Bulos

Militares, platillos volantes y vídeos borrosos: La tormenta perfecta

La historia de lo que el Pentágono no ha dicho nunca, ni sugerido, ni nada…

Imagen de archivo de un supuesto FANI avistado por El Pentágono
Imagen de archivo de un supuesto FANI avistado por El Pentágonolarazon

Recientemente, los OVNIs se han vuelto a poner de moda. Concretamente, desde que, durante la pandemia, hacia finales de abril de 2020, el Pentágono desclasificó las grabaciones de objetos voladores no identificados. Era una tormenta perfecta para la conspiración: OVNIs, vídeos en gris granulado y el nombre de una institución del calibre del Pentágono. No hacía falta más y algunos comenzaron a afirmar que los alienígenas ya estaban aquí, cosa que, en realidad, muchos de ellos ya llevaban tiempo clamando allí donde les prestaran unas migajas de atención. Por supuesto, también hubo voces críticas que rechazaron que estas grabaciones fueran pruebas de vida extraterrestre y, como de costumbre, fueron acusados de ser cerrados de mente e incluso “poco científicos”.

En junio de 2020, por voluntad del senado estadounidense se creó un grupo de trabajo sobre fenómenos aéreos no identificados y, en julio de 2021 publicaron un informe de 9 páginas. Más de dos años después de que llegaran al gran público, aquellos vídeos siguen atrayendo cierta atención mediática y, concretamente esta semana, han vuelto a primera plana. El motivo es que, hace unos días, la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes de EE. UU. se reunió para tratar este tema. Eso es todo, no hay gran cosa nueva, únicamente refritos de aquel informe del año pasado. Pero la actualidad es así, con tiempos más ambiguos de lo que su nombre nos haría pensar. Ahora bien, aunque no sea una gran noticia, paradójicamente, la manera en que muchos medios lo han contado ha generado, a su vez, una nueva noticia, “metanoticia” si queremos verlo así. Y es que, aunque lo que hemos dicho hasta ahora es cierto, la falta de detalles, el pensamiento desiderativo y las interpretaciones inspiradas. Vayamos por partes.

Llámale OVNI

Aquellos vídeos mostraban OVNIs, sí, al menos mientras nos limitemos a lo que esas siglas significan exactamente: objeto volador no identificado. El problema es que la ciencia ficción y las conspiraciones más famosas nos han hecho relacionar esa palabra, de forma inmediata, con platillos volantes y otras naves extraterrestres. Sin embargo, cualquier cosa que encontremos en el aire y que no podamos identificar será un OVNI. Teniendo esto en cuenta, podríamos decir que hay OVNIs y OVNIs, porque no tendrá la misma importancia que no podemos identificar la naturaleza de un objeto recogido en un vídeo en 4K y perfectamente iluminado que pretender reconocer una sombra difusa en un vídeo pixelado y en blanco y negro. De hecho, es curioso como los avistamientos y apariciones han caído en picado a medida que las cámaras han llegado a nuestros bolsillos y su calidad ha ido aumentando.

Si queremos, podemos llamarle OVNI, por supuesto, pero bien sabemos qué es lo que interpretará el público. Precisamente por eso, aquel informe publicado en 2021 hablaba de FANIs, fenómenos aéreos no identificados. Es curioso cómo, significando lo mismo sus palabras, el conjunto transmite algo totalmente diferente. De repente ya no pensamos tanto en extraterrestres como en tecnología militar o extraños fenómenos meteorológicos. En cierto modo consigue desvestir el problema de esa aura alienígena y que, por fin, apliquemos la famosa navaja de Ockham. Esta dice que, en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla es, posiblemente, la correcta. El ejemplo clásico dice que, aunque pueda imaginar cebras si escucho el ruido de unos cascos tras de mí, es más común que me encuentre con caballos y, por tanto, eso es lo que he de suponer hasta que vea alguna prueba que realmente apunte a cebras y no a otras explicaciones igual de plausibles y más sencillas. Pero, ¿y si no tenemos una explicación alternativa?

Escéptico, sí, pero no acrítico

El famoso informe no habla ni sugiere que se trate de tecnología extraterrestre, aunque, como otros han apuntado, tampoco lo rechaza. Es cierto, pero tampoco rechaza que se trate de humanos del futuro o de una especie súper inteligente de roedores que empiezan a explorar los cielos. Pero, seamos más precisos. Como decíamos, para muchos es poco científico que neguemos la explicación extraterrestre, pero confunden la duda metódica, que diría Descartes, con la hiperbólica.

La primera sería una suerte de herramienta que arranca el proceso de investigación, pero, llegado un momento, ese escepticismo tiene que someterse a las pruebas, dejar de creer lo que no tenga evidencia y aceptar lo que haya sido suficientemente avalado. No como una certeza, sino como la mejor aproximación posible y, por lo tanto, como la mejor aproximación posible a la verdad sea esa la que sea. Si nos negamos a ello estaremos cayendo en una duda hiperbólica indistinguible de la que blandiríamos para dudar que el sol vaya a salir mañana o que yo sea un clon de mí mismo. La buena ciencia aprovecha la primera cuando es necesario, pero la abandona a tiempo de no convertirla en la segunda, que es todo lo contrario a lo que nos ha permitido avanzar, diseñar tecnología y producir teorías cada vez más exitosas.  Lo científico no es ser escéptico en extremo, como lo eran algunos filósofos helénicos, sino saber cuándo hemos de serlo y cuándo no. En este caso, por ejemplo, nada apunta a que estemos hablando de alienígenas.

El valor de la palabra

Pero seguramente habrá quien desconfíe de la última afirmación. ¿Acaso no hay vídeos, imágenes y testimonios? Sí, pero ya hemos visto la calidad de las imágenes y que existen dudas razonables de que se trate de objetos perfectamente terrestres. Centrémonos pues en los testimonios. El informe habla de 144 avistamientos entre 2004 y 2021, la mayoría reportados por pilotos militares. Muchos pretenden que ese aire militar de mayor verosimilitud a la historia, pero la ciencia tiene muy claro que un testimonio es el grado más bajo de evidencia que podemos tener sobre algo. De hecho, es solo el primer paso para corroborar si algo es cierto o no. Es más, muchos de esos testimonios pueden ser explicados y el propio informe propone diferentes causas, clasificándolos según puedan deberse a fenómenos atmosféricos poco frecuentes, aves, balones aerostáticos o drones, por ejemplo, lo cual deja claro lo ambigua que debe ser la información para poder confundir un ave con lo que otros parecen sugerir.

Otras categorías hablan de tecnología extranjera o proyectos militares de EE.UU. Solo unos pocos entran en la categoría de avistamientos con datos insuficientes para formular hipótesis (lo cual no significa que no encaje con las otras explicaciones, sino que no hay suficiente información). De ahí a hablar de alienígenas hay todo un delirante viaje a los infiernos de la razón. Y es que, por muy pilotos que sean, no son meteorólogos expertos en fenómenos atípicos como duendes, rayos globulares o nubes lenticulares. Recordemos que, durante el confinamiento, muchos de los que miraron al cielo confundieron Venus con un platillo volante, lo mismo que le pasó a una recua de coches patrulla que persiguieron a Júpiter por las carreteras de Gipuzkoa. Solo podemos identificar lo que conocemos y somos es mucho lo que ignoramos como para ponernos a hablar de hombrecillos verdes. Y es que, si hablamos de vigilar los cielos, nadie los tiene más controlados que la descomunal cantidad de astrónomos profesionales y amateurs que los escruta cada noche. Tenemos telescopios barriendo el cielo desde hace décadas y hemos logrado fotografiar objetos en otras galaxias. Al final tendremos que empezar a hablar de FANIs para no dar rienda suelta a la fantasía disfrazada de pensamiento crítico.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • En 1947 Kenneth Arnold dijo haber visto el primer platillo volante. Desde entonces ha habido muchos otros avistamientos. Podríamos pensar que los supuestos alienígenas nos empezaron a visitar por aquel entonces, pero hay un detalle que nos lleva a explicar lo sucedido de manera diferente. En realidad, Arnold nunca habló sobre platillos volantes, sino sobre objetos con forma de boomerang que rebotaban en el aire como piedras sobre un lago. Fue la prensa quien se confundió y habló de unos ficticios platillos volantes que nadie había visto. A partir de ahí otros empezaron a observar los platillos descritos, nadie vio boomerangs ni nada alternativo. De repente, parece que la gente empezó a ver lo que creía que tenía que ver, sin importar cómo de cierto era todo aquello.

REFERENCIAS (MLA):