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Marwan: “Pudimos cambiar, pero sigue dominando el individualismo”

El poeta y músico publica “El viejo boxeador”, un trabajo sobre la resiliencia frente a las adversidades y la identidad.
Marwan

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Madrileño de Aluche y, según todas las estadísticas, a. m., es decir, anterior a los “milennials”, Marwan Abu-Tahoun Recio (1979) fue, irónicamente, uno de los responsables de la explosión de la poesía en las redes sociales, actividad que siempre ha combinado con la de cantautor. Marwan, como le conoce todo el mundo, ha publicado ya dos álbumes, tres discos, y dos discolibros y ahora presena “El viejo boxeador” (Sony) un álbum prepandemia que ha cobrado sentido completo después de lo sucedido este año.
-¿Cómo ha pasado esta temporada extraña?
-Lo pasé mal cuando mi padre enfermó. Estuvo ingresado una semana. Pero estamos contentos de que no haya sido nada, es un alivio brutal.
-¿Por Coronavirus?
-Sí. También mi hermano y yo, porque en mi familia hay sanitarios. Yo no lo sufrí nada pero mi padre sí que estuvo hecho polvo. Ya por suerte salió todo bien.
-Vaya, porque su padre tiene que ver con el álbum.
-Exacto. El concepto del disco es la resiliencia, el salir adelante, la noción de las segundas oportunidades, el hecho que se pueden superar diferentes traumas o eventos de la vida que nos resultan dolorosos. Y el caso de mi padre lo simboliza. Él vino de Palestina como refugiado y toda su vida ha luchado para salir adelante. Ha tenido una vida más o menos próspera y bonita saliendo de un país en guerra y ocupado.
-Bueno, y ha superado en Coronavirus. Máster en resiliencia
-Sí, total. Y le dije que saldría en la portada del disco cuando estaba en el hospital. Fue muy bonito.
-¿Qué le dice de su música?
-Les encanta, a los dos. Siempre me han apoyado y creo que es una de las alegrías de su vida. Que me dedique a la música, que tenga actuaciones y una cierta repercusión. Sé que es una gran alegría para ellos.
-¿Y qué es su padre el para usted?
-Son mis referentes. Son los amores de mi vida.
-¿Son lectores, oyentes de música?
-Sobre todo la música. Los discos de Silvio, de Serrat, de Ana Belén y Víctor Manuel. Los discos que me han influido me los dieron ellos. La lectora a tope es mi madre. Lo que ellos me ponían cuando era chiquitito lo he acabado cultivando y eso que de pequeño no lo agradecía tanto, porque a mi me gustaban Europe y los Communards y esas cosas. Luego en la adolescencia me empezó a calar hondo.
-La metáfora del boxeador viene enlazada con otro de los temas del disco: el resentimiento, las redes sociales y el combate diario.
-Se da un doble combate. Una confrontación con gente porque tienes opiniones enfrentadas. Otras veces recibes insultos porque son detractores de tu obra o sienten envidia o lo que sea, y luego hay que ser un luchador en las redes para mantenerse impertérrito ante las modas imperantes. Todo el mundo quiere tener éxito en las redes y quiere encajar. Ser auténtico es una gran hazaña. Se repiten las fórmulas de tener éxito y es algo que yo veo en un “postureo” atroz, porque en el fondo les encaja. Esa es otra de las grandes luchas de las redes.
-¿Se puede luchar contra eso o uno termina por abandonar las redes?
-Creo que se puede. Uno debe apostar por lo que ama. Yo hago canciones y poemas y las comparto y creo en ellas. Pero eso de darte importancia o culto al ego... prefiero no hacerlo porque consume mucho. Transmito lo que me caracteriza, mi esencia.
-Se ha sentido despreciado como poeta. ¿Cómo se defiende uno de eso?
-Para eso hemos hecho “5 Gramos de resentimiento”, la primera canción del disco, que es una bofetada a los que te critican ferozmente. Uno se enfrenta a ellos de tres formas: o devolviéndoles cariño, contestándoles o no haciendo ni puto caso. A veces te sientes abusado, otras veces te das cuenta de que les falta cariño y seguidores y se lo das y reaccionan de forma increíble. Y luego hay mala gente que quiere hacerte daño.
-Lo difícil es saber qué hacer en cada caso.
-Sí... te arrepientes. Pero bueno, no sucede constantemente. Hay algunos bastante dañinos, gente que no tiene buen corazón, macho. Pero yo recibo infinitamente más cariño que malos comentarios.
-¿Pero solo 5 gramos...?
-Bien podían ser cinco toneladas. Es irónico todo. Pienso en aquello de que los enfados te duran un ratito.
-Por buscar aprobación jugaron con usted.
-Claro, a veces por falta de autoestima o encajar o sentirse querido, uno siente que la aprobación de los otros es el amor y permite cosas que no debe. No creo que sea el único que le ha pasado. No permitir demasiado de ti por unos céntimos de amor.
-Otra vez en torno a los “likes” y la validación.
-Hablo mucho de eso, creo que el disco habla de la identidad, de ir al fondo de ti y darte cuenta de lo que has hecho y lo que no debes hacer.
-Malos tiempos para el directo.
-Teníamos una gira estupenda con banda y se ha quedado parada. No sabemos qué hacer porque no sabemos qué va a pasar en mes y medio.
-No es optimista.
-Muy poco optimista. Hay un abandono bestial por parte de las administraciones y el ministro de Cultura está desaparecido. No hay normativa o límites para trabajar. Muchos músicos viven al día. Es muy difícil ser optimista ahora mismo. La cultura ha demostrado que es segura.
-Tampoco es justo el reparto de la música grabada.
-Ahora mismo las plataformas tienen una lucha con determinados estamentos, una lucha jurídica para quedarse más porcentajes de algo que ya era ridículo. No corren buenos tiempos para la lírica. Es un ataque de muchos ágnulos. Ojalá que cambie algo, porque peor no se puede estar.
-Vaya, que no saldremos mejor sino mucho peor.
-No saldremos mejor, pero al menos hemos tenido la oportunidad de que algunos lo hagan. La pandemia nos ha dado oportunidades de cambiar, pero el individualismo sigue imperando y la gente sigue siendo insolidaria con los sanitarios y con las personas mayores o no protegiéndose. No podemos aspirar a que todo el mundo cambie porque no todo el mundo tiene el mismo grado de conciencia ni de inteligencia ni de sensibilidad o empatía. Pero algunos cambiarán y sacarán lecturas positivas.

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