Un proyecto de
Esenciales
La figura del gerocultor, cada vez más demandada debido a los cambios demográficos
El informe “Empleos del mañana: empleos sociales y verdes para construir economías inclusivas y sostenibles”, realizado por el Foro Económico Mundial, señala los trabajos relacionados con la salud y los cuidados como pilares fundamentales de la economía del futuro. En este sentido, la figura del gerocultor se vuelve esencial para la sociedad que está por venir
Las personas cada vez vivimos más y es innegable que la esperanza de vida sigue creciendo en España. Sin embargo, igual de importante que cumplir años es hacerlo de forma agradable y con calidad de vida. Por ello, los sectores de la educación, la salud y de los cuidados y, más concretamente, el de la atención a las personas mayores es hoy en día fundamental para el funcionamiento de la sociedad.
En el futuro se prevé que esta situación no solo se mantenga, sino que se acreciente. De acuerdo con el informe Empleos del mañana: empleos sociales y verdes para construir economías inclusivas y sostenibles, del Foro Económico Mundial, la demanda de las profesiones relacionadas con la educación, sanidad y cuidado de personas mayores en España, debería aumentar un 81% hasta 2030.
Según el estudio del Foro, estos sectores son clave a la hora de “crear capital humano, participar en la sociedad y generar progreso económico”. Además, el informe indica que, ante el cambio demográfico que estamos viviendo y la forma en la que envejecemos, debemos garantizar una infraestructura social adecuada y extender y mejorar nuestros sistemas de educación, sanidad y cuidados.
Por eso, la profesión de gerocultor hoy resulta esencial y lo seguirá siendo en el futuro. “Esta figura supone una ayuda técnica para las personas en situación de dependencia que no pueden hacer por sí solas algunas o todas las actividades de la vida diaria”, explica María Ángeles Velasco, gerocultora.
Cuidados adaptados a las necesidades individuales
Velasco forma parte del equipo profesional de CleceVitam Gerohotel, situada en Laguna de Duero (Valladolid). En esta residencia, que también funciona como centro de día, conviven las personas que residen en ella de forma permanente con aquellas que acuden allí para hacer uso de los servicios de centro de día. Su labor es la de cuidar la salud física y mental de los mayores y contribuir a que siempre estén cómodos y atendidos.
Para las gerocultoras, el día empieza a las 7 de la mañana, cuando se reúnen para leer el parte del turno de noche e informarse de las posibles incidencias que hayan tenido lugar. “Después, vamos levantando a los mayores que son asistidos, les duchamos a diario y les vestimos para llevarlos a desayunar”, explica Velasco.
Estos mayores que son más dependientes conviven con otros residentes que cuentan con cierta autonomía y pueden hacer algunas o todas sus tareas por sí mismos, tal y como las hacían cuando estaban en casa. “Se peinan, se dan crema, se pintan… como cuando estaban en casa y tenían sus costumbres”, comenta Velasco.
En el caso de acciones concretas, explica esta gerocultora, les ofrecen también un apoyo: “Si necesitan ayuda, les asistimos con la ducha, les ponemos las medias de compresión, les atamos los zapatos que siempre cuestan un poco más…”.
Sobre las 9:30, todos desayunan. Siempre hay una auxiliar o más para atenderlesy ayudarles en todo aquello que necesiten. Lo mismo ocurre a la hora de comer, tras la cual, las gerocultoras llevan a aquellos mayores con siesta pautada a descansar. Al resto, los acomodan en las zonas comunes, en sillones abatibles que les proporcionan una mayor comodidad, para que puedan ver la televisión y descansar.
A las 14:30, después de la comida, se produce el cambio de turno y entran las compañeras de la tarde. Ellas, al igual que las de la mañana, empiezan su jornada laboral informándose de posibles cambios que haya habido durante el día y se preparan para atender a los residentes.
Para Velasco, este tipo de empleos son esenciales porque no se limitan solo a ser operativos, sino que además suponen una gran fuente de cercanía con la persona: “Los mayores necesitan cariño y la figura del gerocultor se lo da, haciéndoles sentir como en casa y permitiéndoles, en la medida de lo posible, continuar con sus costumbres y sus gustos”.
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