Muerte

Nuestro cuerpo emite una luz visible que se apaga cuando morimos, confirma un estudio

Se trata de una emisión de fotones producida por animales vivos que desaparece cuando llega la muerte.

Vida
Arriba ratones vivos y abajo una vez muertos. Salari et al., J. Phys. Chem. Lett., 2025Salari et al., J. Phys. Chem. Lett., 2025

La frase “no vayas hacia la luz” podría tomar un nuevo sentido de acuerdo con un equipo de científicos de la Universidad de Calgary. En un experimento, más que extraordinario por sus resultados, los científicos han analizado ratones y hojas de dos especies vegetales diferentes y han descubierto evidencia física directa de un inquietante fenómeno de "biofotones" que cesa con la muerte, lo que sugiere que todos los seres vivos, incluidos los humanos, podrían literalmente brillar, hasta que dejemos de hacerlo.

Los hallazgos pueden parecer un poco radicales a primera vista. Es difícil no asociar las investigaciones científicas sobre emisiones electromagnéticas biológicas con afirmaciones paranormales y desacreditadas de auras y descargas que rodean a los organismos vivos.

Es más, incluso en teoría, las longitudes de onda visibles de la luz emitida por los procesos biológicos deberían ser tan tenues que se ven fácilmente eclipsadas por el intenso brillo de las ondas electromagnéticas ambientales y el calor radiante generado por nuestro metabolismo, lo que dificulta su seguimiento preciso en todo el cuerpo.

Aun así, el físico Vahid Salari, líder del estudio publicado en The Journal of Physical Chemistry Lettersafirma haber observado precisamente eso: una emisión ultradébil de fotones (EPU) producida por varios animales vivos en marcado contraste con sus cuerpos inertes, así como en algunas hojas de plantas. La ciencia que sustenta los biofotones se basa en una idea controvertida. Diversos procesos biológicos generan claramente destellos de luz en forma de quimioluminiscencia. Y durante décadas se ha registrado la emisión espontánea de ondas de luz de entre 200 y 1000 nanómetros de longitud a partir de reacciones menos evidentes entre una amplia diversidad de células vivas, desde tejido cardíaco de vaca hasta colonias bacterianas.

Un fuerte candidato a la fuente de esta radiación es el efecto de diversas especies reactivas de oxígeno que las células vivas producen cuando se ven afectadas por factores de estrés como el calor, venenos, patógenos o la falta de nutrientes. Con suficientes moléculas de peróxido de hidrógeno, por ejemplo, materiales como las grasas y las proteínas pueden experimentar transformaciones que aceleran la actividad de sus electrones y liberan uno o dos fotones con la energía adecuada al volver a su lugar.

Disponer de un medio para monitorizar remotamente el estrés de tejidos individuales en pacientes humanos o animales completos, o incluso en cultivos o muestras bacterianas, podría proporcionar a técnicos y especialistas médicos una herramienta de investigación o diagnóstico potente y no invasiva.

Para determinar si el proceso podía escalarse desde tejidos aislados a sujetos vivos completos, el equipo de Salari utilizó diferentes dispositivos, como carga acoplada multiplicadores de electrones y cámaras para comparar las emisiones más tenues de ratones completos, primero vivos y luego muertos.

Cuatro ratones inmovilizados fueron colocados individualmente en una caja oscura y se les tomaron imágenes durante una hora, antes de ser sacrificados y se les tomaron imágenes durante otra hora. Se les mantuvo a temperatura corporal incluso después de la muerte, para evitar que el calor fuera una variable.El equipo de Salari descubrió que podían capturar fotones individuales en la banda de luz visible que salían de las células de los ratones antes y después de la muerte. La diferencia en la cantidad de estos fotones fue evidente.

El proceso también se llevó a cabo en hojas de Arabidopsis thaliana (planta de la misma familia que la mostaza o la coliflor) y Heptapleurum arborícola (también conocida como chiflera) y se observaron resultados igualmente contundentes. El estrés de las plantas con lesiones físicas y agentes químicos proporcionó evidencia sólida de que las especies reactivas de oxígeno podrían ser la causa del brillo tenue.

“Nuestros resultados muestran que las partes lesionadas de todas las hojas fueron significativamente más brillantes que las partes no lesionadas durante las 16 horas de imágenes”, concluye Salari.

El experimento fomenta la especulación de que los brillos etéreos más tenues producidos por las células estresadas podrían algún día revelarnos no solo si tenemos una piel luminosa, también si nuestra salud es “radiante”.