Campo Magnético

Una anomalía en el campo magnético terrestre marcó Mesopotamia hace 3000 años. Así lo muestran sus ladrillos.

Los cambios en el campo magnético quedaron grabados en los gránulos de óxido de hierro que se encontraban en el mineral empleado para producir el material de construcción.

Ladrillo que data del reinado de Nabucodonosor II (ca. 604 a 562 a.C.) según la interpretación de la inscripción. Este objeto fue saqueado de su contexto original antes de ser adquirido por el Museo Slemani y almacenado en dicho museo con el acuerdo del gobierno central.
Ladrillo que data del reinado de Nabucodonosor II (ca. 604 a 562 a.C.) según la interpretación de la inscripción. Este objeto fue saqueado de su contexto original antes de ser adquirido por el Museo Slemani y almacenado en dicho museo con el acuerdo del gobierno central.Museo SlemaniMuseo Slemani

Cuando pensamos en Babilonia, probablemente nos vengan a la cabeza sus jardines colgantes, una de las 7 maravillas del mundo antiguo y también la más misteriosa. Actualmente no se conoce su paradero con exactitud, no se sabe quién los construyó y tampoco si existieron realmente. Un texto elaborado por Tito Flavio Josefo, un historiador romano que nació unos 700 años después de la construcción estimada de los jardines, atribuye la obra al reinado de Nabucodonosor II, al que se le apodó “el Grande”. Nabucodonosor el Grande reinó Babilonia entre los años 604 y 562 a.C. y destacó como el gran estratega militar que conquistó las ciudades de Judá y Jerusalén.

Además de sus victorias en el campo de batalla, Nabucodonosor también se distinguió del resto de gobernantes por la enorme cantidad de edificios que mandó construir. Aunque no es posible asegurar que el antiguo rey fuese el promotor de Los Jardines Colgantes, sí que se le atribuyen otras edificaciones como templos, palacios, infraestructura portuaria y defensiva. En la actualidad, conocemos que las obras fueron realizadas durante su reinado por las miles de piedras y ladrillos con su inscripción que están esparcidos por las tierras bañadas por el Tigris y el Éufrates. Pero claro, como dice el dicho: “la historia la escriben los vencedores” y es fácil atribuirse obras anteriores grabando tu nombre en una piedra.

Datando la historia

Por ello, los historiadores tienen la difícil tarea de cotejar diferentes fuentes tanto de un reino, como de sus enemigos para tratar de reconstruir los hechos como sucedieron. Lamentablemente, aun tras realizar una búsqueda exhaustiva, los documentos originales se convierten en polvo, las fechas bailan y las palabras se pierden en las traducciones, por lo que juntar todas las piezas del puzle puede ser una tarea imposible. Por ello, la ciencia trata de buscar nuevos métodos que permitan basarse en fuentes no humanas para, al menos datar los hechos y poder contextualizarlos.

Con los restos orgánicos es sencillo, el método del carbono 14 permite detectar el decaimiento de este isótopo radiactivo y así, datar con precisión restos de hasta 50000 años de antigüedad. En los edificios de piedra las dataciones son más complejas y normalmente se realizan por inferencia a partir de los otros objetos encontrados en el yacimiento. En algunos casos se pueden encontrar inscripciones que ayudan con las fechas, pero entonces aparece el problema descrito anteriormente. Por ello, los arqueólogos están constantemente tratando de dar con nuevos métodos con los que datar los edificios sin depender de otras evidencias.

Para encontrar inspiración, los investigadores alzaron la vista al cielo y pensaron en otras opciones disponibles. Trataron de dar con fenómenos que variasen a lo largo del tiempo y que se pudiesen medir a lo largo de la historia. Entre ellas, la más conveniente resultó ser el campo magnético terrestre, un escudo generado por la rotación del núcleo de La Tierra que nos protege de las partículas cargadas que emite el Sol. Este campo sufre pequeñas variaciones a lo largo de los años imperceptibles para los seres vivos, pero que quedan impregnadas en los materiales que contienen elementos magnéticos, como el hierro. De esta idea nace el arqueomagnetismo, una técnica que trata de detectar dichas variaciones y datarlas de forma absoluta empleando los pequeños gránulos de hierro presentes en la cerámica.

Grabando el campo magnético

Al cocer el barro para crear los ladrillos, las partículas férricas presentes en el material se calientan hasta casi el punto de fusión. Esto permite que sus átomos interaccionen con el campo magnético terrestre y obtengan ciertas propiedades magnéticas. Empleando un magnetómetro es posible medir estas propiedades y, así conocer la fuerza del campo magnético terrestre en el momento de creación del ladrillo. Como, afortunadamente, la mayoría de los gobernantes dejaban algún tipo de marca o señal en sus construcciones, la unión de la historia y la ciencia permite crear un registro robusto de gobernantes y de variación del campo magnético.

Empleando 32 ladrillos de la época Mesopotámica, los resultados de los investigadores coincidieron con una estimación de reinados conocida como “Cronología Baja”. Además, descubrieron que, en cinco muestras tomadas durante el reinado de Nabucodonosor II, el campo magnético de la Tierra varió drásticamente en un corto periodo de tiempo. Esto ayuda enormemente a los investigadores, ya que detectar anomalías rápidas e intensas facilita la datación de otros restos coetáneos.

Sin embargo, las variaciones en el campo magnético terrestre siguen siendo un fenómeno con un halo de misterio a su alrededor. Se trata de un mecanismo geológico muy complejo del que existen varias ideas sobre por qué suceden, pero se requieren más estudios y una mayor comprensión del planeta para comprenderlo en su totalidad. De momento, en lo que atañe a los arqueólogos, queda la ardua tarea seguir aumentando el registro con más restos cerámicos de otras épocas. De esta manera, los historiadores podrán datar con mayor precisión el reinado de algunos gobernantes y, así, comprender el pasado.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Durante el período de 1050 a 550 a.C. ocurrió una anomalía que han denominado Anomalía geomagnética levantina de la Edad del Hierro. Durante esta época el campo magnético terrestre fue inusualmente fuerte en los alrededores del actual Iraq.

Referencias (MLA):