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Contaminación

Una cura para la epidemia de basura textil

Cada año se tiran a la basura unos 92 millones de toneladas de residuos textiles, el equivalente a tirar un camión lleno de basura por segundo.

Uso de los retazos que sobran de fabricar otras prendas CotopaxiCotopaxi

Abrimos el armario y vemos un mundo de posibilidades. Entonces cerramos los ojos y vemos el planeta con montañas de ropa desechada. Esta es la paradoja de la moda moderna: mientras más consumimos, más contaminamos. La industria textil es una de las más contaminantes del mundo. Cada año, se generan 92 millones de toneladas de residuos textiles a nivel global. Para visualizarlo, es como tirar un camión de basura lleno de ropa al vertedero cada segundo.

Client Challenge

A esto hay que sumarle que menos del 1% de toda la ropa producida se recicla para convertirla en nuevas prendas. La mayoría se quema, se entierra o se convierte en trapos de baja calidad. Y no se trata solo de lo textil. Hacer una camiseta de algodón puede consumir hasta 2.700 litros de agua (lo que una persona bebe en 2,5 años). La industria es una de las mayores consumidoras de agua dulce a nivel global: rozando el 4%.

Si a eso le sumamos que el teñido y acabado de ropa (tintes, fijadores, agentes de acabado) son responsables de aproximadamente 20 % de la contaminación industrial del agua limpia mundial, casi un cuarto de los recursos hídricos del planeta está comprometido debido a la moda. Esto se debe también a que entre un 10-15 % de los tintes usados no se fijan al tejido y terminan en aguas residuales.

Y luego llega el lavado de ropa sintética: una de las fuentes principales de microplásticos primarios al ambiente. Aquí es donde el reciclaje se convierte en una pieza clave, pero no la única. La solución no es solo reciclar al final de la vida útil, sino diseñar un sistema donde los residuos no existan. Es el concepto de economía circular.

Para comprender mejor las soluciones posibles, hemos contacto con una de las empresas más comprometidas con este problema. Tanto que llevan diez años publicando informes de impacto de sus productos. Se trata de Cotopaxi, especializada en ropa y accesorios de aventura y su gestión podría nombrarse como un manual de instrucciones para el cambio

Cotopaxi diseña a partir de lo que otros Tiran. En poco más de un año han reutilizado más de medio millón de metros de retales, es decir, piezas que se descartan cuando se hace una prenda, directamente en origen. Esto afecta el primer paso: comenzar por el primer eslabón de la cadena. Por ello no es extraño que todos sus diseños sean únicos: se hacen con lo que sobra, lo que se recicla y se reutiliza.

Gracias a la tecnología logran convertir botellas de plástico (PET) en mochilas. El proceso es “sencillo”. Las botellas usadas se recogen en plantas de reciclaje y se clasifican por tipo y color. Solo el PET transparente o ligeramente azul se aprovecha para textiles, porque es más fácil de teñir después.

Luego se retiran las etiquetas, los tapones y cualquier residuo orgánico (azúcar, líquidos, etc.), se limpian y se trituran en pequeños copos de plástico, llamadas flakes o copos, que parecen virutas de hielo transparente, de ahí su nombre. Estos copos son el punto de partida del nuevo hilo.

Los copos se fundan a unos 260 °C y el plástico líquido se empuja a través de una especie de colador con agujeros microscópicos (una hilera). De allí salen hebras muy finas, parecidas a cabellos transparentes: son las fibras de poliéster reciclado (rPET).

Esas hebras se estiran mientras aún están calientes para alinear las moléculas del plástico. Esto les da resistencia y elasticidad, dos propiedades esenciales para una mochila o una chaqueta técnica. Después se enfrían con aire o agua y a veces se “texturiza” con aire caliente para que parezcan más suaves y se comporten como fibras naturales.

El siguiente paso es igual que en cualquier textil: las fibras se hilan y estos se tejen o tricotan para crear el tejido base de una mochila. Con unas 15 botellas se puede hacer una mochila mediana. Si tenemos en cuenta que, cada año, en España, se consumen unas 3.500 botellas de plástico, podríamos producir unos 233 millones de mochilas. Cada año.

La ventaja de este tipo de reciclado es que reduce el consumo de petróleo (materia prima del plástico virgen), usa un 50–60 % menos energía que producir poliéster nuevo y reduce a la mitad las emisiones de CO₂.

Cotopaxi lleva dos años incorporando materiales sostenibles en el 98% de sus productos. También ha creado la política de ofrecer una garantía de por vida y reparaciones gratuitas para sus productos. Su próximo gran desafío es abordar uno de los mayores problemas a los que se enfrentan las empresas responsables: al reutilizar este tipo de tejidos, los lavados liberan microplásticos que pueden terminar en los océanos o en nuestros hogares. Evitar esto es un desafío que requerirá tiempo y ciencia.