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Mario Vargas Llosa: «Abolir el castellano es un disparate»

El novelista presentó ayer tres volúmenes que recogen conferencias y entrevistas y que, al no pertenecer al canon principal de su obra, las ha llamado «Sobras completas»
Cristina BejaranoLa Razón

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La propuesta de erradicar el español como lengua vehicular arrancó una sonora carcajada de Mario Vargas Llosa. El novelista no pudo ser más expresivo ante esa decisión del Gobierno: «La supresión del castellano es una idiotez sin límites». Antes de proseguir, continuó riéndose, para después, imprimiendo seriedad a su expresión, añadir y matizar: «Querer abolir el español es un disparate que nos debería llevar a dar enormes carcajadas a todos. Pero hay que leerlo en un contexto. El Gobierno quiere que le aprueben los presupuestos. Para eso necesita los votos de la izquierda catalana, que quiere romper España. Que se suprima el español como lengua de España también da gusto a Podemos y Bildu, que, también, a su manera, desean acabar con España. El resultado es que España no tiene lengua oficial. Bueno, ahora viene una pregunta: ¿Y ahora qué sucede con los más de quinientos millones de hablantes que hablan española? ¿Cómo vamos a explicar a los mexicanos, que es el país con mayor población de lengua española en este momento, que España no tiene lengua propia porque se ha abolido, y esto es lo mejor, en una ley de Educación? Es un disparate que no tiene cabida en cabeza alguna».
«No tiene perdón»
Mario Vargas Llosa ayer presentaba «La realidad de un español», que reúne las conferencias que dictó en inglés en la universidad de Siracusa de Nueva York (y que se traducen por primera vez al castellano, el único libro suyo que pasado por esta circunstancia); «Diálogos en el Perú», que recoge las 38 conversaciones que desde 1964 hasta 2019 en este país; y «Vías paralelas: Vargas Llosa y Savater», que compara a estos escritores. Los tres volúmenes, de una clara impronta oral, forman parte de los que se han llamado sus «Sobras completas» y que publica Triacastela.
El autor de «Conversación en la catedral», que no suele quedarse en medias tintas, aseguró a continuación que «no vamos a reemplazar español por el gallego o el catalán, que son unas grandes lenguas y me parece muy bien que existan y que, de hecho, las leyes les dan presencia, pero no a costa de sacrificar el español. Es una idiotez que no tiene perdón». Luego apeló a una institución para que se manifieste: «Creo que la Real Academia Española debe pronunciarse de una manera categórica sobre este asunto sin entrar en las politiquerías que existen detrás de esta supresión de la lengua española, sobre todo cuando va en una ley de educación. Si uno cuenta esto, es que da vergüenza ajena. Hay que preguntarse dónde nace el español. Este intento de abolir el español es para reírse, no para llorar». Vargas Llosa, que reconoció que durante su juventud era un hombre rebelde, dijo que «los novelistas somos lo que hemos sido a lo largo de la vida, aunque esté lleno de contradicciones. Existen cosas que lamento, pero que forman parte de mi vida. Es cierto que he modificado la manera de pensar. Pero estos asuntos son los que constituyen a un ser humano. Un escritor no tiene derecho a negar su pasado y debe explicar sus cambios de opinión, no solo en literatura, a los asuntos sociales y su ideología. Un escritor es la evolución que ha sentido a lo largo de su vida».