Investigación científica
Demuestran la teoría de los agujeros negros de Stephen Hawking: cincuenta años después de su formulación
Una de las teorías más conocidas del reputado astrofísico cobra sentido con la investigación llevada a cabo a principios de año
Más de medio siglo después de haber sido formulada, una de las teorías más célebres de Stephen Hawking ha sido confirmada con datos empíricos. Se trata del "teorema del área de los agujeros negros", una hipótesis desarrollada en 1971 que sostenía que la superficie total de un agujero negro no podía disminuir tras una fusión con otro. Esta idea, comparada en su momento con la segunda ley de la termodinámica, se ha mantenido vigente durante décadas, aunque hasta ahora no se había logrado una verificación científica definitiva. La hipótesis en cuestión, que ahora se ha fundamentado como una realidad, afirma que el área total de los agujeros negros no podía disminuir en dicha unión.
La noticia ha dado la vuelta al mundo debido a la trascendencia de la teoría del genio británico, que ha sido uno de los objetos de estudio de la comunidad científica durante décadas. Por su parte, el evento que permitió comprobar la teoría sucedió en enero de 2025, cuando los observatorios especializados detectaron una colisión entre dos agujeros negros a más de 1.300 millones de años luz de distancia. Las ondas gravitacionales, generadas por ese choque cósmico. fueron captadas por instrumentos terrestres de alta sensibilidad, lo que ofreció una oportunidad única para medir con precisión la masa y el área de los objetos involucrados antes y después de la fusión, es decir, comprobar las palabras que el astrofísico había formulado cincuenta años atrás.
Un estudio demuestra la teoría de Stephen Hawking
Los resultados de la investigación fueron concluyentes y no dejaron espacio para la duda. Tal y como establece el análisis, los dos agujeros negros originales tenían una superficie combinada de unos 240.000 kilómetros cuadrados. Tras fusionarse, el agujero negro resultante alcanzó una superficie de aproximadamente 400.000 kilómetros cuadrados. Esta expansión confirma con una certeza estadística del 99,999% la hipótesis de Hawking, puesto que, lejos de disminuir su área aumentó considerablemente, pese a lo que otros físicos sostenían. Es la primera vez que se consigue una prueba tan sólida de este fenómeno, lo que marca un hito para la física moderna.
Sin embargo, la verdadera noticia llega por el alto porcentaje de confirmación que ha sido el resultado de su investigación, prácticamente confirmada en su totalidad. Si bien es cierto que en el pasado también se llevaron a cabo otros proyecto con el mismo fin, como el desarrollado en 2021, cuando otro intento había buscado validar la teoría con el evento GW150914, pero entonces solo se logró un nivel de confianza del 95%, aumentando casi cuatro puntos con el de este curso. Pese a que la estadística era significativa, ese nivel de porcentaje no fue suficiente para considerar la teoría comprobada desde un punto de vista riguroso, por lo que la ciencia no dudó en proseguir con la investigación con el fin de confirmarla. En cambio, los datos actuales superan ampliamente ese umbral, respaldados por tecnología más avanzada y una mejor capacidad de análisis.
En este sentido, los investigadores, autores del estudio, señalan que los avances técnicos han sido determinantes. Algunos de los ejemplos que han servido para acotar los resultados son la mejora de los detectores, la reducción del ruido de fondo y una mayor precisión en el procesamiento de datos, permitiendo una lectura clara del fenómeno. Sin estas innovaciones, comprobar una teoría tan compleja habría sido prácticamente imposible. De esta forma, la ciencia demuestra nuevamente su capacidad para transformar predicciones teóricas en realidades observables, incluso cuando han pasado décadas desde su formulación.
Un logro no vivido por su creador
Kip Thorne, colega de Hawking y también ganador del Nobel, destacó lo siguiente: "Si Hawking viviera, habría disfrutado del aumento de la superficie de los agujeros negros al fusionarse". Por el contrario, el gran astrofísico falleció en 2018 sin llegar a ver su teoría confirmada, pero su legado vuelve a ser validado con una prueba empírica que fortalece nuestra comprensión del universo y nos ayuda a entender las dificultades que presenta el espacio exterior. Este hallazgo no solo honra su memoria, sino que reafirma el valor de la ciencia como herramienta para desentrañar los misterios más profundos del cosmos y la infinidad de misterios que este entraña.