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La Justicia y la Iglesia, en duda

La organización que preside el Papa Francisco nos tiene estupefactos con sus decisiones contra la familia Franco

El delegado de La Razón en la Comunitat Valenciana, Iñaki Zaragüeta
El delegado de La Razón en la Comunitat Valenciana, Iñaki ZaragüetalarazonLa Razón

La Justicia y la Iglesia parecen empeñadas en dinamitar mi fe, hasta ahora parecía firme, a juzgar por la deriva de sus últimas actuaciones. Respecto a la primera, una de las tres patas del trípode que sustenta el Estado de derecho vigente en las democracias desarrolladas, no es la primera vez que decepciona. Nació deforme con la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) contra Rumasa, vía que no se ha preocupado de purificar. Da la impresión de que su mácula, lejos de limpiarse, va extendiéndose al Tribunal Supremo (TS), que hasta ahora había defendido con dignidad su independencia.

El TC mantiene su debilidad ante la presión política, como acaba de desvelar quien fuera todopoderoso vicepresidente, Alfonso Guerra, al que el presidente del TC reconoció que aprobaron la Ley de violencia de género por la presión sobre sus miembros. Por su parte, el TS acaba de demostrar su vulnerabilidad con la sentencia del «proces», en la que prevaleció el interés por la unanimidad que la convicción personal. A pesar de esa unanimidad, semanas después algunos de sus miembros decidieron calificar de conflicto político el problema. Nos invitaban a interpretar que se trata de favorecer a los condenados de cara a una decisión del Tribunal de Estrasburgo.

¿La Iglesia? ¡Ay, la Iglesia! La organización que preside el Papa Francisco nos tiene estupefactos con sus decisiones contra la familia Franco

–prohibió celebrar misas de aniversario en muchas iglesias– o las de él mismo con deferencias al dictador Nicolás Maduro, desplantes a otros bastante más demócratas y fiables, o afirmando vergonzosamente su negativa a venir a España «hasta que haya paz». Y ¡cómo no! su retraso o rechazo a inevitables cambios que requiere la sociedad moderna creyente. Veremos si la fe se impone a tanta duda. Así es la vida.