Espacio
Existe un protocolo internacional para cuando encontremos vida extraterrestre y es este
Aunque parezca mentira, existe un protocolo para aplicar en caso de que sea detectada una señal de vida alienígena inteligente y es sorprendentemente transparente
Uno de los grandes sueños de la humanidad es encontrar un igual entre las estrellas. Vida inteligente como nosotros, con la que poder compararnos y entender nuestro lugar en el cosmos. ¿Cómo de frecuente es que aparezcan civilizaciones? ¿Suelen sobrevivirse a sí mismas? ¿Existe una especie de límite al desarrollo evolutivo de la inteligencia? Podemos especular sobre sus respuestas, pero para tener certezas tendremos que seguir buscando ahí afuera. Sin embargo, hay una gran cantidad de escepticismo en torno a esta cuestión, y no solo dudas legítimas sobre hasta qué punto podemos dar con una civilización en el vastísimo universo, sino otro tipo de desconfianzas que rayan la conspiranoia.
Para algunos la pregunta parece no estar tanto en si encontraremos esas ansiadas pistas, sino en qué pasará cunado lo hagamos (si es que no lo hemos hecho ya). Según ellos, la información será restringida y permanecerá en la sombra durante años, si no décadas, antes de que llegue al público. El caso es que, por sorprendente que pueda parecer, existen protocolos bastante estrictos sobre qué deberíamos hacer en caso de encontrar una sospecha de vida extraterrestre inteligente. Durante los años 70 y 80, la divulgación científica y figuras como Carl Sagan popularizaron los intentos científicos de cazar mensajes extraterrestres escuchando al cosmos con grandes radiotelescopios. De hecho, llegamos incluso a enviar nosotros algunos mensajes. Arrastrado por esta fiebre, las instituciones implicadas comenzaron a preocuparse por lo que sucedería en caso de dar con la esperada señal y, precisamente por eso, establecieron unos protocolos bastante claros que, desde entonces, se han ido actualizando.
Desde que comenzaron a perfilarse, los principios que rigen el protocolo han ido mutando y adaptándose al presente, a los nuevos medios y a las nuevas preocupaciones. No obstante, si nos remitimos a su versión de 2010, aceptada por unanimidad por el Grupo de Estudio Permanente de SETI de la Academia Internacional de Astronáutica, los ocho puntos que lo vertebran serían los siguientes.
El octólogo de la Academia Internacional de Astronáutica
1) BUSCAR SEÑALES CON TRANSPARENCIA: El primer punto hace hincapié en la comunicación, insistiendo en que cualquier participante de un experimento del SETI puede compartir públicamente los resultados de sus investigaciones, ya sea en foros o medios de comunicación. Un tratamiento de la información que, de partida, suena mucho menos opaco que la mayoría de las instituciones.
2) ASEGURARSE ANTES DE HACERLO PÚBLICO: Si se detecta una señal cuyas características fueran compatibles con un origen artificial (esto es: presuntamente producida por una inteligencia extraterrestre), el equipo descubridor deberá intentar confirmarla más allá de toda duda razonable. Para hacer tal cosa, deberá analizar en detalle la señal y buscar que otros equipos independientes cotejen los datos. Una situación como esta sería motivo para anular temporalmente el primer principio de transparencia hasta que el origen alienígena hubiera sido confirmado adecuadamente. No obstante, se recomienda que, ante posibles filtraciones, se responda a los medios de comunicación con prontitud y honestidad para evitar que se propaguen ficciones.
3. DIFUNDIR LA INFORMACIÓN: Cierto es que, en este tipo de cuestiones, nunca podríamos estar completamente seguros, pero si las instituciones implicadas en la comprobación de la señal estuvieran unánimemente de acuerdo en que las pruebas son suficientes, se pasaría a la siguiente fase del protocolo: la comunicación activa de los resultados. En esta fase la transparencia volvería a ser prioritaria y se reservaría al equipo descubridor el honor y la responsabilidad de hacer públicos los resultados de sus análisis, tanto al resto de la comunidad científica como a la sociedad. Junto con estos comunicados, deberían de hacer accesible un informe detallado con todos los datos recogidos, los procesos de análisis empleados, los resultados y las verificaciones hechas, tanto por ellos, como por otros equipos.
4) HACER PARTÍCIPE A TODA LA HUMANIDAD: Este punto expande el anterior, haciendo hincapié en asegurar la correcta difusión internacional de toda la información pertinente. Por un lado, se trataría de un descubrimiento de primera relevancia, por otro, es muy posible que necesitáramos tanta ayuda como fuera posible para analizar la veracidad del mensaje, así como para, presuntamente, tratar de decodificarla.
5) ALMALMACENARLAS EN UN LUGAR SEGURO: Todos estos datos, comunicados y estudios deberán ser correctamente preservados de la forma menos perecedera posible, asegurando su preservación. Esto significa guardarlas en diferentes formatos, tanto electrónicos como físicos, en diferentes ubicaciones.
6) SEGUIR ESCUCHANDO: Asumimos que, en caso de que alguna vez llegue dicho mensaje, será a través de ondas de radiación electromagnética, como puede ser la luz, la radio o las microondas. Precisamente por eso y, ante la posibilidad de que continúen los mensajes, habremos de intentar evitar al máximo las interferencias. Esto significa despejar las frecuencias de radio en las que haya sido detectada la señal. Esta medida probablemente sea de las más difíciles de implementar, pero igualmente crucial.
7) PREPARARSE PARA LO QUE VENGA: Ya confirmado, comunicado, almacenado y despejadas las frecuencias, la prioridad que queda por enumerar es la que, posiblemente, tuviera más impacto sobre nosotros. En un mundo donde la existencia de otra civilización inteligente ha sido confirmada, puede ocurrir cualquier cosa. Por supuesto, la sociedad podría no cambiar demasiado sus dinámicas, pero ante la posibilidad de equivocarnos, convendría establecer un Grupo de Trabajo Post-Detección coordinado por el Grupo de Estudio Permanente de SETI que ayudara a las instituciones a orientarse y anticiparse a las posibles implicaciones sociales del descubrimiento.
8) NO RESPONDER NADA: La misma transparencia comunicativa que se pide de cara a la prensa se prohíbe en relación con los posibles extraterrestres. El envío de una respuesta al mensaje es algo que compete a toda la humanidad. Somos todos y no solo quienes detecten la señal quienes deberemos decidir (directa o indirectamente) si responder al mensaje y, en caso de responder, habría que deliberar qué conviene comunicar y cómo debemos expresarlo para hacerlo inteligible.
Pero ¿y si no respetamos el protocolo?
Esos los principios, pero, recordando a Groucho Marx, cabría preguntar si en caso de que no gusten hay otros. O dicho con menos cinismo: ¿Podemos confiar en que se sigan a rajatabla? Es casi imposible mantener un secreto de tal envergadura cuando, necesariamente, este debería de pasar por multitud de instituciones científicas, antes incluso de que las autoridades supieran lo que está sucediendo. Más que del ocultismo debería preocuparnos de una filtración incontrolada donde la necesidad de llevar la exclusiva de cada pequeño avance contribuya a crear una vorágine de información poco contrastada o irrelevante, algo que ya hemos vivido en otras ocasiones como, por ejemplo, con la pandemia.
De hecho, solo hace falta recordar unos cuantos casos en los que hemos recibido señales sospechosas y, antes de que fueran pertinentemente verificadas, los investigadores ya estaban haciendo declaraciones públicas por doquier. Así que, si bien tenemos un protocolo bastante claro, no existe la infraestructura para asegurar su cumplimiento, máxime cuando estamos lidiando con tantos imponderables. Nunca nos hemos enfrentado a nada así, por lo que, por mucho que queramos y debamos anticiparnos, es posible que nos encontremos con un escenario muy diferente al que suponíamos. Y llegado ese caso, tendremos que ser capaces de improvisar.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Imaginemos una supuesta conversación con una civilización extraterrestre. Puede que pensemos que, en un momento así, la prisa se apoderará de nuestras decisiones, pero no hay motivo para pensar así. Un mensaje enviado mediante radiación electromagnética viajará a la velocidad de la luz y, eso significa, que lo que enviemos tardará años en llegar (en el mejor de los casos). El planeta habitable más cercano podría estar en Alpha Centauri, eso significa que nuestra señal tardaría 4,37 años en llegarles los cuales, sumados a los otros 4,37 que les llevará enviarnos la respuesta, nos ponen en una escala temporal de mensajería muy diferente a cualquier cosa a la que estemos acostumbrados. Visto así, no existe la menor prisa en enviar una respuesta y esa es la actitud con la que, posiblemente, debiéramos afrontar la situación.
REFERENCIAS (MLA):
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