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Lo que no quisieron que viésemos de la pandemia

«Tiempo detenido» reúne las imágenes que han tomado de la pandemia 42 fotógrafos. Varios se quejan de cómo los políticos les impidieron cubrir esta crisis para no reflejar la gravedad de la Covid-19
Gervasio SánchezGervasio Sánchez

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“Nunca he visto en mi vida morir en tanta soledad como en España durante esta epidemia y llevo 35 años fotografiando conflictos bélicos. La gente ha fallecido en las residencias, los hospitales y sus casas sin el acompañamiento de los seres queridos. Es totalmente inaceptable. Existían formas, con protocolos, para que estas personas estuvieran acompañadas. Pero a su lado únicamente estaban los médicos. Ni las Comunidades Autónomas ni el gobierno de uno o de otro color han hecho nada a este respecto. Me da igual quién gobierne: ha sido brutal ver la soledad de la muerte que ha habido en nuestro país. Yo he visto a lo largo de mi carrera morir niños por el hambre, el cólera o el efecto de las bombas, y siempre morían acompañados de sus seres queridos. Pero aquí, no”.
El fotógrafo Gervasio Sánchez muestra su indignación y rabia por la gestión que las distintas autoridades han hecho durante la crisis de la Covid-19. Su protesta es, en primer lugar, respecto a los enfermos y sus familias, y, después, por los constantes impedimentos que todas las autoridades nacionales o autonómicas han puesto a los distintos fotógrafos para que capten la realidad de lo que ha estado ocurriendo durante estos meses de confinamiento. Pero él no es el único que levanta la voz para quejarse de los obstáculos que los responsables políticos han puesto a lo largo de estos meses a la Prensa para informar.
A su lado también está otro referente de la fotografía: Ricardo García Vilanova. “Cuando estalló la crisis, estaba trabajando en Siria. Pude volver en un último vuelo y lo primero que me encuentro es que era imposible entrar en los hospitales o las áreas sensibles para registrar lo que estaba pasando. No se ha mostrado a los ciudadanos la magnitud de esta tragedia. Por eso ahora gran parte de la población no es consciente del peligro que representa esta epidemia: no han visto las imágenes ni lo que ha sido. Esto explica que la gente esté en la terrazas. Lo único que se hacía era enseñar cómo la gente aplaudía en las ventanas. Pero nunca se ha reflejado que ha habido más de 28.000 muertos”.
Él mismo explica la envergadura de esta cifra: “Este número me ha impresionado y se registró en unos pocos meses. En una contienda, con las armas convencionales, los muertos oscilan entre 40 o 60 al día. Aquí durante semanas teníamos 800. Eso supera con creces la situación que se da en cualquier guerra del mundo. Lo que hemos tenido, en cuanto a relación de víctimas, es mucho más trágico que en cualquier enfrentamiento armado. Pero, al revés de esos países en guerra, nosotros no hemos tenido esa misma cobertura. No se ha dado acceso a los fotógrafos. Lo puedo entender en un primer momento, pero luego se podía haber permitido”.

Respeto a las víctimas

La exposición “Tiempo detenido”, organizada por la Fundación Enaire y PhotoEspaña, recoge las instantáneas de 42 fotoperiodistas sobre la pandemia en España. “Ha sido tremendamente doloroso”, reconoce Isabel Muñoz, que participa en esta iniciativa y a la que, al recordar esos días, se le entrecorta la voz. “El reto –prosigue– consistía en ser lo más fiel a lo que estaba ocurriendo. Me hubiera gustado hacer cosas, pero, por respeto a las víctimas, no resultó posible. Lo importante era ser testigo y me dio igual volver a mis inicios y trabajar de esta forma rápida con tal de hacerlo bien y de captar lo que estaba viviendo”. Para Eduardo Nave, el instigador de esta muestra, “ha sido duro porque te encuentras en la ciudad que vives y la ves totalmente vacía. Te asusta bastante. El silencio era ensordecedor. Hasta daba miedo. Al principio te quedaba la impresión de que no sabías lo que pasaba. Cuando te cruzabas con otro ser humano, sentías temor. Adviertes lo frágiles que somos cuando ves vacíos los lugares que antes estaban llenos. Jamás pude imaginarme algo semejante”.
Gracias a Nave ha salido adelante este proyecto que ha reunido a Santi Palacias, Susana Vera, Anna Surinyach, Isabel Permuy y otros referentes de la fotografía. “Lo que más me ha impresionado es el comportamiento de las autoridades que han intentado maquillar el impacto de la pandemia evitando que las cámaras y los reporteros reflejaran la letalidad del virus. Han infantilizado a la opinión pública. La demostración es que cuando llegó el desconfinamiento no se había visto lo que es todavía esta epidemia. Han muerto 28.000 personas y algunos elevan ese número a 40.000 debido a patologías o diferentes situaciones vinculadas a esta crisis”, comenta Gervasio Sánchez.
Y añade: “Me parece sorprendente que esto haya ocurrido en una democracia. En cualquier país, desde Estados Unidos a Italia, Francia o Bélgica, ha sido más fácil trabajar. Aquí nos hemos acomodado al discurso oficial y a las medias verdades de los gobernantes”. Él mismo insiste: “Me muevo en zonas de conflicto. Entrar y desplazarme en esos países es más sencillo que hacerlo aquí. Hemos logrado entrar en determinados hospitales que han abierto las puertas o residencias insistiendo mucho, pero la tónica general era no darte facilidades. No entiendo cómo se coarta ese acceso a la información. Hay periodistas que tendrían que haber estado en zonas sensibles. Sobre todo, en ese tipo de situaciones”.
Ricardo García Vilanova se suma a esta opinión y asegura que los políticos lo único que han gestionado es “cerrar el acceso a la Prensa para no dar imágenes duras, no alterar a la población y no poner esa información en los medios para evitar que la gente tuviera una conciencia de lo que es. Es contraproducente, porque no se ha enseñado lo que fue este pico de la Covid-19 y ahora vemos estas actitudes en la calle de gente que se mezcla, no opta al distanciamiento ni llevan mascarillas. Si se hubieran visto las imágenes, el comportamiento de cada uno de nosotros sería diferente”. Y advierte: “Esto es muy grave. Primero por la responsabilidad que existe hacia la sociedad y porque las futuras generaciones no tendrán esa memoria histórica. Imaginemos que no hubiera fotos de la Guerra Civil española. Construir un relato sin imágenes es imposible. Solo quedan números, palabras. Sin imágenes...”.