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Sede de la redacción y rotativas del diario Ideal en Granada quemado durante la segunda república.

Así censuraba el Frente Popular a la Prensa: quema de redacciones y periodistas muertos

Durante la Segunda República, al amparo del poder político, se llevó a cabo la represión organizada contra periodistas y de asaltos a periódicos bajo la “Ley de Defensa de la República”

En estos días en los que el control de la información está sobre el tapete, no está de más recordar a los olvidadizos cómo en tiempos no muy lejanos, diferentes mecanismos de “advertencia” intentaron imponer lo que se podía o no, publicar en la Prensa. Los medios han cambiado y ahora se disfraza de “fake-news”, Memoria o Ley Celaá. Pero el fin sigue siendo el mismo: perseguir la libertad. Durante la Segunda República y al amparo de un régimen que se presumía de derechos, se censuraron diarios, se prohibieron publicaciones y se persiguió a los periodistas que discrepaban de la línea oficial impuesta.

La “Ley de Defensa de la República” y la “Ley de Orden Público”, articulaban el entramado jurídico que permitió a los Gobiernos cercenar opiniones y limitar el marco informativo de los periódicos no gubernamentales. El clima de violencia callejera y los asaltos e incendios a periódicos, hicieron el resto: sólo en Madrid más de una veintena de periodistas o colaboradores de Prensa fueron represaliados en las horas trágicas de julio de 1936. Los nombres de Álvaro Alcalá Galiano, Federico Santander o José San Germán Ocaña, están para muchos en el recuerdo. Igual que Alfonso Rodríguez Santamaría, Presidente de la Asociación de Prensa de Madrid y asesinado por una patrulla de milicianos comunistas, en el mes de agosto. Trabajaban o enviaban sus artículos a “La Época”, “El Siglo Futuro”, “El Debate”, “Informaciones”, “ABC” o “La Nación”.

La formación del gobierno del Frente Popular en febrero de 1936 derivó en una radicalización social y política que aceleró el camino hacia la guerra. A los pocos días de formarse el gabinete Azaña, se pusieron en marcha los mecanismos de censura que amputaron la libertad informativa en los meses previos a la campaña electoral. Decisiones como el Decreto de Readmisiones o el Estatuto Catalán, reavivaron una polarización política que se tradujo en un incremento acelerado de la violencia social. En provincias, los periódicos fueron el blanco principal de los exaltados y periódicos como Ideal de Granada -propiedad de La Editorial Católica- o La Voz Valenciana, fueron saqueados.

En Madrid, el diario “La Nación”, que habían sido el órgano de la Unión Patriótica y que en esos momentos llamaba a la “reacción derechista”, fue incendiado por elementos afectos al Frente Popular el 13 de marzo de 1936. Redacción y talleres quedaron destrozados. El motivo fue la revancha por el atentado contra Luis Giménez de Asúa, en el que había muerto el policía de su escolta. Su director, Manuel Delgado Barreto, será asesinado meses después en Paracuellos. Pero son sólo algunos ejemplos. ¿Quién recuerda a José Asenjo, José Cuartero, Miguel Ruiz o Andrés Travesí? Todos ellos fueron víctimas de la represión que se ejerció en Madrid en los primeros meses de la Guerra Civil. En los talleres del periódico de José Ignacio Escobar, el aristocrático “La Época”, pasó a editarse “El Síndicalista”, órgano de Ángel Pestaña. Y tenemos muchos ejemplos más. Así que adelante: hagamos Memoria.