Robótica

Este robot corre más rápido que un Ferrari y no tiene ruedas

Este robot corre más rápido que un Ferrari y no tiene ruedas

Las “patas” se sincronizan para moverse a través de terreno accidentado
Las “patas” se sincronizan para moverse a través de terreno accidentadoAMOLF/Alberto ComorettoEurekalert

La rueda fue un gran invento, pero las próximas revoluciones tecnológicas pasan por aprender a prescindir de ellas. Los robots del futuro necesitarán recorrer terrenos mucho más complicados que una autopista: montañas, pantanos y por qué complicarnos, incluso ciudades. Porque como saben las personas con movilidad reducida: un par de ruedas no son siempre bienvenidas en las junglas de cemento que habitamos. Con este problema en mente, investigadores de la Universidad de Tecnología de Eindhoven han encontrado una alternativa sorprendente. Una forma de dar movimiento a un robot sin necesidad de ruedas, ni circuitos complejos y que, por si fuera poco, le permite nadar, saltar y “correr” a una velocidad que, en proporción a su tamaño, supera a un Ferrari.

Durante los últimos años hemos visto cómo Boston Dynamics, por ejemplo, apuesta por robots de aspecto animal, con una especie de patas capaces de superar baches, equilibrarse e incluso hacer cabriolas. Algunos robots se arrastran como serpientes, otros vibran, otros incluso laten al estar compuestos de células cardiacas, impulsándose con cada bombeo. La variedad es enorme y necesaria, porque no es lo mismo desplazarse entre los escombros que trepar por un edificio. ¿Qué aporta entonces la apuesta de la Eindhoven? Miniaturización. Al haber diseñado un dispositivo capaz de moverse sin necesidad de circuitos complejos, su tamaño puede ser tan reducido como para dirigirlo a través del cuerpo humano. Hablamos de un robot “sanitario”, en cierto modo.

Poco más que aire

El sistema es aparentemente sencillo, pero como puede serlo un truco de magia. La complejidad que esconde es mayor, pero escapa a nuestra capacidad de atención lo suficiente como para maravillarnos por sus resultados. La clave, en este caso, es el aire. En lugar de motores o ruedas, estos pequeños dispositivos cuyos inventores se resisten a denominar “robots” ventilan aire a través de unos tubos flexibles, hinchándolos y haciéndolos vibrar. Podríamos compararlos con esos anuncios impresos en columnas de tela que se elevan verticalmente en algunas gasolineras y festivales, bamboleándose a medida que el aire las atraviesa.

Pero esto solo explica parte del proceso. Las contorsiones de estas columnas parecen caóticas, impredecibles en la práctica. No siguen patrones cíclicos como un péndulo o un corazón. Sin embargo, cuando pasan un rato chocando con el entorno empieza a ocurrir la “magia”, ese movimiento desatado comienza a sincronizarse. Del caos de las “patas” ya emerge algo ordenado, una coreografía que suma fuerzas para impulsar al dispositivo en una misma dirección. Puesto en cifras, este robot es capaz de recorrer en un segundo una distancia equivalente a treinta veces su tamaño. Para hacernos una idea de lo veloz que es: en un segundo un Ferrari recorre veinte veces su longitud. En proporción a su tamaño, el “robot” de Eindhoven es un 50% más rápido. Y, por si fuera poco, no solo corre, sino que cuando sus “patas” pasan del aire al agua, cambian su movimiento, remando de forma bastante eficiente. Todo ello sin que haya una inteligencia detrás decidiendo cómo adaptar el movimiento. “Simplemente” emerge de la interacción del material con el aire y el entorno.

Un robot “sanitario”

Es muy pronto para hablar de aplicaciones, pero las características de este dispositivo lo hacen excepcional y, por lo tanto, compatible con entornos… poco frecuentes. Su tamaño y la forma en que se desplaza podrían permitir introducirlo en el cuerpo humano y, aunque no podría navegar a voluntad entre sus células como nos ha enseñado la ciencia ficción, sí podría desplazarse por algunos sistemas, como el digestivo.

Así que, aunque la ciencia ficción nos haya acostumbrado a robots de aspecto humanoide, el futuro plantea un abanico de opciones mucho más amplia, donde su “anatomía” se adaptará a la función que cumplan, alejándose de lo humano en la mayor parte de los casos y alcanzando rendimientos que nuestros músculos, huesos y articulaciones no podrían soñar.

QUE NO TE LA CUELEN:

Aunque las ruedas no puedan resolver todos nuestros problemas de locomoción, son realmente útiles y permiten alcanzar velocidades (absolutas) que no podemos lograr con patas o serpenteos. Sin embargo, nuestra anatomía no es compatible con este tipo de estructuras que sí podemos encontrar a escala molecular.

REFERENCIAS (MLA):

Comoretto, Alberto, et al. "Physical Synchronization of Soft Self-Oscillating Limbs for Fast and Autonomous Locomotion." Science, vol. 380, no. 6651, 2025, pp. 123–127. American Association for the Advancement of Science, doi:10.1126/science.adr3661.