Música sin público al que tocar
Con la temporada de conciertos dada por perdida, el sector de la música en directo duda de cuándo y, sobre todo, cómo se podrá volver a la normalidad
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En el resto de países de Europa, los conciertos no volverán hasta, en el mejor de los casos, el invierno. Siempre y cuando no haya una segunda oleada de COVID-19, un efecto rebote de lo que suceda en América o en África y llegue de nuevo a Europa en secuencia tenística.
En España, la respuesta que obtenemos de varios eventos musicales de distintas características programados en julio se parece a la siguiente: «Me dicen que no se ha hablado de aplazamiento y que seguimos adelante». Una posición oficial calculadamente ambigua y escueta que esconde una absoluta falta de confianza en que se retomen los conciertos y macroeventos musicales.
El mensaje, de puertas adentro, es que no hay ninguna posibilidad y la temporada está perdida. El sector negocia con el Gobierno para amortiguar el golpe y conseguir que la devolución de entradas y otras medidas no supongan un armagedón para las empresas. El festival Mad Cool de Madrid decía ayer entre líneas esto: «Esperamos poder deciros algo definitivo en breve. Cuando se puedan tomar las decisiones adecuadas junto con las autoridades sanitarias».
Unas «decisiones adecuadas» que no son otras que la cancelación o aplazamiento cuando el marco legal reconozca la causa de fuerza mayor. Ayer también el sector de la música le transmitió a los ministros de Hacienda y Cultura, una vez más, sus demandas. ¿Y luego, qué?
La cotidianeidad
Enmedio de una corriente general de pensamiento colectivo que va en la dirección de darle al virus la gravedad que tiene, y después de haber escuchado hasta la saciedad que la sociedad «no volverá a ser la que era», hoy es casi inconcebible o frívolo pensar en que los eventos culturales masivos vayan a celebrarse de nuevo. Está claro que muchos aspectos de nuestra cotidianeidad se verán afectados.
El teletrabajo se ha demostrado efectivo, por ejemplo. Cada día, este diario sale a la calle con sus ediciones en papel y digital con sus trabajadores en casa. Seguramente la manera de hacer la compra, de recibir formación académica o incluso asistencia médica se transformarán. Pero, ¿qué sucederá con los espectáculos de masas, como el fútbol o la música, donde el componente social y en directo forma parte de su naturaleza? Todo el mundo se lo pregunta. Pero el cómo y el cuándo son dos caras de la misma incertidumbre.
Si todo va como debe, pronto comienza la desescalada pero,como ya recomendó la Comisión Europea, se volverá a la normalidad primero en colegios, después el comercio minorista, más tarde restaurantes y bares, y lo último serían las reuniones masivas, específicamente conciertos y festivales. Aunque es cierto que se están mandando mensajes confusos. El mismo día que la Generalitat de Cataluña admitía que era «difícil» que se celebrasen los festivales de verano, se anunciaba, de pleno acuerdo entre las autoridades autonómica y local la celebraciónde Sant Jordi el 23 de julio.
Parte del sector confiaba hasta hace pocos días en el fútbol y la temporada de playas como el útlimo clavo ardiendo. Pero incluso el todopoderoso deporte empieza a asumir que tendrá que acabar la temporada sin público o con una grosera reducción de aforo. Y es que el coste político de precipitar la «vuelta a la normalidad» y favorecer un rebrote desobedeciendo las recomendaciones internacionales es inasumible para ningún Gobierno.
Por eso, debido a las profundas transformaciones que tendrá este hecho en el sector, la Federación de Música ha planteado unas demandas al Gobierno que pasan por, entre otras, el mencionado concepto de la causa de fuerza mayor para la devolución de entradas, así como la flexibilización de la normativa de Consumo a este respecto. También reclaman un fondo de compensación para un sector que da trabajo a 300.000 personas y 111.000 empresas y la adaptación de las ayudas a lo específico del sector.
Desde Es Música, la federación que está sirviendo de interlocutor con José Manuel Rodríguez Uribes, (Ministro de Cultura) se enfatiza que son medidas muchas de ellas administrativas y sin coste para el Estado y que, las que lo tienen, no es una cuantía desproporcionada. El sector calculaba unas pérdidas de 662 millones hasta seprtiembre que se verán aumentadas durante el tiempo que no haya actividad.
Pero la transformación será más profunda. ¿Vamos hacia una sociedad «profiláctica»? ¿Cambiará la definición de los espectáculos de masas y las tradiciones y el turismo? ¿Cómo serán Sanfermines, las Fallas, Benidorm o el Santiago Bernabéu? Parte de la industria musical piensa en retomar el modelo en el punto que lo dejamos, en febrero de 2020. Otros creen que deberá transformarse.
Una encuesta a consumidores estadounidenses publicada por Performance Research a finales de marzo revelaba que el 44% de los consumidores planea acudir a menos eventos públicos que antes una vez termine la cuarentena, y un 47% admite que, durante un tiempo prolongado, acudir a eventos multitudinarios les seguirá asustando. El 56% de los 1.000 encuestados también afirmaba que se mantendrán lejos de los conciertos en salas, teatros o pabellones deportivos aunque el recinto se haya confirmado como seguro, y que les llevará desde varios meses hasta un «quizás nunca» regresar a los conciertos a puerta cerrada una vez que las medidas de confinamiento se levanten.
¿Deberán incluir las entradas a los eventos culturales una advertencia similar al alcohol de «consumir bajo su responsabilidad»? «Podría ser una opción, pero improbable, porque la legislación y el Estado de Derecho puede permitir conductas digamos, perjudiciales para un individuo con respecto a sí mismo, pero no puede dar autorización a un evento que suponga un riesgo colectivo. En el aforo hay una barrera a medio plazo», dice una fuente del sector.
«Volveremos a perrear»
Las salas de conciertos y los teatros en España han anunciado que no volverán a abrir si no es con aforos completos porque, de otra manera, «se estigmatiza su actividad» y se pone en riesgo su viabilidad. En muchas ocasiones, un promotor sólo gana dinero a partir del 80 por ciento del aforo. «No tengo duda de que volveremos a ir a conciertos exactamente igual que antes, a ver a músicos en directo. En un mes nos hemos aburrido de los conciertos en ‘‘streaming’’. No son el modelo en absoluto», comenta un veterano del sector.
En conversación con este periódico, la estrella de la música urbana Bad Gyal tiene claro que «volveremos a ir a conciertos, a bailar y a perrear» y que lo haremos hombro con hombro en la pista: «Eso no lo dudes, es nuestra cultura». De la misma opinión es Xabi San Martín de La Oreja de Van Gogh: «por supuesto que volverá a haber conciertos como eran. Lo que nos preocupa a todos es cómo va a estar la economía.
Y en ese contexto, entiendo que los músicos no podemos ponernos a pedir a la gente el: «oye, ¿qué hay de lo mío? No dejéis de ir a conciertos». Porque hay familias con hijos y una hipoteca y el futuro en peligro. Y supongo que eso va a afectar a la cultura». Sobre cuándo, «ahí está la gran pregunta. Tiene mala pinta, supongo que querrán ser prudentes. Pero yo no quiero jugar a experto». El miedo a que la enfermedad regrese nos va a acompañar durante meses. La vacuna podría tardar entre 12 y 18 y, mientras tanto, los contagios subirán y volverá a haber brotes. Habrá otra pandemia. ¿Qué huella nos dejará esto y cómo será de profunda?