problema es que no sabemos cómo de bien lo hace. Según un último estudio alemán en Nature Climate Change, la clave reside en un aliado invisible, que siempre nos ha ayudado contra el cambio climático sin darnos cuenta: el plancton marino.

El bosque invisible

El dióxido de carbono es un gas que puede disolverse en el agua del océano, pero con consecuencias indeseables. Este gas reacciona químicamente con el agua generando ácido carbónico, provocando que el océano se transforme ligeramente en una bebida gaseosa. Si hay demasiado dióxido de carbono en la atmósfera, tendremos cada vez más ácido carbónico y el agua acaba volviéndose ácida, afectando a algunas especies de la fauna marina como los corales, que se blanquean y mueren.

Para contrarrestar los efectos de esta reacción química, algunos seres vivos marinos aprovechan el dióxido de carbono disuelto de múltiples formas. Por ejemplo, las conchas de algunas especies de almejas son de carbonato cálcico y se forman a partir del ácido carbónico del agua. De hecho, el exceso de dióxido de carbono debido a la contaminación ha provocado que el tamaño medio de estas conchas haya crecido en la última década.

Pero la voz cantante de este reciclaje del carbono la lleva el fitoplancton. Este es un cajón de sastre biológico, que incluye algas, bacterias y otros organismos microscópicos que viven en altas proporciones en el mar y son capaces de realizar la fotosíntesis. Pueden transformar el dióxido de carbono en oxígeno y otros compuestos químicos con carbono, que se hunden en el lecho marino.

El fitoplancton es casi invisible, pero su alta proporción lo vuelve un auténtico pulmón para nuestro planeta. Se estima que al menos la mitad del oxígeno de la atmósfera proviene de nuestros océanos, pero no se sabe el valor exacto. Y es que cada región del mar es única, y tendrá su propia cantidad de fitoplancton. Por eso no podemos predecir bien cuánto dióxido de carbono pueden llegar a absorber y nuestros modelos tienen ese margen de error.

Muchos corales empiezan a blanquearse y morir debido a la acidificación del agua.
Muchos corales empiezan a blanquearse y morir debido a la acidificación del agua.Work

Algunos investigadores se dedican a surcar los mares recogiendo muestras de fitoplancton y realizan mapas con su distribución, pero otros toman un enfoque diferente. Si no podemos saber exactamente cuánto fitoplancton hay en el planeta, al menos podemos comprobar cómo funciona en un ambiente controlado, generando un acuario dentro del océano.

Un mar confinado

Para este estudio, científicos alemanes han viajado por todo el planeta creando mesocosmos. Los mesocosmos son versiones confinadas del océano. Se logran cerrando físicamente una zona del mar y evitando que ningún ser vivo pueda entrar o salir del mismo. La extensión del mesocosmos puede llegar a ser de varias hectáreas, lo suficiente como para que dentro puedan vivir bancos de peces, fitoplancton y otros seres vivos, sin ser conscientes de su participación en el experimento.

Haciendo un censo, es posible conocer la proporción de los diferentes seres vivos que viven en su interior. Esto ayuda a los científicos a conocer el impacto real del fitoplancton en el medio ambiente, midiendo la proporción de dióxido de carbono que absorben y su liberación de oxígeno a la atmósfera.

Como los mesocosmos se forman en el propio océano, los científicos viajaron por todo el planeta, creando versiones del experimento en mares tropicales y árticos. Cada mesocosmos incluía sus propios peces, su propia vegetación y su propia composición de plancton, totalmente controlados para estudiar cómo afectan al medio ambiente.

Gracias a estos mesocosmos, han descubierto que el efecto del fitoplancton en el cambio climático es mucho más complejo de lo que los científicos se imaginaban. Hasta este momento, se calculaba el efecto del fitoplancton prácticamente al peso, calculando la cantidad total de fitoplancton en el agua.

Sin embargo, parece que lo importante no es el fitoplancton total, sino la proporción de cada tipo. Hay diferentes especies que forman el fitoplancton, y no todas absorben igual el dióxido de carbono. Si la acidificación de los mares acaba destruyendo ciertas especies de fitoplancton, puede que el efecto sea similar al de un incendio en el Amazonas.

Los resultados recopilados en el informe son clave para poder desarrollar simulaciones más complejas de cómo cambiará nuestro planeta. El cambio climático sigue con nosotros, y es importante estudiar cómo reducir la emisión de contaminantes. Mientras lo logramos, solo podemos tratar de predecir lo mejor posible su efecto, y evitar que llegue a un punto sin retorno.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Aunque tengamos un error de predicción grande, las estimaciones siguen siendo igualmente pesimistas. En el mejor de los escenarios dentro de nuestro margen de error, el cambio climático ya tiene consecuencias irreversibles en el aumento del nivel de los mares y la temperatura media del planeta. Urge disminuir la emisión de dióxido de carbono para que no sea aun peor.
  • Decimos que algunas conchas han crecido por el exceso de dióxido de carbono, pero no durará mucho tiempo. La acidificación de los mares también las hace reaccionar químicamente, provocando su destrucción. Esto pone en peligro a varias especies marinas en los próximos diez años.

REFERENCIAS: