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Disney quiere un final feliz para los Beatles

El gigante estadounidense encarga a Peter Jackson que rehaga el documental maldito “Let It Be”, que se asomaba sin querer a la disolución de la banda, para hacerlo más amable

En el mundo de Disney, las cosas son así. Un mandamiento se impone sobre todas las historias, un «deus ex machina» resuelve las historias del planeta animado: el final feliz. Queremos decir el «happy ending» para ponernos cinematográficos y evitar resonancias malsonantes de la versión en castellano. Y eso es porque del mundo de Disney uno se levanta reconfortado, obligatoriamente con esperanzas. Aunque, claro, esa política a veces crea conflicto si la historia de la que hablamos es... real. Y resulta que fue bastante amarga. Bueno, pues a Disney le da igual.

Como decían en las escuelas de mal periodismo: no dejes que la realidad te estropee un buen titular. A Disney no le van a arruinar un «happy ending» cuatro mendas de Liverpool que se llamaban los Beatles. El gigante audiovisual ha decidido revisar la película «Let It Be», que en 1970 fue una crónica descarnada sobre la disolución del cuarteto. Medio siglo después, el director Peter Jackson ha revisado las imágenes de aquel proyecto para ofrecer una visión alternativa que llegará con suerte a los cines este año: «The Beatles: Get Back».

En la película original, aparecen con cara de acelga y Yoko Ono con la suya... de siempre. Todos mirando al suelo, escuchando con desgana el proyecto musical en el que ya no creían. Las imágenes hablan por sí solas porque la amistad no se puede disimular, y mucho menos cuando se ve cómo discuten entre ellos acaloradamente. La idea original era adentrarse en el proceso creativo de los genios británicos, que acababan de escribir las páginas más alucinantes del pop llevándolo a cotas experimentales y líricas inigualadas todavía hoy.

La película iba a desvelar la magia de los Beatles, que se encerraron en el frío invierno londinense en una nave de los estudios Twickenham rodeados de focos y cámaras que registraban cada uno de sus movimientos, pero lo que ofreció fue el testimonio de un doloroso divorcio. El documental mostraba imágenes impagables, como las del último concierto del grupo, sobre la azotea del edificio de su discográfica, Apple, en Londres. El filme ganó un Oscar por su banda sonora, que ninguno de los Beatles se molestó en ir a recoger. Y quedó en el olvido porque así lo quisieron los cuatro, pero nada que no se pueda arreglar con un buceo en los archivos (dicen que hay 55 horas de material visual inédito y 140 de grabaciones de audio) y un nuevo montaje que, como todo el mundo sabe, es capaz de contar una cosa y la contraria. Pero siempre será mejor saber la verdad.