Tradiciones

El agua y el fuego en la noche de San Juan

Lope de Vega se inspiró en una noche de San Juan de Valencia para escribir una de sus mejores obras

Noche de San Juan en la playa de Valencia en el año 2019
Noche de San Juan en la playa de Valencialarazon

La Iglesia Católica fue poco a poco y desde muy temprano en su historia cristianizando todo lo pagano, centrado por lo general en los grandes tesoros y misterios de la Naturaleza. Los solsticios fueron sus puntos fuertes y en torno a ellos ha llegado a fijar su calendario litúrgico.

La noche de san Juan viene referida al solsticio de verano, que se produce el 21 de junio. Y lo más cerca que le queda a la Iglesia a este acontecimiento astronómico es san Juan, el 24, para anclar ahí grandes fiestas, la despedida de la primavera y entrada del verano paganas. Cambio de ciclo, de estación, de forma de vivir.

Cristianizado lo pagano, la gente vuelve a los orígenes, a lo pagano de forma natural. En la noche de san Juan, lo habitual es que nos dediquemos a lo pagano, no a lo religioso. De san Juan no nos acordamos para nada. Nos inclinamos por lo esotérico, a intentar interferir en nuestros destinos para mejorarlo por medios naturales, extra naturales, mágicos, artesanales o rupestres. Nos hacemos nuestra propia liturgia inventada, como se ingenian muchos horóscopos.

La Noche de san Juan impresionó mucho a Lope de Vega cuando vivió en Valencia su destierro de Madrid. Cuenta como cientos de carruajes de la ciudad iban a las playas a disfrutarla. La contemplación de este ritual a la valenciana le inspiró una de sus mejores obras, “La Noche de san Juan”, que escribió pocos años antes de morir.

Nuestra noche de san Juan es un masivo acto de santería a lo cubano o africano con toques estéticos mediterráneos y de herboristería. Tenemos hasta las playas de nuestro litoral convertidas sus arenas en múltiples campamentos tribales en torno a hogueras, donde se comerá, beberá, hablará, cantará, se hará miles de ritos pretendidamente mágicos, con que pasar la que es astronómicamente hablando la noche más corta del año, la jornada en que el sol se pone más tarde que nunca y amanece más pronto.

Aparte las cenas y el beber , se tienta a la suerte, porque sí, porque no y por si acaso, recurriendo al fuego y al agua, los elementos sagrados desde la Grecia clásica en nuestra cultura patria, elementos en que sí creían con gran fuerza los primeros pobladores de la tierra.

Nuestros ritos tribales en torno al fuego tienen mucho de orientales, de creencias rurales, de culto a la Naturaleza y de impetración de su fecundidad. La diosa madre naturaleza, la madre tierra.

El fuego de la noche de san Juan alumbra a los reunidos en torno al crepitar de las llamas para apagarse al despuntar la primera brizna de luz solar en la raya del horizonte, precioso amanecer. Sus llamas sirven para alumbrar semblantes y emociones en los rituales de los saltos en demanda de suerte, fortuna y amor.

Se pide al fuego queme cualquier raíz de mal, purifique y avente lejos cualquier negatividad. Se le pide incluso amor, pareja, un buen salto a la hoguera dicen es garantía segura de encontrarla bien y pronto

El agua es el otro purificador de la noche. El baño, desnudo a las doce en punto de la noche es purificador de cuerpo y espíritu, como el fuego. En el mar, hay que dejarse encontrar y acariciar por tres olas seguidas, en cada una de las cuales se musita el deseo anhelado.

Somos así, en la noche de san Juan, no le pedimos estas cosas de salud, amor y fortuna al santo, a san Juan, sino a la Madre Naturaleza, representada por el agua y al fuego. Poco o nada hemos cambiado, seguimos siendo los mismos en estas materias de fe y creencias de hace miles o millones de años.