Espacio

Este asteroide vuelve a sorprender a los científicos al descubrir que contiene sales potencialmente claves para el origen de la vida

Aparte de cinco ladrillos básicos que forman el ADN y el ARN, Bennu parece contener restos de antiguas salmueras propicias para las reacciones bioquímicas que hacen posible la vida

La NASA consigue extraer los dos últimos tornillos de la cápsula con las muestras del asteroide Bennu.
Imagen de cómo la NASA extrajo los dos últimos tornillos de la cápsula devuelta por OSIRIS-REx en 2023 con las muestras del asteroide Bennu.NASA.

Durante los últimos años el asteroide más famoso de la historia ha pasado a un segundo plano. El ficticio B-612 donde Saint-Exupéry describió al Principito ha dado un paso al lado para que los focos se centren en Bennu, un objeto astronómico al que hemos dado caza como si fuéramos Bruce Willis en Armageddon y que parece contener los ladrillos básicos para la vida. En 2020, la nave espacial de la NASA, OSIRIS-REx (Origins, Spectral Interpretation, Resource Identification and Security-Regolith Explorer) logró aterrizar en la superficie de Bennu convirtiéndose en el objeto más pequeño jamás orbitado por una sonda. La tarea no fue sencilla, pero tantos esfuerzos perseguían un objetivo muy concreto. Bennu no era cualquier asteroide, su distancia al Sol y su composición rica en carbono lo convertían en un testigo perfecto de los primeros instantes de nuestro planeta.

El propósito de OSIRIS-REx no era solo aterrizar, la sonda estaba preparada para tomar muestras de la superficie de Bennu y devolverlas a la Tierra. Un viaje con retorno que se convertiría en la primera misión espacial de Estados Unidos en recolectar una muestra de la superficie de un asteroide, es más: la primera en recolectar una muestra de un cuerpo planetario en casi 50 años, desde las misiones Apolo. La vuelta tampoco fue sencilla, pero Bennu logró pasar lo suficientemente cerca de la Tierra en 2023 para dejar caer una cápsula con 120 gramos del asteroide. Desde entonces, los investigadores han estado analizando su composición y no es la primera vez que se sorprenden con la química de Bennu y su relación con el origen de la vida en la Tierra. Ahora, una doble publicación en la revista Nature Astronomy ha vuelto a despertar la fascinación entre expertos y legos.

Conociendo a Bennu

Los asteroides no son más que objetos de menos de 1000 kilómetros de diámetro que no podemos clasificar como un cometa (por carecer de colas, por ejemplo) o que no cumple los criterios de planeta enano. Lo importante es que, generalmente, están compuestos de rocas que se agregaron durante la formación del sistema solar. Dicho de otro modo: son testigos del origen de nuestro vecindario que, desde entonces, han permanecido relativamente inalterados. Eso los convierte en fuentes de información muy valiosas sobre nuestro pasado. Bennu, como no podía ser de otro modo, tiene unos 4500 millones de años, lo mismo que el Sol, que nosotros y que el resto de nuestro sistema solar.

La segunda característica más importante de esta roca de apenas 260 metros de diámetro es su ubicación. Bennu sigue una órbita en torno al Sol de 120 millones de kilómetros, esto es: solo un poquito más cerca que nosotros, que lo orbitamos a 147 millones de kilómetros. Habiéndose formado casi a la vez que nosotros y tan cerca, es de esperar que su composición sea similar a la que tuvo la Tierra en sus orígenes, y eso es muy valioso. Y, finalmente, la tercera característica más relevante es que, antes de emprender la misión, los científicos ya sospechaban que tenía una composición rica en carbono, el elemento que encontramos vertebrando casi todos los compuestos químicos indispensables para la vida.

Un cuerpo bastante salado

En los primeros análisis de las muestras tomadas por OSIRIS-REx, en 2023, la NASA pudo confirmar que en había carbono y agua en cantidades significativas, ambos cruciales para la química de la vida tal y como la conocemos. Más adelante, análisis más sofisticados de otro asteroide conocido como Ryugu y abordado por la sonda japonesa Hayabusa, lograron identificar un compuesto mucho más complejo que forma uno de los cinco ladrillos de nuestro material genético. Ahora, sin embargo, la NASA vuelve a tomar la delantera y confirma que en Bennu también se encuentra este ladrillo, conocido como uracilo, así como los otros cuatro que hay en nuestro ADN y ARN (adenina, guanina, citosina y timina).

Sin embargo, aparte de otras sustancias bioquímicas claves para la vida, los investigadores detectaron indicios de un medio propicio para que estas moléculas reaccionaran entre sí: una suerte de salmuera. Concretamente, encontraron rastros de compuestos de carbonato de sodio y otros minerales que hacen imaginar un Bennu primitivo mucho más húmedo, donde se pudieron disolver estos carbonatos para, al evaporarse poco a poco, cristalizar formando las estructuras que recogió OSIRIS-REx.

Se trata de un proceso que vemos aquí, en la Tierra, pero a diferencia de nuestras salmueras de carbonato de sodio, las de Bennu carecen de boro y contienen fósforo. Esta es la primera vez que detectamos carbonato de sodio en un asteroide (o un meteorito, que son fragmentos de asteroides que han caído a la Tierra), pero podría hablarnos de la importancia que han tenido los asteroides en el origen de la vida en la Tierra o, al menos, de la importancia que tuvo nuestra ubicación en el sistema solar en la bioquímica que nos ha hecho posibles.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • No hemos encontrado vida en Bennu ni nada parecido. Aunque es emocionante, hay una enorme diferencia entre hallar estos ladrillos básicos de los que hablábamos y que se combinen de la manera adecuada para formar seres vivos.

REFERENCIAS (MLA):

  • McCoy, Tim, et al. "An Evaporite Sequence from Ancient Brine Recorded in Bennu Samples."Nature, vol. 624, no. 7942, 29 Jan. 2025, pp. XX-XX. doi:10.1038/s41586-024-08495-6.