
Dana
La orla centenaria que casi se llevó la dana
Restauradores de la Universitat Politècnica de València (UPV) han recuperado una orla de la Facultad de Medicina de 1911

Restauradores de la Universitat Politècnica de València (UPV) han recuperado una orla de la Facultad de Medicina de 1911, que se había visto duramente afectada por la dana del 29 de octubre, y la han devuelto a su propietario, Augusto Sanchís, de 72 años.
Se trata de una pequeña alegría en medio de la tragedia que supuso la riada, que dejó 228 personas muertas y decenas de miles de damnificadas, entre ellas Sanchís y su mujer, residentes en Algemesí (Valencia) y quienes casi ocho meses después todavía no han podido volver a su casa.
En la orla aparece el abuelo de Sanchís junto a otros compañeros de promoción, entre los que casualmente se encuentra el bisabuelo de Isabel Silvestre, una de las voluntarias encargada de la restauración de esta pieza, y que reconoció la orla por haberla visto en la consulta de su padre, también médico.
Silvestre participó también en el momento de la entrega, que recuerda como "muy emocionante" y "muy bonito", a la vez que duro: "La gente se emociona mucho con el trabajo que estamos haciendo allí, lo valora muchísimo y no puedes evitar que te afecte", señala en declaraciones a EFE.
Una orla "muy especial"
Tras la riada del pasado octubre, alumnos del grado y el máster en Conservación y restauración de bienes culturales de la UPV se movilizaron como voluntarios a las zonas afectadas por la dana y uno de ellos encontró en la calle un montón de fotografías y otros enseres que habían sacado de alguna de las casas afectadas.
Allí descubrió esta orla de 1911. "Le supo mal que estuviera allí tirada", así que "anotó la calle y el municipio donde la había recogido, la trajo al laboratorio y después volvió a buscar a los propietarios y los encontró", explica a EFE Esther Nebot, una de las coordinadoras del proyecto de restauración.
Sanchís, por su parte, se muestra muy agradecido por el valor histórico y de memoria que tiene esta pieza, que dice que ha quedado "perfecta" y que ya tiene en sus manos, a la espera de ponerle otra vez el marco y el cristal y poderla lucirla de nuevo.
También destaca el valor sentimental que tiene para él, especialmente después de haber perdido tantos recuerdos en esa riada, como fotos de sus hijas o las de su boda, además de su casa, ubicada en una planta baja y que acababan de reformar quince días antes de la dana.
Nebot añade, además, que se trata de una orla "estéticamente maravillosa" y "muy especial" perteneciente a "esas promociones pequeñas", en las que las fotografías era individuales y se adherían al cartón una a una, y con un "grafismo modernista muy bonito".
El proceso de recuperación
Marta García, una de las restauradoras, recuerda que aunque la orla llegó con muchos problemas de humedad y llena de barro, la restauración de las fotografías fue mejor de lo que creían.
Al ser de cartón necesitaba más tiempo de lavado y de secado, pero al tratarse de una orla antigua, las fotografías estaban directamente pegadas y aunque pueda parecer que son más propensas a perderse por ser antiguas, "son de mejor calidad y aguantan mucho mejor".
Más de 150.000 fotos recuperadas
Desde el departamento de Conservación y restauración de bienes culturales de la facultad de Bellas Artes de la UPV han recuperado, en estos casi ocho meses, unas 150.000 fotografías, que han podido devolver a unas 150 familias afectadas por la dana.
"Nos quedará un 30 % aproximadamente de material por restaurar", señala Esther Nebot, quien asegura que la entrega de estos recuerdos a sus propietarios y propietarias es "muy gratificante" porque "la gente se emociona", no sabe cómo agradecer el trabajo hecho y siempre "acaban pidiendo un abrazo".
Para ellos supone una alegría saber que después de todo lo que han perdido "van a poder volver a viajar en el tiempo viendo sus fotografías: volver a recuperar un cumpleaños, un nacimiento de un hijo o poder ver a alguien que ya no está", apunta para recordar que una fotografía "tiene en esa magia de poderte transportar en el tiempo".
Tanto Marta García como Isabel Silvestre coinciden en lo gratificante que está siendo este trabajo, pero también en lo duro y agotador que resulta.
"Al final, quieras que no, te ves reflejado en las fotografías de la gente, podrías ser tú o tu hermana y eso también desgasta. Pero creo que al final, cuando dentro de unos años miremos atrás, nos daremos cuenta de que ha sido una de las experiencias, tanto humanas como profesionales, que más nos van a enriquecer", asegura García.
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