
Dana Comunitat Valenciana
Montañas de arroz inservible se acumula en L' Albufera por la dana
La Cooperativa Valenciana Agrícola San Pedro de Massanassa ha perdido casi un millón de euros solo con los 1,5 millones de kilos de arroz dañados por el agua

Al otro lado de la pista de Silla a la altura de Massanassa, dos montañas de más de tres metros desprenden un olor a azufre que impregna el ambiente. De lejos, parece arena de una cantera, pero al acercarse se diferencian los granos de arroz: unos negros, otros grisáceos. Algunos de ellos van cayendo como lluvia fina montaña abajo. Los granos estaban ya comprados por una cadena de supermercados, dispuestos a viajar a cualquier rincón de España para formar parte de una paella. Todos son inservibles.
Pascual Alapont observa la montaña con cara de resignación. “Antes estábamos acostumbrados a un tipo de olor, pero este es distinto”, dice. Él es el presidente de la Cooperativa Valenciana Agrícola San Pedro de Massanassa, la única cooperativa de arroz de Valencia afectada por la dana del pasado 29 de octubre. Ese mismo día iban a acabar con el secado del arroz a las diez de la noche, pero dos horas antes les sorprendió el agua.
En Massanassa no había llovido ni una gota cuando comenzó a subir el agua por los conductos de aire del suelo. Después se coló por las puertas hasta alcanzar un metro de altura. Los trabajadores se pudieron resguardar y ninguno de los 400 cooperativistas de la zona perdió la vida, pero tardaron una semana en poder entrar a evaluar los daños.
“Las variedades de arroz bomba y albufera comenzaron a rodar y salieron fuera hacia los campos”, dice Alapont. De esa variedad tenían poca cantidad en comparación con la de arroz redondo J Sendra, típica del Parque Nacional de la Albufera. Este seguía allí, pero la base de las montañas de arroz quedaron empapadas y llenas de fango, inservibles. “El único al que no le pasó nada fue al arroz largo, el que no quiere nadie”, comenta resignado el presidente de la cooperativa.
Pérdidas millonarias
Durante semanas, los cooperativistas se afanaron en poder separar el arroz que había quedado intacto del dañado. “Añadimos un palmo más desde donde se quedó el agua para asegurarnos que ningún grano quedaba dañado. Si había ochenta centímetros, pues un metro”, explica Alapont. A ello le ayudaron otras cooperativas agrícolas de la zona como la de Sueca o Sollana que se ofrecieron a guardar su arroz.
En la campaña de este año habían recogido 8 millones de kilos de arroz. Cada año, la cooperativa suele vender su producción a Arrocerías Pons. La empresa tiene en la misma cooperativa una nave arrendada donde también trabajan. “A ellos no les ha afectado tanto porque compran casi todo el arroz que se hace en Valencia”, ríe Alapont. En 2024, la empresa vendió 95 millones de kilos de arroz. Las ventas de la cooperativa son ínfimas para ellos, pero vital para los cuatrocientos agricultores que la forman.
Los 1,5 millones de kilos de arroz que perdieron con la DANA suponen un grave perjuicio económico. “Este año iba a 600 euros la tonelada, calcula”, dice. 900.000 euros. Esa cuantía nota solo las pérdidas directas tan solo del arroz que no podrán vender, pero a ello se deben sumar los desperfectos en la nave, muchos de los cuales no pueden cuantificar todavía.
Los trabajadores estuvieron casi hasta las fechas navideñas limpiando la nave grano a grano y quitando el fango. A ello se suman los aparatos eléctricos dañados: los cables que dan luz a los secaderos siguen llenos de barro y las tres máquinas de aire las han tenido que enviar a Barcelona a comprobar su estado.
En total, Alapont asegura que han gastado 30.000 euros y no han recibido ayudas: “Hemos pedido subvenciones, pero aún no hemos recibido nada”, dice. “De momento lo pagamos todo nosotros”, aclara el presidente, que asegura confían en poder recuperar las pérdidas gracias al seguro agrícola.
Deshacerse del arroz perdido, la prioridad
Ahora, el mayor problema es el arroz inservible, que puede ser foco de infecciones. “La Conselleria no ha ayudado nada. Solo nos dijo que ese arroz no se podía vender como comida para humanos ni animales, como si no lo supiéramos”, dice Alapont. “Nadie quería este arroz”, añade.
Deshacerse de él no era fácil: los vertederos les pedían 100.000 euros, además del coste de transporte. La solución llegó hace unos días de una empresa de Toledo que fabrica abono orgánico y ha dicho estar dispuesto a llevarse todo el arroz dañado gratis. Ahora esperan que los camiones lleguen pronto para poder acabar con la pesadilla.

Alapont camina al lado de la cooperativa donde tiene uno de sus campos de arroz. En medio, un coche rojo destrozado sigue recordando aquella tarde. “El dueño se enteró que está ahí y me dijo que lo quitara, encima tenía que hacerlo yo”, dice el agricultor. “Si no viene a por él, cuando necesite sembrar, cojo mi tractor y lo aparto”, acaba.
La suerte para los campos de arroz es que el agua no daña el cultivo, por lo que el presidente confía en retomar la normalidad para la campaña de este año. “Excepto los campos más cercanos al barranco, el resto debería ir normal”, finaliza.
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