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Cuarentena con la Oreja de Van Gogh: “La cultura no puede ponerse a lloriquear”

El grupo incumple el distanciamiento social con “Abrázame”, su nuevo single, y adelanto del primer trabajo en cuatro años
La Oreja de Van Gogh

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Son ya unos clásicos del pop en españa. La Oreja de Van Gogh llevaban cuatro años sin publicar canciones nuevas y, enmedio del confinamiento, acaban de lanzar “Abrázame”, un single que no respeta las recomendaciones sanitarias ni tampoco sigue los consejos que hacen un tema “radiable” o, como se dice hoy, “viral”. Un tema más bien oscuro y poético de adelanto de su nuevo trabajo. Xabi San Martín, fundador del grupo hace 25 años, explica cómo están llevando el confinamiento.
-Pues en el día de la marmota. Estamos todos bien, gracias a Dios. La gente está con el espíritu “Resistiré”, y bueno, es un rollo estar en casa con los niños encerrados, pero chico, que esto sea lo peor que nos pase.
-¿Qué estrategia mental sigue para mantenerse cuerdo?
-En nuestro caso, es que con el grupo estamos a tope, sin parar, con las redes sociales y haciendo malabarismos técnicos para grabar canciones en acústico para los fans. Nos ha pillado así y estamos bastante ajetreados.
-¿Qué reflexión hace sobre este tiempo?
-Hablamos mucho y creo que se pueden aprender que podemos disfrutar de cosas que no hemos disfrutado por la velocidad a la que vivimos. Pero yo tengo la sensación que saldremos de esta como de esas resacas de las que dices “prometo no beber nunca más” y luego sigues exactamente igual. Tiene pinta de que incurriremos en todos los vicios. Volveremos a ir corriendo a llevar un ritmo frenético, a todo lo mismo.
-La sociedad, el mercado, el capitalismo...
-Y que el capitalismo somos nosotros, también te digo. Al final somos nosotros los que queremos estar siempre a la última. El capitalismo es la cosa más humana que hay. Nadie nos obliga a ser así más que nosotros mismos, pero yo qué sé. Esto es sociología de taberna, pero son cosas en las que hemos pensado.
-Con algo hay que ocuparse. Como no podemos ir a los bares a hablar de esto, pues hay que hacerlo por teléfono.
-Claro, me imagino que como todo el mundo, con el Zoom y Skype, tomando cervezas con los amigos. Que a nosotros el otro día nos dieron las tantas. ¡Y un resacón...! Y sin movernos de delante del ordenador.
-Yo pensaba que me iba a sentir un poco ridículo haciéndolo, pero no está tan mal.
-Sí, sí. Al principio es ortopédico: “¿Me oís? ¿Hola?”. Y cosas así. Pero a los cinco minutos, una cerveza después, todo es como siempre y más barato que el bar, con la Mahou del súper.
-Lanzan una canción que va en contra las recomendaciones sanitarias: “Abrázame”.
-(Risas) Te juro que lo estuvimos pensando... por el mensaje. Pero creo que es una canción que incumple bastantes cosas. Esa es la parte cómica, pero contraviene todas las normas de un buen single. En el sentido de que no es un tema que puedas hacer radiable del todo. No es una de esas canciones divertidas, directas. Con su estribillo claro. Y esta incumple todas las recomendaciones: es tirando a oscura, a gótica... y tuvimos un gran debate con la discográfica (Sony) que nos decía que estábamos un poco locos. Pero nos pusimos cabezotas. Y espero que salga bien.
-Como grupo, ya tienen galones para imponer el criterio de vez en cuando.
-Sí, la verdad es que sí. Y molaría contar la historia de la fidelidad artística frente al monstruo multinacional de Sony pero lo cierto es que no es así. Hay debates, pero nos han respetado siempre. Son una discográfica gigante, pero siempre hemos tenido la libertad de la “indie” más “indie”. No se inmiscuyen. Hacemos lo que nos da la gana y por eso el mérito y la culpa son nuestras.
-Llevaban cuatro años desde el disco anterior.
-Hemos girado mucho. Estuvimos en Estados Unidos y las distancias eran enormes, igual que México. Estuvimos pateando el mundo y bueno, luego dos años de composición. Pero es que hemos pasado un tiempo de inseguridades. Porque al principio con 20 años hacías canciones sin darte cuenta y ahora ya no lo haces sin querer. Te paras a mirar si está bien o no. Y nos ha entrado un poco la neura, las dudas. Y hemos tenido inseguridades y mira, las hemos superado. Y ha salido exactamente lo que queríamos.
-Curioso, para un grupo con su trayectoria.
-Es algo que forma parte de la vida. Que de crío no lo piensas, lo haces de forma instintiva, como un estornudo. Pero te haces mayor y te viene el espíritu crítico, la policía censora interior. Y es lo mismo que te permite ser padre. Es necesario tenerla. Peor artísticamente es molesta, porque te da la neura. Pero convives con ella y en esa lucha va saliendo. Luego haces el ratio de efectividad y no te sale, porque dos años para hacer un disco de 40 minutos... Pero claro, se ve lo que has decidido poner y no todo el trabajo anterior.
-¿Piensas que volveremos a conciertos?
-Hombre, sí. Yo creo que sí. Nos preocupa la economía, que va a ser un sopapo monumental. Yo no soy economista, pero parece que puede haber un retroceso brutal. Y no te vas a poner a pedirle a la gente el “¿qué hay de lo mío? Oyen, no dejéis de ir a conciertos”... porque hay familias con hipoteca, hijos y el trabajo en el aire y entiendo que la cultura va a sufrir. Y desde el sector cultural no podemos ponernos a lloriquear, sino aguantar, como todo el mundo. Y cuando vuelva todo a su ser, la gente podrá destinar el dinero y las ganas al ocio.
-El verano lo tenemos chungo.
-Tiene mala pinta. Yo no me imagino a 5.000 personas juntas, si no podemos ni ir a tomar una caña.

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