Agua

Castores: la última arma secreta contra la crisis climática

La sequía degrada la calidad del agua, pero los castores podrían ser decisivos para devolvérsela

Un castor sobre el césped
Un castor dispuesto a luchar contra la crisis climáticaCatDancingCreative Commons

Un buen día de 2017, un equipo de investigación en sostenibilidad de la Universidad de Stanford decidió estudiar los cambios estacionales que sufría el Río Este, un afluente del río Colorado que recorre parte del estado del mismo nombre en Estados Unidos. Querían saber cómo variaba el nivel de agua y cuál era el impacto de la ribera en los nutrientes y contaminantes que se encontraban en la cuenca. Pero la llegada de un castor dispuesto a construir su presa en el río desbarató por completo sus planes y les llevó a descubrir el impacto positivo de estos roedores en la crisis climática.

El equipo había instalado sensores tanto dentro del río como en la ribera que medirían el nivel de agua una vez cada hora. Además, recogerían muestras del agua tanto de la cuenca del río como de debajo del sedimento para analizar los niveles de nutrientes y contaminantes. Sin embargo, al ver cómo el castor comenzaba a construir su presa, decidieron aprovechar la oportunidad para realizar una suerte de experimento natural.

Más sequía, más castores

Era clave, además, estudiar el impacto de los castores sobre los ríos ya que el aumento de la temperatura global y la sequía están aumentando la población de castores en el oeste de Estados Unidos, y con ellos el número de presas en los ríos. Si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan creciendo, las sequías serán cada vez más frecuentes y las lluvias, más imprevisibles. El planeta se calentará cada vez más y la población de castores seguirá al alza.

Además, cuanta menos agua fluye por un río, más concentrados están los agentes contaminantes y más exceso de nutrientes se produce, afectando negativamente a la calidad del agua. Normalmente, se necesitan fuertes lluvias y el deshielo de la primavera para que disminuya la concentración de contaminantes y el agua vuelva a tener la calidad suficiente tanto para los ecosistemas como para el consumo humano.

Por eso, el equipo investigador comparó la calidad del agua en un tramo del río Este durante 2018, que fue un año particularmente seco, con la calidad del agua en el mismo tramo durante el año siguiente, en el que los niveles de agua fueron más elevados de lo normal. Además, compararon los datos anuales con la calidad del agua durante los tres meses en los que el río estaba bloqueado por la presa de los castores. A partir de esos datos, elaboraron modelos informáticos de los procesos biológicos, químicos y físicos interrelacionados que afectan a la concentración y al flujo de contaminantes.

Más castores, menos nitratos

Para su sorpresa, descubrieron que la presa disminuía en gran medida los niveles de nitratos: los situaba un 44 % por debajo del mínimo de la temporada. Los nitratos son uno de los principales contaminantes del agua ya que promueven el crecimiento excesivo de algas, que acaban por robarles el oxígeno a la fauna que se necesita para mantener un ecosistema equilibrado en el río.

Normalmente, cuando caen lluvias abundantes o se produce el deshielo, el aumento súbito de caudal fuerza que la ribera y el lecho del río absorban el agua con exceso de nitratos y así disminuyen la concentración de estos contaminantes. Una vez en el sedimento, los microbios transforman estos nitratos en un gas inocuo. Es decir, la zona ribereña actúa como barrera que filtra el exceso de contaminantes y devuelve agua más limpia al río.

La presa de los castores tiene un efecto parecido: las barreras de madera que construyen estos roedores aumentan el nivel de agua río arriba de tal forma que también fuerzan la absorción de agua con nitratos por parte de la ribera y el lecho. Esta creación de “extremos hidrológicos simulados”, como los denomina el equipo investigador, produce tal diferencia entre el nivel del agua por encima y por debajo de la presa que el efecto descontaminante es muy notable.

El clima como un todo

Lo que el equipo investigador no esperaba era que la abundancia de castores pudiera favorecer la calidad del agua incluso más que las lluvias o el deshielo. En 2018, un año seco donde los castores construyeron la presa en el río Este, la calidad del agua fue mejor que en 2019, un año con más agua de lo normal. Es decir, el efecto de la presa era mucho mayor que el de los extremos climáticos, tanto de sequía como de deshielo abundante.

Por eso el equipo recalca que este estudio debe servir de recordatorio de que los impactos del cambio climático se deben analizar de manera conjunta, incluyendo los efectos de los cambios en los ecosistemas. Es cierto que la sequía provocada por el cambio climático degrada la calidad del agua. Sin embargo, lo sucedido en el río Este muestra que hay un cambio ecológico asociado (la mayor abundancia de castores y, por tanto, de sus presas) que compensa con creces el efecto de la sequía.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Que los castores compensen con creces el efecto de la sequía no quiere decir que vayan a resolver el problema global que constituye la sequía por sí solos. La sequía no afecta solo a la calidad del agua, también tiene un fuerte impacto en los campos de cultivo, en la salud e incluso en las ciudades. Por ejemplo, este verano de 2022 ha habido restricciones en el uso de agua en Galicia, Andalucía y Cataluña, y se estima que la sequía ha ocasionado pérdidas de hasta 8 000 millones de euros en agricultura y ganadería.

REFERENCIAS (MLA):