El Gallinero

La marcha triunfal de Puig

El presidente ha entendido el peso de la púrpura, ha sabido propagar sus virtudes y esconder sus defectos

¿Quién iba a decir el paseo victorioso que se iba a dar nueve años tras de su primer triunfo? Me refiero al secretario general del PSPV y presidente de la Generalitat, Ximo Puig, cuando en 2012 se impuso a Jorge Alarte en el Congreso de su partido con el 61 por cien de los votos o en 2015 a Jorge García, un perfecto desconocido, con el 56,7.

Mucho más cuando accedió a la presidencia de la Generalitat en 2015 con Compromís pisándole los talones. Recordemos y avergoncémonos al recordar los presagios generalizados de que a los cuatro años Mónica Oltra iba a devorarlo, como Saturno a sus hijos de Francisco de Goya. ¿Dónde está él y dónde Mónica? Uno en la Champion, la otra en regional.

En esta travesía solo le ha faltado el sonido de los clarines para incluirse en los versos de la Marcha triunfal Rubén Darío. En ese recorrido, Puig ha entendido el peso de la púrpura, ha sabido propagar sus virtudes y esconder sus miserias. Como cualquiera, tenerlas las tiene. Su imagen no ha sufrido gran desgaste. Al contrario, se muestra en los consellers. Incluso ha rectificado cuando ha percibido la resaca de su rebelión contra la Comunidad Madrid reclamando para ella más impuestos como solución a las deterioradas cuentas públicas de la Comunitat. Donde había dicho digo, ahora dice Diego.

«Los claros clarines de pronto levantan sus sones» como expresaba el genio nicaragüense, y los delegados «saludan con voces de bronce las trompas de guerra que tocan la marcha triunfal». ¡Y van tres! Así es la vida.