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Michel Franco llama a un «Nuevo orden»

El realizador mexicano presenta un potente proyecto en el que la revolución de las clases más bajas hace tambalear la socidad que hoy conocemos

En "Nuevo orden", Michel Franco hace una crítica feroz a la sociedad actual
En "Nuevo orden", Michel Franco hace una crítica feroz a la sociedad actualLRLa Razón

Michel Franco (Ciudad de México, 1979) es un verso suelto dentro de los tiempos. No es de los que suspira para que una plataforma se haga con su última cinta. Todo lo contrario. Después de darle vueltas a su película durante más de un lustro para terminar construyendo con mimo 84 minutos, no entiende cómo sus “colegas” pueden rodar horas y horas en un año. “Me preocupa que estas series estén utilizando todo el elenco y los equipos de detrás de las cámaras. No hay una exploración y yo me quemé la cabeza durante años. Es imposible que haya rigor de otra manera. Si se hicieran horas de libertad, bien, pero es que es la mediocridad”. Se despacha a gusto con lo que considera “la mayor amenaza del cine”. Sin embargo, es donde está el dinero...

No menos importante es el dinero en su cinta, “Nuevo orden”, donde el pueblo sale a la calle y toma las casas de los ricos para tratar de escribir una nueva historia. Si en el largometraje es el dinero (o la falta de él) el que mantiene oprimidas a las clases más bajas, en la realidad ”esel dinero el que tiene al cine secuestrado. La tiranía de estas plataformas es peor que la de los estudios de antes”, continúa Franco.

Aun así, Franco asegura que no quiere “sonar negativo”, pues el “cine es mi obsesión, pero debe ser experimental”. Desde el estatus que le da ser miembro del jurado de San Sebastián, indica que “lo ideal es encontrarte con algo fresco que aporte un ángulo diferente, pero es tan difícil...”, afirma como si fuera Bukowski: “Cuando alaban mis cintas me siento como él. No es que lo mío sea tan bueno, sino que el contexto es tan malo que se magnifica”.

El punto de partida para que “Nuevo orden” creciera fueron las revueltas sucedidas por el mundo a lo largo de estos años (Francia, Chile, Hong Kong, el mundo árabe...), en especial la subida de los regímenes autoritarios, “que en seis años han avanzado mucho y me confirmaron que tenía sentido el proyecto. No quería una película política, sino social. Tomar partido por unos u otros, por una ideología concreta, hubiera hecho que caducase muy pronto", asegura Francco.